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viernes, octubre 16, 2009

El switch*








Tomados de La Jornada, El Fisgón, Helguera y Rocha y El Universal, Helioflores.


Luis Javier Garrido

La decisión del gobierno calderonista de asaltar las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro (10 de octubre) y decretar su desaparición (11 de octubre) como una vía para acelerar la privatización de la industria eléctrica del país y ofrecer pingües negocios a las mafias a las que se halla asociado se le ha revertido de inmediato, pues está poniendo en pie de lucha no tan sólo a los trabajadores electricistas y a múltiples sindicatos sino a amplios sectores de la nación que lo acusan de actuar en la más absoluta ilegalidad.

1. El “decreto” de Felipe Calderón ordenando la extinción de Luz y Fuerza del Centro, publicado en una edición especial del Diario Oficial de la Federación el domingo 11 (pp. 2-5), es un documento inconstitucional porque aun en el supuesto de que el espurio michoacano fuese gobernante legítimo del país, no tendría facultades para suprimir con su sola firma una entidad pública, creada como consecuencia de la nacionalización de la industria eléctrica del país el 27 de septiembre de 1960 y la reforma constitucional del 30 de diciembre de ese año, y regulada por un cúmulo de leyes federales, y no es tratando de fundamentarse en leyes secundarias anticonstitucionales como los panistas pueden salir del embrollo en el que se han metido.

2. La decisión atrabiliaria e ilegal del gobierno a la deriva que pretende encabezar el panista michoacano es, además de ética y jurídicamente inaceptable, por atentar contra los derechos de los más de 43 mil trabajadores a los que deja sin empleo, un acto de traición a la patria que vulnera los intereses fundamentales de la nación, ya que busca acelerar de manera anticonstitucional la privatización de una industria estratégica fundamental para un desarrollo soberano e independiente del país, y eso lo comprendieron los cientos de miles de manifestantes que desfilaron ayer 15 de octubre de la columna a la Independencia a la Plaza de la Constitución –en una marcha que superó todas las expectativas–, muchos de los cuales exigieron la remoción inmediata de Calderón, que no tiene otra propuesta de gobierno que la de violentar de continuo el orden fundamental de la República para satisfacer intereses espurios, y demandaron que sea sometido a juicio político.

3. La movilización que se está incrementando en México no es hoy, por lo mismo, nada más en defensa de los trabajadores, de las organizaciones sindicales del país y en particular del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), o de los derechos de todos los mexicanos amenazados por un gobierno atrabiliario, que en su desesperación y fracaso da manotazos políticos sin respetar las leyes fundamentales del país, sin tener más argumento que la utilización de las fuerzas policiaco-militares, a las que recurre para todo, sino de la nación en su conjunto.

4. El “decreto” inconstitucional del 11 de octubre fue concebido por quienes urdieron hace tiempo la medida como una vía imprescindible para acelerar la privatización de la industria eléctrica de México, al permitirle al gobierno panista uncir la generación de energía eléctrica en el centro del país al esquema de corrupción creado en la Comisión Federal de Electricidad (CFE), y de paso facilitarle eliminar al SME, opuesto a ella –dando así un paso más en el desmantelamiento del Estado nacional mexicano–, y fue asumido como suyo por Calderón al verlo también como un golpe político propagandístico que en su limitado entendimiento le permitiría levantar un poco su deteriorada imagen ante el capital trasnacional y los más fascistizados empresarios nacionales, y sin embargo todo se les está revirtiendo.
5. El aspecto más grave de lo que acontece es que a pesar de la vasta campaña de desinformación orquestada por Televisa y Tv Azteca, los mexicanos han entendido que la medida constituye también en lo político una agresión sin precedente a la organización obrera del país, al atacar a uno de los sindicatos más antiguos y emblemáticos de las luchas del México del siglo XX, al que se busca aplastar en el afán de trastocar por completo la estructuras económicas y sociales del país retrotrayéndonos a un esquema similar al existente en los años del porfiriato.

6. La electricidad fue entendida ya desde los años de la Revolución Mexicana como un recurso estratégico fundamental, y cuando tras décadas de luchas se logró la nacionalización de la industria eléctrica, durante el gobierno de Adolfo López Mateos, se entendió que se había logrado una conquista invaluable pues un switch clave del desarrollo nacional estaba en manos de los mexicanos, de ahí que las luchas de la Tendencia Democrática del SUTERM, y más tarde del SME, se opusieran a que se violaran las previsiones constitucionales.

