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martes, septiembre 02, 2008

Miles rechazan mentiras del pelele Calderón Hinojosa






Tomados de La Jornada, El Fisgón, Hernández y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.

Aumentos en los energéticos, violencia, inseguridad, desempleo y carestía son los saldos de 21 meses de desgobierno del pelele Felipe Calderón Hinojosa y de casi 8 años del panismo rapaz en Los Pinos. El 1 de septiembre comenzó con el fin del besamanos al primer mafioso de la nación, pero también con incrementos en combustibles, electricidad y mentiras en cadena nacional.

Hoy como nunca es imposible acallar el descontento de millones de mexicanos que no se “tragan” los anuncios publicitarios del usurpador Calderón Hinojosa y sus compinches de los poderes fácticos. Ayer protestaron en todo el país cientos de miles de trabajadores y campesinos hartos no sólo de la inseguridad, sino de que en el país no crezca más que la violencia, corrupción, impunidad, el desempleo, los precios y la inflación.

De nada sirvieron los miles de millones de pesos –del dinero de los mexicanos- gastados en la publicidad transmitida día y noche por radio y televisión, para dibujar un país imaginario –Fecalandia-, el mismo del que siempre habló el ladrón y corrupto Vicente Fox Quesada.

Como siempre que se trata de una protesta ciudadana organizada por la sociedad civil –no por los empresarios y los medios electrónicos- la televisión y radio decidieron que no existiera. Tal fue el caso del mitin del domingo en el Monumento a la Revolución, donde miles de ciudadanos refrendaron su decisión de combatir la privatización de Pemex. O de las marchas de ayer donde cientos de miles rechazaron el país de la inseguridad, desempleo y carestía que ha dejado el espurio Calderón Hinojosa y sus ineptos compinches.

Para los medios fue sólo el día en que murió el ritual presidencial del informe anual. Nada les importó que el pelele Calderón Hinojosa mintiera por enésima vez al afirmar que hubo una disminución de casi 20 por ciento en secuestros, respecto al año pasado. Aun cuando la PGR dijo hace unos días que este flagelo de la sociedad había crecido 9.1 por ciento.

Hasta sus aliados políticos del alto clero católico le exigieron que informara de forma “veraz y transparente” la situación que guarda el país con sus angustias, esperanzas y soluciones.

La respuesta fue la misma de siempre: la transformación del país “avanza en la dirección correcta”. No importa que haya prometido bajar el precio de la electricidad –y que una diputada de su partido, el PAN, hiciera una protesta por no cumplir- y que ésta en lugar de bajar suba más de 11 por ciento este año. O que los precios de las gasolinas se incrementen hasta cuatro veces al mes. O que la Inflación sea del 6 por ciento en lugar del 3. O que el crecimiento económico será del 2.5 por ciento o menos, en lugar del 4 por ciento prometido. Las mentiras siguieron y los medios electrónicos continuaron repitiéndolas al mismo tiempo que sacaron de sus pantallas y radiotransmisores al México real, el de la carestía, el del desempleo, en de la protesta social y el del enojo ciudadano. El verdadero: ¡Ya basta!



Los siguiente materiales fueron tomados de la revista Proceso.









Promoción personal

Jesús Cantú

Con el pretexto de que ahora existe un nuevo formato para rendir el informe de gobierno, y al amparo de una disposición del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) cuya constitucionalidad es cuestionable, el presidente Felipe Calderón invade las pantallas televisivas durante dos semanas para promocionar su imagen y sus acciones de gobierno.

Tras la reforma constitucional de 2007, que prohíbe en el artículo 134 la promoción personalizada de cualquier servidor público, los legisladores suavizaron la disposición en una modificación al Cofipe que concede a los funcionarios públicos 13 días anuales para difundir su imagen en relación con su “informe anual de labores o gestión”.

La norma constitucional señala contundente: “La propaganda, bajo cualquier modalidad de comunicación social, que difundan como tales los poderes públicos, los órganos autónomos, las dependencias y entidades de la administración pública y cualquier otro ente de los tres órdenes de gobierno, deberá tener carácter institucional y fines informativos, educativos o de orientación social. En ningún caso esta propaganda incluirá nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personalizada de cualquier servidor público”.

Inclusive precisa en su último párrafo que “las leyes, en sus respectivos ámbitos de aplicación, garantizarán el estricto cumplimiento de lo previsto en los dos párrafos anteriores, incluyendo el régimen de sanciones a que haya lugar”.

