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lunes, abril 27, 2009

Influenza: El gobierno, con las defensas bajas*








Tomado de La Jornada, Hernández, Helguera y Rocha y El Universal, Helioflores.


DANIEL LIZáRRAGA

Felipe Calderón inició su gobierno con ambiciosos planes de salud, pero la epidemia de influenza por virus porcino provocó una reacción oficial errática: primero se trató de minimizar el brote y después se tomaron medidas que cau-saron pánico. Documentos obtenidos por Proceso demuestran que la autoridad sanitaria conocía las altas probabilidades de que acometiera una de las formas más dañinas de influenza. Pero no llegó el virus aviar, sino un mal para el que no hay vacuna: la falta de previsión.

Aún bajo los latigazos de la crisis financiera internacional, en medio de una batalla cada vez más cruenta contra el narcotráfico y con los pleitos electorales encima, se le abrió al gobierno de Felipe Calderón un cuarto frente: brotó en el país la epidemia de influenza por virus porcino, una enfermedad respiratoria contra la que no existe vacuna y la cual ha cobrado ya alrededor de 68 víctimas, según la estadística oficial.

El secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos –a quien Calderón le confía una parte clave de su estrategia para promover las acciones de su gobierno–, pasó de describir el brote como “casos habituales fuera de temporada” a la admisión de que se trata de una epidemia y, ante la presión general, a anunciar medidas preventivas extraordinarias para evitar que la enfermedad se propague descontroladamente, dada su peculiar virulencia.
Y entonces sí, Calderón convocó al Consejo de Salubridad General que depende de la Presidencia y encabeza el secretario de Salud, con facultades para establecer medidas obligatorias y que abarca a todas las organizaciones, públicas y privadas del Sistema Nacional de Salud, y todas aquellas que estén relacionadas con éste, incluyendo las autoridades administrativas federales, estatales y municipales.

En la rueda de prensa que ofreció en Los Pinos el viernes 24, Córdova Villalobos explicó que el primer caso del tipo de influenza que tiene en alerta al país se registró el lunes 13 y que, después de practicarle los estudios correspondientes al paciente se decretó la alerta epidemiológica el jueves 16.

En este período, la información sobre lo que sucedía en los hospitales de la Ciudad de México se mantuvo bajo resguardo hasta que los laboratorios de Estados Unidos y Canadá detectaran con precisión cuál era esa enfermedad.

El funcionario ha permanecido al lado del presidente Felipe Calderón desde el pasado miércoles 22, cuando laboratorios de Toronto, Canadá, le confirmaron al gobierno de México que se estaba enfrentando una situación inédita en el mundo por la capacidad de acción que mostraba este virus. Se especificó entonces que los especialistas canadienses descubrieron en él componentes genéticos propios de los cerdos.

La noche del jueves 23 se tomaron las primeras medidas de prevención, entre ellas la suspensión de clases en todos los niveles, desde preescolar hasta universitario.

Alrededor de las 9:00 horas del viernes comenzaron a llegar los secretarios de Estado a Los Pinos. El día anterior Calderón, de gira en el Estado de México, recibió la confirmación de que se trataba de influenza por virus porcino, y desde entonces estaba en contacto permanente con el secretario de Salud para medir el avance de la epidemia.

La noche del viernes, en la reunión del Consejo de Salubridad General, el presidente Felipe Calderón dijo estar consciente de la seriedad del brote de influenza por virus porcino, y que ya se habían tomado las medias necesarias para proteger a la población.

“Les aseguro que tanto el gobierno federal a mi cargo, como los gobiernos de las entidades federativas correspondientes, señaladamente el Distrito Federal, así como el Estado de México, estamos realizando todas las acciones pertinentes, llevando a cabo las acciones necesarias para hacerle frente a este problema, cuya naturaleza nos fue informada el día de ayer por la tarde, una vez que las autoridades sanitarias internacionales y los más prestigiados y especializados laboratorios del mundo estuvieron en posibilidad de examinarlo y constatar su naturaleza”, indicó.

A su vez, el secretario de Salud anunció a los medios: “Todas las Unidades de Medicina Familiar del Seguro Social permanecerán abiertas el fin de semana, en horario normal, para atender las solicitudes de consulta”. Añadió que el riesgo será menor en la medida que la gente acuda con su médico en cuanto sienta los primeros síntomas: fiebre superior a los 39 grados, tos seca y dolores musculares.

La prevención, rebasada

Proceso obtuvo copias de documentos oficiales que muestran cómo, a partir de recientes experiencias en otros países, el gobierno federal ya esperaba un posible brote de influenza, pero cuando éste llegó no pudo contenerlo de inmediato.

