Halconazo, debate y #Yosoy132*
Tomados de La Jornada, El Fisgón, Helguera y Rocha.
Jorge Carrasco Araizaga
MÉXICO, D.F. (Apro).- El 10 de junio de 1971 el grupo
paramilitar conocido como Los Halcones perpetró una matanza de estudiantes que
quedó impune por la complicidad del PRI y el PAN y la inmovilidad de la
izquierda.
El candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto,
estaba por cumplir cinco años cuando el régimen autoritario del PRI reprimió
violentamente las demandas de democratización de los jóvenes universitarios y
preparatorianos de entonces.
Peña Nieto es el heredero de ese viejo régimen que para su
defensa y seguridad encarceló, asesinó y desapareció a campesinos, médicos,
ferrocarrileros, estudiantes, profesores, artistas y cientos de personas que se
le opusieron.
Creado por el Ejército después de la Revolución Mexicana,
ese régimen fue rebasado por los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971 y en
un contubernio de los jefes políticos y militares del país decidieron,
literalmente, masacrarlos.
Pasaron casi tres años para que los estudiantes volvieran a
salir a las calles después de la matanza del 2 de octubre de 1968, en
Tlatelolco. Pero el 10 de junio de 1971, el régimen decidió proteger al
Ejército después de su desprestigio por su intervención en la masacre de la
Plaza de las Tres Culturas.
Se valió entonces de Los Halcones, el grupo paramilitar
creado y entrenado durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz por el general
Manuel Díaz Escobar. Los paramilitares recibieron la cobertura del entonces
Departamento del Distrito Federal, hoy Gobierno del Distrito Federal, que
estaba al mando del general Alfonso Corona del Rosal.
El 10 de junio de 1971, cuando ocurrió la matanza
estudiantil en San Cosme, Luis Echeverría llevaba año y medio en Los Pinos y el
regente de la capital era Alfonso Martínez Domínguez. Pero ambos mantuvieron al
grupo paramilitar como brazo ejecutor contra la protesta juvenil.
Ese PRI represor quedó impune. La inoperante fiscalía creada
por Vicente Fox que simuló investigar los crímenes de ese régimen dijo que ese
día, un Jueves de Corpus, sólo hubo 38 muertos. La duda, sin embargo, se
impone. No se sabe cuántos realmente murieron y desaparecieron.
Peña Nieto ha callado ante esos crímenes de lesa humanidad
cometidos por su ascendencia política. Toda proporción guardada, él tiene su
propia historia de represión e impunidad en Atenco.
Cuando el PAN llegó a Los Pinos, como beneficiario directo
de esas muertes tenía el imperativo político y moral de investigar y sancionar
a los culpables. No lo hizo. Simuló. Sólo manoseó la historia y obstruyó la
justicia.
Felipe Calderón no sólo echó a la basura esa fiscalía
especial y cerró el círculo de la impunidad, sino que al igual que Echeverría
se valió del Ejército para sus necesidades políticas. Gustosos, los militares
lo hicieron, también a cambio de impunidad.
Pero Peña Nieto no ha sido el único omiso ante el halconazo.
También la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota. Es natural.
jcarrasco@proceso.com.mx
@jorgecarrascoa
*Tomado de la revista Proceso.
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