Legalizan "chuchinero" en el PRD
Tomados de La Jornada, Helguera, Hernández y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.
La pluralidad política en un país esta basada en la diversidad de ideas, de planteamientos y de programas. El ideario de un partido político puede no estar en contradicción con el de otro, pero sí la forma de llevarlo a cabo. En términos generales existen diversos partidos porque se tienen diversas visiones de país. Analistas sostienen que los partidos Republicano y Demócrata en Estados Unidos no presentan en lo fundamental ninguna postura opuesta. Si bien, los demócratas impulsan mayores programas sociales y los republicanos mayores apoyos a los grandes empresarios, ambos responden a intereses de cúpula y no a los de los electores.
En México sucede lo mismo. El PAN y PRI mantienen desde hace décadas una política depredadora de los recursos y riquezas nacionales en una simbiosis que los hace inseparables. En su camino siempre han sido acompañados por partidos de “oposición” a modo que son comparsa de aquellos. Por esa ruta pasaron el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), el Partido Popular Socialista (PPS) y Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN), de donde proviene el grupo integrado por Los Chuchos del PRD.
Desde siempre estos “opositores” pagados por los gobiernos en turno con dinero de los impuestos de todos los mexicanos, han sabido corresponder a las millonarias dádivas “oponiéndose” y al final “llegando a acuerdos por el bien de México”.
No es nada nuevo en la política mexicana de simulación democrática. Por eso no sorprendió que al asaltar al PRD esa “izquierda moderna” planteara “llegar a acuerdos con el poder por el bien de México”. Diríamos que está en ellos el gen de la avaricia.
La resolución de ayer del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que avala el “triunfo” del Chucho mayor, Jesús Ortega, a la presidencia nacional del PRD no es más que la continuación del fraude electoral de 2006 en contra de millones de mexicanos. Los paralelismos son sorprendentes. Las acusaciones de fraude y uso de cuanta artimaña pudiera servirles para lograr la presidencia fueron hechas por ambos contendientes, Jesús Ortega y Alejandro Encinas. Ante la imposibilidad de lograr un conteo “real” de los votos el PRD declaró nula la elección para presidente y válida la de consejeros. Durante la trifulca Los Chuchos se negaron de manera categórica al conteo voto x voto. Tampoco accedieron que en la calificación de la elección estuvieran presentes ciudadanos o filmara Luis Mandoki, cineasta director de Fraude. Los medios de comunicación se dieron vuelo asegurando que se trataba de un “cochinero” o “chuchinero” –como afirmó Encinas- y que no había confiabilidad en el partido.
Ayer la cara de los medios fue otra. Olvidaron el “chuchinero” y festejaron el nombramiento de Jesús Ortega. El tribunal expresó los mismos “argumentos” usados para darle el “triunfo” al pelele Felipe Calderón Hinojosa. Sí hubo “irregularidades” (22.88%), pero estas no son suficientes para anular la elección como lo había determinado la Comisión de Garantías perredista. Así que el tribunal ordenó al PRD ungir al Chucho mayor como dueño de la franquicia llamada PRD. Aunque el tal Ortega lo ha negado, queda claro que la “chicanada” es parte del pago a Los Chuchos de Nueva Izquierda, por el asalto a la nación llamado reforma de Pemex. En correspondencia el Chucho Ortega, ya anunció que tendría un acercamiento con el usurpador Calderón Hinojosa. Ni falta hacía que lo declarara, pues el “acercamiento” llegó hasta la cocina desde hace meses. La pregunta es ¿de que servirá el control –que ya lo tenían- de un partido cascarón como el PRD? Si de todas formas la oposición real no ha estado en el Congreso de la Unión, ni en las gubernaturas perredistas, sino en la resistencia civil pacífica. No se trata pues de una derrota –a lo mejor si lo es para los interesados en seguir usufructuando los recursos pagados con los impuestos de todos los mexicanos-, mas bien quedó todo claro y nítido. Los hechos han puesto a los corruptos en su lugar, todos de un mismo lado que ahora lucen los colores verde, rojo, blanco, azul, amarillo y negro. ¿Se podría pedir mayor congruencia y claridad? Para cualquier ciudadano interesado en un cambio, ahora tiene claro por quienes no votar, incluidos los otros partidos comparsa como el Panal, el Verde y el PSD.