La preparación consistió en que se consolidara el Grupo Federal de Seguridad para la Salud en 2001, y en 2003 se creó el Grupo de Trabajo de Pandemia de Influenza.

Ya en el Plan Nacional de Preparación y Respuesta ante una Pandemia de Influenza, de 2006, el gobierno mexicano puso como ejemplo el caso de Hong Kong, donde en 2002 la influenza causó 299 defunciones y una pérdida de alrededor del 7% del Producto Interno Bruto.

Con los parámetros de la pandemia de la llamada gripe española en 1918 –se apunta en el estudio, del que Proceso obtuvo una copia–, se ha estimado, mediante un modelo matemático, el impacto que podría tener una pandemia actual en México: en seis meses, resultaría “35 por ciento de la población infectada; 200 mil muertes; 25 millones de consultas y 500 mil hospitalizados”.

“El reloj de la pandemia está corriendo, sólo que no sabemos qué hora marca”, se advierte en el documento. Y pese a que se identifica la gravedad de los riesgos, en ese plan de preparación elaborado por especialistas no se contemplan medidas concretas para el caso de que este virus sufriera mutaciones.

Durante 2006 y 2007 las autoridades sanitarias mexicanas se prepararon para enfrentar la gripe aviar, y para ello elaboraron el Manual para la Vigilancia Epidemiológica de Influenza. No obstante, este virus mutó y, en esta transformación, México quedó expuesto a una enfermedad altamente contagiosa y potencialmente mortal, de acuerdo con los criterios emitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Como en ese manual no se contempló el comportamiento del virus porcino, las estadísticas de morbilidad sobre este mal, así como de neumonías y otras enfermedades asociadas a él, sólo se remiten a la gripe aviar.

El Estado mexicano contaba ya con una completa descripción de los síntomas y medicamentos. Incluso definió cuál era el trabajo que debería elaborar cada una de las autoridades del sector salud.

Según el citado manual, “la identificación del virus de la influenza se realiza en México desde el año de 1957. En el año 2000 se llevó a cabo un reforzamiento del sistema, con la incorporación y capacitación de una Red de Laboratorios para el procesamiento y diagnóstico de muestras. En ese mismo año, México se incorporó a la red de notificación mundial de influenza en donde semanalmente se están reportando casos probables, confirmados y los subtipos identificados en el país”.

La posibilidad de que el virus por influenza aviar mutara aparece únicamente como una posibilidad: “(…) La influenza tipo A, además de las aves, puede infectar varias especies animales, entre las que se encuentran los cerdos, los caballos, las focas y las ballenas”.
Esta es la única referencia que existe en este documento oficial de 81 páginas, dedicado por completo a las medidas necesarias para detener una eventual pandemia de influenza aviar. La posibilidad de que éste se transformara en un virus porcino no vuelve a tocarse, ni siquiera a mencionarse.

Medidas extraordinarias

La diferencia entre la influenza aviar y la influenza por virus porcino es importante. Para la primera de ellas existe una vacuna, que se ha venido aplicando en centros de salud en todo el país, sobre todo a los ancianos y los niños, en tanto que para la segunda no hay vacuna y sólo puede combatirse con medicamentos, una vez detectada.

Por eso, en la rueda de prensa del viernes 24, José Ángel Córdova dijo que la OMS recomienda no aplicar la vacuna de la influenza aviar para los casos que conforman este brote de la nueva variedad causada por el virus porcino. Ya el Gobierno del Distrito Federal había anunciado lo mismo.

“Lo mejor es aplicar el antiviral sólo en los casos diagnosticados. Para este germen, que es nuevo, no hay vacuna. Lo que pasa con este virus es que tiene dos componentes, el Brisbane y el euroasiático. La vacuna que aplicamos normalmente sólo podría enfrentar el primero de ellos”, explicó Córdova.

La influenza por virus porcino apareció por primera vez en 1976, en Wisconsin y Fox Dix, Estados Unidos. Las autoridades sanitarias de ese país controlaron el brote cuando sólo siete personas habían enfermado. Ahora, ha aparecido en México en 1 mil 4 casos en el Distrito Federal, el Estado de México y San Luis Potosí. En esta última entidad se detectaron 46 casos probables, de los cuales sólo se han confirmado plenamente cuatro de ellos, según la Secretaría de Salud federal.

Por lo pronto, el gobierno federal enfrentará la epidemia mediante la aplicación de los antivirales Oseltamivir y Zanamivir. De acuerdo con el secretario de Salud, el abasto de estos medicamentos es de un millón de dosis y se tienen pactadas más compras con los laboratorios que los producen
“Tenemos un millón de dosis y van mil casos. Esperemos que esto no tenga una progresión exponencial, (porque) entonces sí nos vamos a poner a batallar”, expuso Córdova Villalobos en la rueda de prensa.