7. El móvil atrás del decreto de extinción de Luz y Fuerza aparece claro ante todos, pues de lo que se trata es de beneficiar a las redes de corrupción de la “clase política” vinculadas a Salinas y a Calderón, señalados de manera insistente en los medios como los dos gobernantes más corruptos de los últimos tiempos. En el marco de la CFE se han creado mecanismos para entregar anticonstitucionalmente la industria eléctrica a corporaciones privadas extranjeras (principalmente las españolas Fenosa e Iberdrola Energía, la estadunidense Enron y la japonesa Mitsubishi) vinculadas a políticos del PRI y el PAN, contradiciéndose el principio sustentado en los artículos 25, 27 y 28 constitucionales, que establecen que el sector público tendrá a su cargo, de manera exclusiva, el área estratégica de la electricidad.

8. Los responsables de las posibles fallas de Luz y Fuerza del Centro no son los trabajadores, que de manera ejemplar han defendido a la empresa con su trabajo cotidiano y en múltiples conflictos, sino los políticos corruptos beneficiarios directos del poder político, y ahora del decreto, a los que la prensa cita una y mil veces, amigos todos de Salinas y Calderón: Fernando Canales Clariond, Ernesto Martens, Joseph-Marie Cordoba, Claudio X. González, Diego Fernández de Cevallos, los Mouriño, Antonio Lozano Gracia, Armando Salinas Torre y muchos más, los que ahora pretenden hacer el negocio del siglo con las redes de fibra óptica (Proceso, 1719).

9. La campaña calumniosa del gobierno contra los trabajadores, culpándolos de los malos manejos que han hecho los altos funcionarios de Luz y Fuerza del Centro, no hace más que pintar una vez más de cuerpo entero a Felipe Calderón, a quien su propio mentor y guía Carlos Castillo Peraza calificaba como “inescrupuloso, mezquino, desleal a principios y personas”, según relata Julio Scherer en su reciente libro Secuestrados (Grijalbo, 2009), y a quien los mexicanos ya han puesto en su sitio –como se decía ayer en la marcha– como un enemigo de México.

10. La situación existente antes del 10 de octubre no podrá volver a ser la misma. La controversia constitucional que van a presentar los trabajadores electricistas va a situar una vez más a la Suprema Corte de Justicia de la Nación ante su realidad, pero la controversia del pueblo frente al gobierno panista ya no tiene vuelta de hoja.

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Megamarcha del SME rebasa toda previsión*


∙ Desborda el Zócalo e inunda varias avenidas del Centro Histórico

∙ Logran electricistas que el gobierno federal acepte sentarse a dialogar


Patricia Muñoz, Gustavo Castillo y Fabiola Martínez

El Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) realizó ayer una de las mayores movilizaciones de su historia. Decenas de miles desbordaron el Zócalo y con camisetas rojas de muchas batallas extendieron su presencia por todo 5 de Mayo, Madero, Juárez y Reforma hasta la Diana, en defensa de su fuente de empleo. Su marcha abrió una posibilidad, pues el gobierno federal aceptó sentarse a partir de hoy a dialogar con este gremio, según les mandó decir el jefe de Gobierno capitalino, Marcelo Ebrard.

En respuesta, los electricistas acordaron solicitar a Ebrard Casaubon que funja como mediador en el conflicto.

La movilización, a la cual asistió Andrés Manuel López Obrador, rebasó todas las expectativas y pudo haber llenado cuatro veces el Zócalo. Los organizadores estimaron que hubo más de 300 mil personas. Según cálculos de las secretarías de Seguridad Pública federal y capitalina, el contingente fue de más de 150 mil asistentes.

El SME aglutinó ayer a sindicalistas, profesores, campesinos, estudiantes, amas de casa, organizaciones sociales, políticas, intelectuales y legisladores; estos últimos propusieron una “huelga general de pagos de luz en el centro del país, porque al extinguirse Luz y Fuerza del Centro (LFC) ya no hay a quién pagarle”.

El bullicio de los trabajadores se inició desde las 2 de la mañana, cuando empezaron a llegar miles de personas procedentes de Oaxaca, Puebla, Morelos e Hidalgo para apoyar a los electricistas. La marcha partió de la glorieta de La Palma al filo de las 16 horas, y los manifestantes inundaron Reforma hacia el centro de la ciudad.

Enojados y dolidos por la extinción de su empresa, la mayoría de los electricistas llegó con su familia; vestían camisetas rojas, símbolo de este sindicato, y portaron pancartas contra el Presidente.

“Calderón ¿puedes dormir?, nosotros no, dejaron a mi papá sin trabajo”. “Felipe, ¿ya saben tus hijos cuántos niños dejaste sin comer?”. “Felipe: presidente del desempleo”. “Calderón, entraste en la noche como vil ladrón y nos dejaste sin comer”. “No nos mata la influenza, nos mata Calderón”, decían algunas de las miles de cartulinas que acompañaron la movilización, que fue tan extensa que cuando la vanguardia había llegado al Zócalo, el último contingente aún no salía de la Diana.