La siguiente colaboración fue tomada del periódico La Jornada.
En México sucede lo mismo. El PAN y PRI mantienen desde hace décadas una política depredadora de los recursos y riquezas nacionales en una simbiosis que los hace inseparables. En su camino siempre han sido acompañados por partidos de “oposición” a modo que son comparsa de aquellos. Por esa ruta pasaron el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), el Partido Popular Socialista (PPS) y Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN), de donde proviene el grupo integrado por Los Chuchos del PRD.
Desde siempre estos “opositores” pagados por los gobiernos en turno con dinero de los impuestos de todos los mexicanos, han sabido corresponder a las millonarias dádivas “oponiéndose” y al final “llegando a acuerdos por el bien de México”.
No es nada nuevo en la política mexicana de simulación democrática. Por eso no sorprendió que al asaltar al PRD esa “izquierda moderna” planteara “llegar a acuerdos con el poder por el bien de México”. Diríamos que está en ellos el gen de la avaricia.
La resolución de ayer del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que avala el “triunfo” del Chucho mayor, Jesús Ortega, a la presidencia nacional del PRD no es más que la continuación del fraude electoral de 2006 en contra de millones de mexicanos. Los paralelismos son sorprendentes. Las acusaciones de fraude y uso de cuanta artimaña pudiera servirles para lograr la presidencia fueron hechas por ambos contendientes, Jesús Ortega y Alejandro Encinas. Ante la imposibilidad de lograr un conteo “real” de los votos el PRD declaró nula la elección para presidente y válida la de consejeros. Durante la trifulca Los Chuchos se negaron de manera categórica al conteo voto x voto. Tampoco accedieron que en la calificación de la elección estuvieran presentes ciudadanos o filmara Luis Mandoki, cineasta director de Fraude. Los medios de comunicación se dieron vuelo asegurando que se trataba de un “cochinero” o “chuchinero” –como afirmó Encinas- y que no había confiabilidad en el partido.
Ayer la cara de los medios fue otra. Olvidaron el “chuchinero” y festejaron el nombramiento de Jesús Ortega. El tribunal expresó los mismos “argumentos” usados para darle el “triunfo” al pelele Felipe Calderón Hinojosa. Sí hubo “irregularidades” (22.88%), pero estas no son suficientes para anular la elección como lo había determinado la Comisión de Garantías perredista. Así que el tribunal ordenó al PRD ungir al Chucho mayor como dueño de la franquicia llamada PRD. Aunque el tal Ortega lo ha negado, queda claro que la “chicanada” es parte del pago a Los Chuchos de Nueva Izquierda, por el asalto a la nación llamado reforma de Pemex. En correspondencia el Chucho Ortega, ya anunció que tendría un acercamiento con el usurpador Calderón Hinojosa. Ni falta hacía que lo declarara, pues el “acercamiento” llegó hasta la cocina desde hace meses. La pregunta es ¿de que servirá el control –que ya lo tenían- de un partido cascarón como el PRD? Si de todas formas la oposición real no ha estado en el Congreso de la Unión, ni en las gubernaturas perredistas, sino en la resistencia civil pacífica. No se trata pues de una derrota –a lo mejor si lo es para los interesados en seguir usufructuando los recursos pagados con los impuestos de todos los mexicanos-, mas bien quedó todo claro y nítido. Los hechos han puesto a los corruptos en su lugar, todos de un mismo lado que ahora lucen los colores verde, rojo, blanco, azul, amarillo y negro. ¿Se podría pedir mayor congruencia y claridad? Para cualquier ciudadano interesado en un cambio, ahora tiene claro por quienes no votar, incluidos los otros partidos comparsa como el Panal, el Verde y el PSD.
La siguiente colaboración fue tomada del periódico La Jornada.
¿Rectificación?
Octavio Rodríguez Araujo
Algo rarísimo está pasando en México. O Felipe Calderón cambió de asesores o simplemente está rectificando sus creencias económicas con las que se presentó en la contienda por la Presidencia de la República. Dos párrafos que tomo de La Jornada on line (11/11/08) revelan este cambio de orientación en su gobierno, si acaso no se trata sólo de una propuesta para la Cumbre del G-20 en Washington, sino de una convicción a materializar en México. ¿Será?