De igual manera, informó que se instalarían puestos ambulantes para repartir protectores bucales. Así se hizo, al menos en el Distrito Federal, y algunos de ellos han estado a cargo del Ejército.

“Nuevamente hacemos un llamado a la población para evitar eventos multitudinarios y lugares concurridos, especialmente a la población de jóvenes, que es la más vulnerable”, dijo Córdova, y agregó que para contener el brote de influenza por virus porcino será clave la oportuna distribución de medicamentos.

Sin embargo, en las calles de la capital mexicana se siente la tensión. Aparte de la suspensión de clases y de todos los eventos públicos que fueron anunciando las autoridades locales, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público extendió el plazo para la Declaración Anual de Personas Físicas hasta el próximo 31 de mayo.

La noche del viernes 24, José Ángel Córdova dijo que aún es temprano para determinar el tiempo que durará la alerta por el brote de influenza de virus porcino en México, pero calculó que en 10 días podría verse cómo evoluciona el comportamiento de la enfermedad.
En entrevista televisiva, Córdova Villalobos reconoció que es muy probable que continúen suspendidas las clases en todos los niveles de escuelas públicas y privadas, tanto en el Distrito Federal como en el Estado de México, “porque va a ser difícil que la epidemia vaya a estar contenida” después del fin de semana.

El funcionario agregó: “De cualquier forma, mañana (sábado 25) voy a tener yo una reunión con el secretario (Alonso) Lujambio (de Educación Pública) y mañana por la tarde-noche estaremos en condiciones de anunciarlo, esto también para que las familias se puedan preparar, y yo entiendo muy bien la necesidad de organizar”.

Se justificó: “Hemos hecho lo de la suspensión de las clases –prosiguió Córdova–, hemos sido prudentes, todavía, de que no haya ninguna suspensión laboral, que esto ya tendría implicaciones mayores. En algunos sitios, aquí por ejemplo, el Gobierno del Distrito Federal determinó acertadamente que se suspendieran muchos de los espectáculos, que hay mucha gente que se congrega y, bueno, estas acciones pudieran irse multiplicando”.

Afortunadamente, dijo Córdova, la OMS no ha decretado la cuarentena y el cierre de fronteras para México, por lo que no hay restricciones para el turismo.

Sin embargo, como la epidemia preocupa a la comunidad internacional por la novedad del virus, la OMS enviará a México expertos en epidemiología que apoyen las acciones del gobierno.

Los medicamentos para controlar la influenza por virus porcino se regalarán en los centros de salud. Ante la inexistencia de una vacuna contra esta enfermedad respiratoria, Córdova recomendó que las personas con síntomas de gripe fuerte se acerquen de inmediato a los centros de salud para que sean atendidas, diagnosticadas y recetadas con el medicamento específico.

Con todo

Ante la situación y los enormes peligros potenciales, el gobierno de Felipe Calderón ha utilizado como herramienta de trabajo un documento titulado Lineamientos para la Estrategia Operativa Multisectorial. Dentro de ésta, se han formado diversos grupos.
En el denominado “Salud” participan la Secretaría de Salud, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), Petróleos Mexicanos (Pemex), el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la Secretaría de Marina-Armada de México, la Cruz Roja, las Asociaciones y Colegios Médicos.

En el llamado “Funcionamiento Económico” incluye a la Secretaría de Economía (SE), la Secretaría de Hacienda (SHCP), la Secretaría de la Función Pública (SFP), el Banco de México, la Asociación de Bancos de México, la Academia Nacional de Ciencias Farmacéuticas, la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica, la Cámara Nacional de la Industria de la Información, la Confederación Patronal de la República Mexicana y el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios.

En el grupo de servicios básicos trabajan la Secretaría de Energía (Sener), la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y el Servicio Postal Mexicano.

En el de “Seguridad” quedaron la Secretaría de Gobernación (Segob), la Dirección General de Protección Civil, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), la Secretaría de Marina-Armada de México, la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) y la Procuraduría General de la República (PGR).

Mientras que en el grupo de “Educación” participan la Secretaría de Educación Pública (SEP), el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) , la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), la Asociación Nacional de Padres de Familia y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

Por separado, el Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE) puso a disposición del gobierno federal el tiempo de Estado que le corresponde en radio y televisión, por un período indefinido, para que la Secretaría de Salud difunda las acciones necesarias para atender la emergencia sanitaria.