A su vez, el párrafo 5 del Cofipe, en lugar de garantizar el estricto cumplimiento de la prohibición de hacer propaganda, bajo cualquier modalidad de comunicación social, señala:

“Para los efectos de lo dispuesto por el párrafo séptimo del artículo 134 de la Constitución, el informe anual de labores o gestión de los servidores públicos, así como los mensajes que para darlos a conocer se difundan en los medios de comunicación social, no serán considerados como propaganda, siempre que la difusión se limite a una vez al año en estaciones y canales con cobertura regional correspondiente al ámbito geográfico de responsabilidad del servidor público y no exceda de los siete días anteriores y cinco posteriores a la fecha en que se rinda el informe. En ningún caso la difusión de tales informes podrá tener fines electorales, ni realizarse dentro del período de campaña electoral.”

El Cofipe modifica una disposición constitucional al decidir que los promocionales difundidos con motivo de un informe de gobierno –eufemísticamente llamados mensajes– no son propaganda.

Ninguno de los actores facultados para cuestionar la constitucionalidad de la norma –es decir, cualquiera de los partidos políticos que votaron en contra de la reforma electoral–, lo hizo, y, en consecuencia, hoy la norma está vigente y los gobernantes aprovechan sus 13 días de fama pública para saturar el espectro radioeléctrico.

Además de aprovechar esta cuestionable norma reglamentaria, el presidente Calderón confunde dos conceptos fundamentales de la democracia: rendición de cuentas y estado de derecho. En el primer caso, él utiliza como sinónimos informar y rendir cuentas; en el segundo, limita el estado de derecho al combate a la delincuencia.

En el primer promocional de nueve minutos, difundido el lunes 25 de agosto, Calderón señala textualmente: “En México están ocurriendo muchos cambios; uno de ellos consiste en que el Congreso de la Unión aprobó un nuevo formato para el informe de gobierno, el cual será entregado únicamente por escrito, y ahora rendiré cuentas a los ciudadanos de manera diferente. Es por ello que ahora te hablaré, en los próximos días, sobre los temas más importantes en la vida del país. Mi propósito es informarte sobre la situación y el rumbo de México y también sobre lo que estamos haciendo para que tú y tu familia puedan vivir mejor”.

Al margen de que la promoción de las acciones de gobierno –eso son en realidad los “mensajes diarios”– se da en forma de información sesgada e incompleta, cabe subrayar que la información es simplemente el primer elemento indispensable de la rendición de cuentas. Para convertirse en rendición de cuentas es preciso que, por lo menos, el presidente también justifique sus decisiones y acciones, es decir, explique las razones que lo llevaron a actuar o a decidir de una determinada manera, cuáles eran las alternativas disponibles y por qué considero que su opción era mejor que las otras.

Del mismo modo, la rendición de cuentas no abarca únicamente la obligación de los servidores públicos de informar y justificar sus actos, sino también el derecho de los ciudadanos de solicitar la ampliación de la información y cuestionar las decisiones, con la posibilidad de sancionar a políticos y funcionarios que hayan incumplido sus responsabilidades.

Así, aun concediendo que el presidente está informando a los mexicanos, faltaría que justificara sus actos, que respondiera las demandas de los ciudadanos y que fuera susceptible de ser sancionado por sus errores u omisiones.

En el promocional transmitido el miércoles 27, identificado por la Presidencia como “Estado de derecho”, Calderón dedica seis minutos a hablar de las reformas legislativas para combatir la delincuencia organizada y mejorar la procuración e impartición de la justicia, del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, y de las acciones de su gobierno en la lucha contra la delincuencia, para concluir: “Al consolidar el estado de derecho estamos contribuyendo a dejarle a nuestros hijos un México más ordenado y seguro en donde todos podamos vivir mejor”.

Confunde, pues, la vigencia plena del estado de derecho con el combate a la delincuencia organizada. Y aunque éste sin duda es parte de aquélla, olvida que la esencia del mantenimiento de un estado de derecho es controlar y limitar el ejercicio del poder público y tutelar los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Para confirmar el carácter promocional de sus mensajes, Calderón introduce –al menos en los cuatro mensajes difundidos hasta el jueves 28– el término vivir mejor, que es el programa estandarte del sexenio.

De modo que una vez concluido el rito presidencialista que se realizaba en el Congreso de la Unión, ahora el 1º de septiembre se aprovecha para promocionar la imagen y el discurso presidenciales en los medios de comunicación, particularmente en la radio y la televisión.