Martín Esparza, líder del SME, encabezó la marcha acompañado, entre otros, por Rosario Ibarra, Porfirio Muñoz Ledo, Graco Ramírez, Benito Bahena, Jesús Martín del Campo y Jaime Cárdenas, quienes avanzaron entre consignas como “si no hay solución habrá revolución” y “decreto popular: renuncia Calderón”.

Desde el inicio, la movilización fue vigilada por cientos de granaderos y policías capitalinos a pie. Por aire, la SSP federal desplegó tres helicópteros; supuestamente dos sirvieron para que algunos fotógrafos hicieran tomas aéreas, y en el otro observara todo el tiempo el coordinador de las fuerzas federales, Rafael Avilés Avilés.

Al filo de las seis de la tarde la vanguardia llegó al Zócalo; al paso del contingente se fueron sumando decenas y decenas de manifestantes, entre ellos estudiantes de la UNAM, Chapingo, UAM y Bachilleres; trabajadores del INAH, de la Secretaría de Energía, mineros, pilotos, sobrecargos, integrantes de IMSS, Sutin, Colegio de Posgraduados; Sindicato Democrático del Metro y del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra.

Petición al Presidente de la RepúblicaFoto José Carlo González
Los electricistas recibieron el respaldo de la gente que desde las banquetas aplaudía o les gritaba “no están solos”.

A su llegada, en la Plaza de la Constitución se extendió la consigna “¡Aquí se ve la fuerza del SME!”, coreada por miles de gargantas. En ese ambiente, los oradores plantearon “paro nacional y referendo que determine si el presidente Felipe Calderón continúa en el cargo”.

En el mitin, dirigentes de tranviarios, de la CNTE, del STUNAM y de la UNT plantearon la posibilidad de una huelga “por solidaridad”; señalaron que este gobierno está orillando a una revolución social; comprometieron ante los trabajadores electricistas apoyo con movilización y recursos para sostener su lucha, y solicitaron que en próximas elecciones la población no otorgue “ni un voto al PAN”.

Porfirio Muñoz Ledo señaló que “la torpeza del gobierno ha hecho que los trabajadores regresen al centro de la lucha nacional, y lo que se hizo al SME fue un golpe de Estado a los trabajadores”. El legislador planteó la huelga general de pagos.

Claudia Sheinbaum, representante del “gobierno legítimo”, señaló que si todos los altos mandos de este gobierno se bajaran 50 por ciento su salario, saldrían los 42 mil millones de pesos que se requieren para que siga operando LFC.

Eran las siete de la noche. Habían pasado casi ocho discursos y la retaguardia del contingente seguía en el cruce de Insurgentes y Reforma. En ese momento llegó al templete la noticia de que el gobierno federal estaba dispuesto a “sentarse a dialogar con el SME”, Martín Esparza tenía la palabra; sus seguidores le gritaban “¡duro, duro!”. Rosario Ibarra sonreía y la acompañaban intelectuales como Paco Ignacio Taibo II.

“No pararemos hasta que nos regresen nuestro empleo, nuestro contrato colectivo y nuestra dignidad como obreros, porque la mayor parte de los trabajadores han entregado décadas de su vida a trabajar por su empresa, Luz y Fuerza del Centro, y nos sacaron una noche por la fuerza con miembros de la Policía Federal, como si fuéramos delincuentes; pensaron que nos iban a dividir, pero aquí nos tienen y vamos con todo”. En ese momento, madres y esposas de trabajadores ingresaban al Zócalo con velas encendidas.

Esparza pidió a todos que votaran si el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, debería mediar en el conflicto, y los trabajadores a mano alzada aprobaron la propuesta de su dirigente. También votaron porque este movimiento sea el arranque de la conformación de un “gran frente por los derechos de los trabajadores” y el inicio de una “movilización social conjunta contra la política económica de este gobierno”.

El mitin terminó y los trabajadores seguían ahí, no querían que su movilización concluyera, esperaban la llegada de López Obrador y los organizadores tuvieron que explicar que el acuerdo con el dirigente social fue que sólo acompañaría la marcha y no sería orador.

Eran más de las 20:30 cuando los trabajadores se quitaron la gorra y con el puño izquierdo en alto entonaron el Himno Nacional. Los contingentes seguían llegando por 5 de Mayo y Madero, la retaguardia aún estaba en el cruce de Reforma y Juárez, Palacio Nacional los seguía esperando totalmente iluminado.

*Tomados de La Jornada.

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Extinción**

JOSé GIL OLMOS

MÉXICO, D.F., 14 de octubre (apro).- Es difícil defender a un sindicato como el de los
electricistas que, con el paso del tiempo, cayó en abusos criticables. Pero eso no significa que haya que felicitar a Felipe Calderón por la extinción de la compañía Luz y Fuerza del Centro (LFC), pues todo parece indicar que se trata de una engañifa, de ocultar el proyecto de venta de las redes de luz a una empresa registrada en México, pero con capital español, en la que participan exfuncionarios del gobierno foxista y distinguidos miembros del PAN.