El acuerdo, aprobado por unanimidad, indica que si bien la autoridad electoral no interviene en asuntos sanitarios, se encarga de administrar los 48 minutos de televisión y 65 minutos en radio del tiempo del Estado, por lo que de acuerdo con la Constitución el IFE está obligado a aportar ese tiempo en caso de situaciones graves.

Por ello, cuando el gobierno lo decida, podrá hacer uso de estos 113 minutos en los medios electrónicos. El IFE tomó la decisión luego de recibir el viernes 24 una carta del secretario de Salud, en la que le solicita liberar ese tiempo de Estado “para afrontar con prontitud y eficacia la situación, abarcando a la totalidad de los concesionarios y permisionarios de radio y televisión”.

En el documento aprobado se establece que, durante el período que abarque la alerta, la Secretaría de Gobernación (Segob) informará cada tercer día al secretario ejecutivo del IFE, Edmundo Jacobo, sobre el tiempo y los días que requiere para continuar con la atención y control de la emergencia.






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Ciudad enferma*


MARCELA TURATI

De la sorpresa al chacoteo, del escepticismo al susto, los capitalinos cambiaron su estado de ánimo y su apariencia de la noche a la mañana, literalmente. Las historias de familiares de pacientes con influenza –o al menos la sospecha– que hacen guardia fuera de hospitales abarrotados trasminan desconfianza, mientras los rumores se esparcen más rápido que el virus, inmunes a la información oficial que agobia al país.

Brenda Guadalupe Oviedo quizá sea una de las pocas personas que pueda decir que estuvo internada en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), el epicentro nacional de la gripe porcina, y venció al virus de la influenza.

Su aislamiento duró 48 horas, en las que estuvo recostada en una camilla, bajo observación médica, entubada por las fosas nasales y a dosis de antivirales.
Cumplía los requisitos para ser considerada una emergencia sanitaria: tos, temperatura, ataques de asma y parentesco con una mujer bajo aislamiento en ese mismo hospital y con diagnóstico de influenza.

Ese par de días los médicos se dieron cuenta que la joven Oviedo “tenía principios” del virus pero inhibió su desarrollo. Ella se dio cuenta de otras cosas.

“Hay unas 13 personas en cuidados intensivos por la influenza. Unos están en urgencias, pasando de ahí están primero los bebés; más allá, tres o cuatro cuartos con letreros que indican que esos son pacientes con sospecha de influenza, y al fondo están mi mamá y otros. En su puerta dice que ellos sí tienen influenza”, dice sin despegar la vista del hospital.


“Influenza”, “epidemia”, “gripe porcina”, “brote”, “emergencia sanitaria”, son los nuevos terminajos que desde el jueves por la noche encabezan las preocupaciones nacionales.
De un minuto a otro, las noticias sobre la red de ciberpederastas y los pleitos de curas contra narcos fueron sustituidas por la información de la epidemia que tiene semiparalizadas a la capital del país y al Estado de México.

Desde la noche del jueves que el Secretario de Salud, José Ángel Córdova, apareció en cadena nacional anunciando la suspensión de clases por la nueva “amenaza respiratoria”, que tenía pinta de gripe aviar, el ánimo de los capitalinos cambió. Y también su apariencia.
Primero, fue el susto (“es señal del Apocalipsis”, escribieron varios en su facebook).
Después, el escepticismo (“esto es fascismo puro, el nuevo chupacabras”, dijeron los más abusados). Más tarde la sorpresa, cuando se informó que era una mutación porcina. Las bromas pronto se abrieron paso (“en buena onda, no besen a sus patos y puercos”, reclamó alguno; “el chilango es inmune, nunca le pasa nada”, presumió otro).

Entre broma y veraz, los cubrebocas pronto se abrieron paso como accesorio de moda y a medio viernes ya se habían agotado en la mayoría de las farmacias de la ciudad.

La foto de la chilanguiza bajo cuarentena anímica pronto dio la vuelta al mundo. También las imágenes de las mamás despistadas llevando a sus hijos a las primarias clausuradas (“por órdenes presidenciales hoy no habrá clases”) y de los hospitales resguardados por policías con cubrebocas.


Desde el miércoles, el INER parece una fortaleza. Los familiares esperan afuera, ya no duermen por las noches en los pasillos. Sólo pocos logran traspasar el embudo policiaco y llegar a la recepción.

Desde que el diario Reforma informó en su primera plana que la influenza tenía un comportamiento atípico, que estaba más contagiosa que nunca y que no se había esfumado con el invierno, en el hospital cambiaron las reglas.

Los policías comenzaron a bloquear accesos y los administradores a reducir a media hora las visitas a los pacientes y de un solo familiar por turno.