Dijo Calderón: “Es fundamental que entendamos que el mercado se necesita, pero que no resuelve todo, que el mercado es condición necesaria, pero no suficiente para darle satisfacción plena a los requerimientos humanos, y en consecuencia se requiere la acción rectora del Estado”.
Y más adelante añadió que “se tiene que hacer un replanteamiento de fondo a las cosas que determinan el rumbo de la humanidad, entender que la ‘mano invisible’ que es el mercado no puede ni tiene capacidad de enfrentar estos problemas sin la regulación del Estado”.
De llevar a cabo lo afirmado, Calderón le daría la vuelta en U a las políticas clásicas del neoliberalismo para andar por el camino contrario: la intervención estatal como forma de regular las contradicciones económicas propias del capitalismo salvaje y del dominio de los mercados sobre el futuro de la humanidad. La intervención del Estado para atender las necesidades de los ciudadanos comunes, víctimas crecientes de las políticas neoliberales que ha impuesto el régimen tecnocrático desde los tiempos de López Portillo y acentuadas, con maldad diabólica, durante los gobiernos de Salinas y sucesores, fieles seguidores del Consenso de Washington, del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.
Quizá la crisis económica en Estados Unidos, que alcanzó al resto del mundo como coletazo de cocodrilo, le abrió los ojos al ocupante de Los Pinos. Tal vez fue el triunfo de Obama el que lo sensibilizó al ganar aquél tan arrolladoramente con una promesa de cambio que todo mundo entendió como una condena a George W. Bush y sus políticas neoliberales tan necias como tardías. Es probable también que su aparente rectificación sólo sea fingida para tratar de convencer al pueblo mexicano de que el PAN no es tan malo, con miras a la renovación de la Cámara de Diputados el próximo año.
No sé, pero si Calderón conduce sus políticas económicas en el sentido de lo que piensa proponer en Washington, el país podría retomar el rumbo de la sensatez económica que incluye la regulación del mercado, de las inversiones y hasta de la ganancia, todo esto para favorecer el desarrollo nacional que beneficie a todos y no sólo a los grandes capitales nacionales, extranjeros y mixtos.
La verdad, no le creo a Calderón. Pero si él fuera sincero tendría que iniciar su vuelta en U desde ahora, por ejemplo proponiendo un presupuesto de egresos que llegara un poco más allá de su anunciado Programa para Impulsar el Crecimiento y el Empleo. Los cinco puntos de su programa son “ampliar el gasto público, particularmente en infraestructura para estimular el crecimiento; modificar las reglas del gasto para agilizar su ejercicio; la construcción de una refinería; el lanzamiento de un programa extraordinario de apoyo a las pequeñas y medianas empresas y un programa de desregulación y desgravación arancelaria”. Pero faltaría la ampliación del gasto para que todos los mexicanos tengan seguridad social y educación gratuita y de calidad, además de mayor inversión en investigación básica y aplicada. Aunque obvio, también faltan programas de inversión para el desarrollo de las amplias zonas de pobreza extrema, especialmente indígenas. El reto es enorme y es claro que no se resolverá en corto plazo, pero siempre se empieza por algo, si acaso de veras se quiere.
Mucho se estaría ahorrando el país, incluso en vidas, si desde el principio de su gobierno se hubiera concretado lo que Calderón ahora propone. En lugar de dar de palos al avispero del crimen organizado, con un costo tan alto como el que ahora tiene, hubiera sido más benéfico atender la pobreza del país con medidas regulatorias y con incremento del gasto público en materia social. Quizá ahora se entienda a cabalidad el significado del eslogan de López Obrador: “Primero los pobres”, que tanto fue criticado y tergiversado para asustar a los que tenían su dinerito en el banco.
Fue, pienso, la crisis económica mundial la que abrió los ojos de los asesores económicos de Calderón. No es tarde para rencauzar el rumbo del país. Falta por ver si no se trata de un discurso más con fines electorales. Lo sabremos pronto.
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