La decisión de Calderón de desaparecer a LFC, creada en 1963 y puesta en liquidación desde 1974, ha sido aplaudida por muchos: consideran que fue una acción extraordinaria, cuando únicamente es una acción considerada en el marco de sus responsabilidades como jefe del Ejecutivo.

Empresarios y simpatizantes califican la medida como una acción valiente, en tanto que otro sector de la sociedad la justifica por los constantes abusos que los trabajadores electricistas cometían en contra de la ciudadanía (pagos excesivos, malos tratos, corrupción, entre otras tropelías) y contra la propia empresa, a través del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), cuyos orígenes datan de 1914 y que, con el paso del tiempo, se fue transformando en un ente de descomposición sindical con cotos de poder y negocios particulares de los dirigentes.

Esa mala imagen y las pérdidas millonarias que cada año registraba la compañía fueron el mejor pretexto para que su extinción fuera declarada por decreto presidencial y llevada a la práctica en una operación policial y militar encubierta por varios meses.

Es por ello que cuesta trabajo defender al SME, pero también es difícil considerar un héroe a Felipe Calderón –como lo quieren hacer ver panistas y empresarios–, por tomar una decisión que evadieron los presidentes anteriores, incluido Vicente Fox.

Está muy lejos la idea de que la medida tomada por Calderón, el pasado sábado 10 a las 23:00 horas, fue una acción nacionalista y patriota, apoyada por centenas de soldados y policías federales fuertemente armados, quienes tomaron las instalaciones eléctricas en varias zonas del centro del país.

La aparición en los medios, la semana pasada, del expriista Javier Lozano, quien negó la toma de nota al líder del SME, Martín Esparza, aduciendo irregularidades en las asambleas del sindicato, dio pauta para que algunos especialistas explicaran que la liquidación de la compañía descentralizada es, en realidad, parte de un negocio millonario de más de mil kilómetros de fibra óptica, que serviría para operar y explotar una red de comunicaciones en la que se trasmitirían voz, audio y datos a por lo menos 20 millones de usuarios.

Las revistas Proceso y Reporte Índigo dieron a conocer en días pasados la relación entre la compañía WL Comunicaciones y los exsecretarios de Energía, Fernando Canales y Ernesto Martens, socios de esa empresa.

De realizarse el negocio de transmisión de datos, voz y audio mediante la fibra óptica, conocido como Triple Play, habría una competencia con el magnate de las comunicaciones en México, Carlos Slim, quien fue uno de los principales personajes que rechazó la llegada de Javier Lozano a la Secretaría de Comunicaciones, por considerar que había un conflicto de intereses, ya que este funcionario expriista al parecer tenía vínculos con algunas empresas desde que estaba en Cofetel.

De carácter bravucón –"picapleitos", le llaman algunos–, la semana pasada Lozano, sin más ni más, negó la toma de nota al líder del SME, pero no respondió a las acusaciones que señalaban que fue en su oficina, precisamente, donde se realizaron las negociaciones con la compañía WL Comunicaciones para liquidar a Luz y Fuerza del Centro.

Tampoco aclaró las acusaciones de que Canales y Martens son socios de dicha empresa, inscrita en el Registro Público de la Propiedad en 1999, según el reportaje de Rosalía Vergara, publicado esta semana en Proceso.

Todo apunta, pues, a sospechar que detrás de la decisión presidencial existe un interés particular, y que se aprovecharon de la mala administración de LFC y de los excesos del SME para declarar su extinción.

La iniciativa de Calderón tendrá costos, y eso evidencia que al Ejecutivo no le importa el impacto que tengan para su gobierno y para su partido las protestas sociales que ya se dan por parte del SME y de otros sindicatos. Total, a estas alturas de su administración, Calderón ya tiene claro que el PAN no tiene posibilidades de ganar en la elección presidencial de 2012 y está dispuesto a realizar acciones que al principio de su gobierno eran impensables.

Se trata de una acción peligrosa para Felipe Calderón por la inconformidad que hay con su gobierno, plagado de fracasos económicos y de seguridad, por lo que la extinción de la compañía de luz podría ser como sentarse motu propio en una silla eléctrica y esperar a que alguien suba el switch.

Y falta por ver si crece la inconformidad de los electricistas, si se suman otros actores sociales, si la izquierda partidista se une y, también, si Calderón es capaz de tomar decisiones similares en contra de otros sindicatos como el de la maestra Elba Esther Gordillo (SNTE) o el de los petroleros, de Carlos Romero Deschamps, que también han ocasionado profundos daños a la sociedad y al erario público.

**Tomado de la revista Proceso.