“Persona con virus de influenza”, se lee afuera del pequeño cuarto del INER, en el que duerme sedada Paola Osnaya, ama de casa de 23 años, mamá de una niña de siete.
“Está muy grave. No nos dicen ya nada”, dice desde la calle su mamá, Alejandra Alquizira, mientras espera el horario de visita.
Ella está confundida. Dice que su hija entró con neumonía y empeoró en el hospital.
“Cuando entró nos dijeron que tenía neumonía, después pulmonía y que en la prueba de influenza salió negativa, pero días después pusieron un letrero en la puerta que decía ‘persona con virus de influenza’”, dice perturbada.

La mujer argumenta que antes de que le pusieran “los tubos de oxígeno”, a Paola se le veía bien; traía algo de tos pero ya había superado la temperatura.

“En el Seguro Social, donde la habían revisado, nos dijeron que era una neumonía sencilla que se podía tratar en casa, pero como ya le dolían los pulmones la trajimos aquí. Y no sé si aquí agarró otra cosa, porque se empezó a poner mal.”


El primer día de suspensión de clases, todos los noticiarios se enfocan a dar detalles sobre el nuevo y atípico virus. Comienza la especulación al por mayor de si fue traído de Asia o entró por Estados Unidos, si comer carne de puerco y convivir con cerdos es causa de contagio, si el gobierno inventó el anuncio para distraer la atención, o si dejar de dar besos y caricias responde a una estrategia de “la derecha” gobernante.

“Chavos, calmen la hormona. Nada de besarse y compartirse el chicle con la novia”, bromeaba un locutor de radio al mediodía.

A la una de la tarde, una llamada a Radio 13, de una persona que se identifica como médico que trabaja en el INER, y no da su nombre por “temor a las represalias”, señala que la influenza se salió de control por negligencia del hospital.

“Llega un paciente de Tabasco hace unos días diciendo el padecimiento que tenía y lo ingresan a la sala de urgencias, y de ahí se hizo el contagio, no hicieron caso del diagnóstico y tampoco se armó un cerco sanitario (...) falleció a los cuatro días y las otras 12 personas (que estaban en la sala de urgencias) en el transcurso de esos días. Quisieron tapar las cosas y no dijeron la verdad (…) Aquí hay pacientes y hay enfermeras con ese problema, enfermeras que estuvieron en contacto con los pacientes…”
No es el único que cuestiona lo que pasa puertas adentro del INER.


“Desde que empezó el escándalo a los muertos ya no los sacan con carroza, ahora los sacan en ambulancia. Hay por lo menos dos decesos diarios, pero el miércoles hubo siete”, dice a esta reportera uno de los empleados de este hospital, que se esconde para poder hablar sin ser visto.

Este hombre asegura que el INER es un foco de contagio. Que han ocurrido más muertes que las reportadas.

“Ya no quieren admitir más gente porque aquí es foco de infección. Llegaba gente con gripa, con tuberculosis o neumonía y aquí adentro la influenza se les detonó al doble o al triple. Ya tenía 15 días que se había decretado el brote de influenza, se hizo incontrolable, y gente que no estaba tan mal se agravó y falleció.”

No hay forma de confrontar su dicho con el de la Secretaría de Salud, porque aunque Proceso les solicitó en dos ocasiones una entrevista, no respondieron.


“Hemos estado aquí varios días, hemos visto salir muchas ambulancias y carrozas (fúnebres). Nos informaron que aquí han muerto cinco bebés y sabemos que muchos pacientes tienen también influenza. Yo creo que como 10 de los que vi han fallecido.”
Esto lo dice Diana Fuentes, quien hace guardia sentada junto al puesto de periódicos que en portada y al unísono avisan de la suspensión de clases por el nuevo y contagioso virus. Ella está todo el día pendiente de las noticias que pueda tener de su esposo, Ricardo Jarquín.
La mascarilla que lleva para evitar contagios sólo deja ver sus ojos grandes como de musulmana, y una mata de pelo negro, rizo, largo.

Su esposo Ricardo recorrió consultorios médicos durante una semana, antes de ser atendido en el INER: en el Hospital General le diagnosticaron anginas ulceradas, en las farmacias del “Doctor Simi” le vendieron un remedio que no le sirvió y un médico particular le encontró neumonía (“no nos dijo nada de la influenza”) y sugirió que lo ingresaran al INER.

De tan grave que llegó, Ricardo no hizo antesala, fue trasladado directo a urgencias.
“Otras veces le había dado gripa y tos, pero se le quitaba, y esta última vez fue más grave. Empezó con una infección de garganta, tos, gripa, temperatura que se le quitó pero después le dolían las piernas, tenía ganas de volver, no podía respirar, hasta que lo vimos que se puso morado de la boca, las manos y los pies”, dice Diana, resignada.

“Los doctores nos dicen que dentro de lo que cabe se encuentra estable. Parece que la influenza ya cedió, pero tiene otra bacteria que no reconocen.”

Diana piensa mucho en cómo y dónde pudo haberse contagiado su esposo con esa mutación de virus de influenza. No atina. Cree que pudo haberla pescado en cualquier lado, “en el pesero, la calle, saludando a un conocido”. Lo que sí da por cierto es que la depresión que tuvo su esposo al quedar desempleado le hizo reducir sus defensas.


A la señora Mónica González, otra de las mujeres que hace guardia afuera del INER, no le cabe duda que su esposo Alejandro, de 31 años, se contagió del virus arreglando un gallinero que todavía tenía desperdicios y que se le acentuó cuando viajó a Veracruz en Semana Santa, donde pasó tres días sin camisa ingiriendo bebidas muy frías.

“Ya lo trajimos con mucha tos con flemas, con coágulos de sangre, muchísimo dolor, ya no respiraba bien. Los doctores que lo vieron antes nos dijeron que tenía amígdalas, luego que infección estomacal y luego que la infección era en el oído y la garganta, y que el vómito era por la temperatura”, dice la mujer de ojos verdes y rostro oculto tras el cubrebocas.

Al INER llegó con diagnóstico de neumonía y a manera de bienvenida lo entubaron para ayudarlo a respirar. “Sospechoso de Influenza”, dice el letrero que colocaron afuera de su cuarto.

“Los doctores están investigando dónde agarró la enfermedad, están haciendo muchas preguntas: que si convive con gallinas o aves, o vive cerca de basureros o rellenos, o que si tiene vicios”, dice su esposa.

Ella ya fue advertida por los médicos de que su esposo podría empeorar. Ahora mismo su bebé, de menos de dos años, también está en observación porque presenta calentura.

Dice que desde el viernes los ingresos hospitalarios se tranquilizaron, pero un día antes de que el secretario de Salud aceptara que la influenza se convirtió en epidemia “llegaban y llegaban pacientes: más hombres que mujeres, jóvenes, y una niñita de ocho, nueve años”.


Las opiniones expertas están divididas.

Por un lado, infectólogos como José Luis Arredondo García, del Instituto Nacional de Pediatría, aprueban el procedimiento seguido por las autoridades.
“Lo que está haciendo el gobierno federal junto con los del Distrito Federal y Estado de México es correcto, porque lo primero que hay que hacer es soltar una alerta epidemiológica informando que hay un problema y hay que cuidarse; lo segundo es establecer cercos epidemiológicos, identificar y cercar los casos para que no se diseminen, e informar a la población lo que tiene que hacer para evitar el contagio”, opina.

Por otro lado, no faltan quienes cuestionan la actuación del gobierno. Uno de ellos es Joel Herrera, quien fue asesor de la exsecretaria de Salud del Gobierno del Distrito Federal, Assa Cristina Laurel, y quien culpa al gobierno federal de haber dejado crecer los casos.

“En diciembre no había vacunas para la influenza en la mayor parte de los hospitales, eso lo detectamos. También vimos que desde febrero empezaron a saltar los casos de influenza en el reporte epidemiológico semanal, pero no se cumplieron los protocolos establecidos en el plan nacional que se hizo en 2006, cuando se desarrollo la gripe aviar, para atender una pandemia de influenza. No siguieron el plan establecido y ahora sólo están generando pánico”, critica.


A una cuadra del INER, el cuidacoches Isidro Ahumada García y su compañero de oficio lavan los autos que tienen bajo su cuidado. Se ven curiosos con sus mascarillas antigripales remojando autos.

“Pasaron los doctores para decirnos que no salúdemos ni respíremos cerca de nadie”, informa Isidro cuando se le saca plática.

Y no pierde la oportunidad para soltar el chisme: “Han venido muchos enfermos, vienen graves, gravísimos, más de lo normal”.

En la puerta del hospital no se ven los ingresos de emergencia que reportan los cuidacoches. Sólo familiares que hacen guardia, afuera, a la espera.

Este viernes llegan tres ambulancias, pero las regresan con todo y enfermo. No a todos se les permite el acceso. A algunos les dicen que mejor se busquen otro hospital.


Menudo susto decretar la existencia de una epidemia y anunciar que sólo hay 1 millón de vacunas, en una ciudad como la de México, con 20 millones de habitantes.

En las tres farmacias ubicadas enfrente del INER se escucha todo el viernes la misma conversación mecánica ante cada cliente que ingresa.

–¿Tiene cubrebocas?

–No.

El que sigue.

–¿Tiene cubrebocas?

–Ya no.

Harto de confirmar la negativa, un empleado sólo atina a alzar los hombros. Ni tapabocas ni vacunas ni lociones sanitizantes para desinfectarse las manos que tocaron otros cuerpos.
En la ventanilla de informes del INER ocurre lo mismo.

–Vengo por una vacuna, ¿dónde hay? –pregunta una joven vestida de negro, a quien se le trasluce el susto.

–Ya no hay, se acabó, tenían los centros de salud y los laboratorios pero ya no tienen –le dice la recepcionista.



La declaratoria de emergencia hizo que por primera vez después del temblor del 85 se suspendieran clases en la ciudad de México. Le siguieron el cierre en cascada de museos, auditorios, bares, estadios.

(“Vendo boletos baratos Pumas vs. Chivas”, comenzaron a publicitar algunos por internet antes de que se anunciara que el partido se realizará “a puerta cerrada”, sin público y con las cámaras de televisión como únicos testigos.)


El aviso de la declaratoria de emergencia satura los hospitales. Remuerde la conciencia de todos los que se rehusaban a atenderse médicamente. Ese mismo día una doctora particular se sorprende porque recibe llamadas de 70 pacientes solicitándole cita.

Al INER llegan muchas personas que durante la semana ignoraron sus padecimientos respiratorios.

Una de ellas es una abuela arrepentida, que se transportó desde el Ajusco, con su nieto Jezrael en brazos, después de que escuchó las noticias y contó en más de tres los días en los que el bebé llevaba “con temperatura y moquito”.

En cuanto sale de la consulta donde le explican que sólo padece una gripe típica, la abuela abraza a Jezrael, lo estruja, lo besa, aliviada.


“Paciente con influenza”, se lee afuera del pequeño cuarto del INER donde está internada Laura María Leal, una de esas mujeres adultas queridas por todos sus conocidos: fuerte, alegre, activa, colaboradora en la colonia y en el templo.

El sábado 11 fue uno de esos días en los que sus hijos la vieron especialmente activa. Al día siguiente, de pronto, se acostó en el sillón de su sala y ya no volvió a levantarse.
“Le llegó una temperatura horrible, pensábamos que era gripa nada más: tenía escurrimientos nasales, escalofríos, temperatura, se le cerraron los pulmones y un dolor que la tiró en cama”, dice su hijo Gerardo Oviedo, quien mira hacia la puerta del hospital, esperando a que llegue el momento de las visitas.

Cuando la señora Laura María se quedó inmóvil, Gerardo y su hermana Brenda la llevaron al Hospital Rolosa, de Coacalco, Estado de México, donde le pusieron una mascarilla en la nariz como único tratamiento.

“El hospital no se quiso hacer cargo de mi mamá, nos dijeron que nos rentaban el tanque y que nos la lleváramos en el taxi a otro lado donde la atendieran. Así que rentamos una ambulancia y la trajimos aquí”, dice el joven de 19 años.

Ya en el INER, los médicos le diagnosticaron influenza. Dijeron a Gerardo y a Brenda que como su mamá tiene 50 años aguantaría menos que los jóvenes que estaban muriendo por esa enfermedad. Y que era víctima de una contagiosa epidemia.

Pero por ahora parece que la señora Laura María está venciendo a la gripe porcina.
“Ayer que pasé a que me dieran informes la doctora me dijo que va muy bien, y que así como vamos mi mamá va a ser de los pocos casos que se haigan salvado”, dice sonriente Gerardo.

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Preocupación mundial*


HOMERO CAMPA

Ante el brote de influenza porcina en México, la Organización Mundial de la Salud (OMS) convocó a una reunión urgente del Comité de Emergencia con el propósito de establecer si esta enfermedad y su eventual propagación constituían una amenaza para la salud de la población del planeta.

En esa reunión –programada para el sábado 25 en Ginebra, Suiza–, el comité tenía previsto analizar los informes presentados por la Secretaría de Salud de México, del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos y de un equipo de investigación de la propia OMS que estuvo en México la semana pasada.

En función de ello, la OMS podría elevar el nivel de alerta de pandemia, que hasta el viernes 24 era de 3, en una escala de 1 al 6, y recomendar una serie de medidas: desde emitir advertencias cuando se viaje a México, solicitar apoyo internacional en equipo médico y antivirales, hasta establecer un cerco sanitario al país.

El vocero de la OMS, Gregory Hartl, declaró el viernes 24 que ese organismo requiere mayor información epidemiológica antes de decidir cualquier cambio en la alerta de pandemia. Precisó que los expertos del Comité de Emergencia desean conocer la estructura del genoma del virus A/H1N1–hasta ahora desconocido–, su capacidad de contagio y las medidas e infraestructura existentes en México para controlar su expansión, entre otros aspectos.

“Dado que hay casos asociados con un virus de gripe animal y debido a la expansión geográfica de múltiples brotes comunitarios, así como por lo inusual de los grupos de población afectados, estos sucesos son preocupantes”, señaló la OMS en un comunicado difundido el viernes 24.

Ese mismo día, la organización internacional informó que activó su Centro de Operaciones Estratégicas de Salud, encargado de tomar acciones para controlar problemas graves de salud pública.

Al mismo tiempo, distintos países adoptaron medidas en previsión de que la epidemia de influenza porcina salga de las fronteras de México.

Así, los gobiernos de Estados Unidos, Canadá y México activaron el Plan de Contingencia para Norteamérica con el propósito inicial de “intercambiar información y de establecer una coordinación para tomar medidas preventivas que correspondan al caso”, dijo Julio Camarena Villaseñor, oficial mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, durante una conferencia de prensa celebrada el viernes 24.

“No se trata de una alerta internacional”, atajó el funcionario. Y agregó que hasta ese momento el plan no implica restricción alguna de viajes de mexicanos hacia Estados Unidos y Canadá o la prohibición para exportar productos hacia esos países.

Este plan de contingencia forma parte de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN) firmada por los tres países en 2005, el cual establece una serie de planes y programas conjuntos para, entre otros aspectos, prevenir diferentes modalidades de atentados terroristas como, por ejemplo, ataques bacteriológicos.

Richard Besser, director interino del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), declaró el viernes 24 que era demasiado tarde para contener el brote epidémico de la influenza porcina, cuyo primer caso se presentó en México el pasado 18 de marzo: “Hay indicios que sugieren que su contención no es probable”.

Opciones de control

Hasta la semana pasada, se habían presentado ocho casos de esta enfermedad en Estados Unidos. Según Besser, los expertos del CDC analizaron 14 muestras con cepas virales de pacientes mexicanos y en siete de éstas identificaron la influenza porcina. Aseguró que los componentes genéticos de los virus son similares a los encontrados en los pacientes de Estados Unidos. Sin embargo, destacó un hecho: en ese país el efecto de la enfermedad no ha sido letal y en México sí.

El mismo viernes 24, la OMS, el CDC y la Agencia de Salud de Canadá anunciaron que enviarán expertos en epidemiología para determinar tanto la estructura genética del virus como para recomendar acciones que permitan controlar el brote epidémico.
Al mismo tiempo, el Ministerio de Salud de Francia activó una unidad de crisis con el propósito de seguir la evolución de la “situación sanitaria en México”, según un comunicado emitido por la Dirección General de Salud de ese país.

“Una reunión interministerial tuvo lugar el viernes 24 en París para hacer un balance de la situación y pensar en las medidas que deben implantarse a nivel nacional (en Francia)”, expresó el comunicado. Y añadió que la “unidad de crisis emitirá recomendaciones para los franceses que viven en México y consejos para los que viajen allí”.

Por su parte, mediante un boletín el Ministerio de Salud de Nicaragua declaró la “alerta sanitaria” ante un eventual brote de influenza porcina en su territorio. Lo hizo como “una medida de prevención” después de que la OMS confirmó la aparición de la enfermedad en México y Estados Unidos.

En Colombia, el gobierno de Álvaro Uribe envió una alerta a funcionarios de puertos, aeropuertos y puntos fronterizos para “reforzar la vigilancia sanitaria” de mercancías, según informó a la agencia Reuters una fuente del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), autoridad en materia de control sanitario de productos y servicios.

De manera similar, la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) de Brasil ordenó al personal de puertos, aeropuertos y puntos fronterizos aumentar el control de pasajeros y equipajes de viajes provenientes de México.

Según un comunicado de esa dependencia, personal de inmigración “orientará” a los viajeros que van a México sobre la situación sanitaria de este país. Además, debe aumentar las precauciones ante posibles casos de contagio, incrementar las inspecciones de carga y equipaje, así como reforzar las medidas de limpieza y desinfección de los medios de transporte.

Y el Ministerio de Salud de Chile informó el viernes 24 en un comunicado que “está atento a la evolución del brote de influenza porcina (en México), y cualquier modificación o alerta que surja de la OMS será comunicada de manera oportuna a la opinión pública”.
Y, entre tanto, anunció que la Comisión Nacional de Respuesta a Brotes y Emergencias Sanitarias reactivó ya un “plan de prevención”.

*Tomados de la revista Proceso.