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Economía: La crisis, implacable

Carlos Acosta Córdova

Sordo a las críticas y desdeñoso de los análisis en los cuales se advierte que en los últimos meses la economía nacional ha ido en declive, el presidente Felipe Calderón se ufana de que el país avanza. Así

lo pregonó en los días previos a la entrega de su Segundo Informe. Pero ese optimismo desbordado se enfrenta con los datos duros: la inflación es del doble de lo previsto, el desempleo está en su punto más alto, el consumo de bienes y servicios se desplomó, la inversión extranjera se retrajo...

Amediados de enero pasado, el banquero español Francisco Luzón López, consejero y director general de la División América del Grupo Financiero Santander –que celebraba en Acapulco su conferencia anual latinoamericana, con cientos de representantes del gremio, de México y otros 25 países–, le advirtió al presidente Felipe Calderón:

“Pese a nuestro optimismo racional sobre el futuro a corto plazo de la economía internacional, ninguno de nosotros le recomendaríamos que descartara totalmente un escenario peor de lo esperado, con menos crecimiento, más inflación y mucha mayor volatilidad.”

Añadió: “Pese a que su probabilidad de suceso sea baja hoy, siempre hay que estar preparado para lo peor, porque lo peor puede ocurrir. En ese entorno internacional francamente hostil, sería inevitable que México creciese menos de lo que le anticipamos, y sería también inevitable de que pese a que el shock sea externo, usted y su gobierno se afanasen por buscar medidas que acortasen la intensidad y la duración de la fase recesiva”.

Eran días en que ya asomaban los nubarrones que tienen hoy ensombrecida la economía mundial. Días también, empero, en que el gobierno mexicano mantenía vigentes sus principales previsiones económicas para 2008: crecimiento del PIB cercano a 4%; inflación de 3%; tasas de interés no mayores a 7%; abundante creación de empleos, finanzas públicas en equilibrio, actividad industrial al alza…

Pero Calderón no le hizo caso al español. Por el contrario, envalentonado, respondió:

“Pues a mí esto del escenario preocupante de 2008, realmente hasta me emociona un poquito y me asegura que vamos a salir extraordinariamente bien este año 2008.”

Exultante, aseguró que aun cuando haya un escenario adverso, el país tiene “la posibilidad y la capacidad de salir adelante”. Hay quienes, dijo, ante un escenario bajo presión pierden la paciencia y la habilidad, pero también hay quienes ante él se retan, se desafían y agudizan el instinto para salir adelante.

Largo el discurso, con una sola idea: cualquiera que sea el tamaño e intensidad de la crisis económica en Estados Unidos, México saldrá indemne. Aventuró Calderón: “Ante una tormenta, por fuerte que se avecine, tenemos un navío de gran calado, que tiene una enorme estabilidad, una balastra que es capaz de sostenerla y sostenerla con rumbo ante cualquier circunstancia que enfrente”.

Han pasado siete meses de aquel optimismo desbordado y la economía nacional se encuentra a un paso del despeñadero: la inflación es del doble de lo previsto; la economía en general crece a la mitad de la meta, aunque algunos sectores están estancados o contraídos; el desempleo, en su punto más alto; el consumo de bienes y servicios, desplomado; la actividad industrial se cae; la inversión extranjera se retrae; las tasas de interés, tres veces más altas que en Estados Unidos…

Pero así como no escuchó al banquero español, Calderón tampoco le hace caso ni atiende a esta realidad. En los spots televisivos, con los que está sustituyendo el mensaje que sería parte de su segundo informe de gobierno, apenas reconoce que el país está enfrentando “uno de los peores ambientes económicos internacionales” –recesión y altos precios de energéticos y alimentos–, pero aun así insiste: la economía mexicana “ha resistido con solidez este escenario económico adverso, y poco a poco vamos saliendo adelante”.

En lo principal, dice en sus mensajes de televisión e internet, vamos bien: la economía avanza; el empleo crece; la inflación está baja; la inversión extranjera sigue llegando…

Pero la realidad es otra. En las encuestas que realiza el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) para conocer el grado de confianza sobre la marcha actual y el rumbo futuro de la economía, así como la percepción sobre su particular situación, familias y empresarios coinciden de manera contundente: en 2008 nos está yendo mal; y en 2009 nos irá peor.

La visión de los consumidores

Desde 2001, el entonces Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) y el Banco de México instrumentaron un mecanismo para medir las apreciaciones de la población sobre el desempeño económico del país y de los hogares. Es el Índice de Confianza del Consumidor, que se construye a partir de los resultados de una encuesta que levanta ese instituto durante los primeros días de cada mes en una muestra de casi 2 mil 500 viviendas urbanas a nivel nacional. Y a partir de 2004 hacen lo propio con los empresarios, a través del Índice de Confianza del Productor.

Los resultados más recientes son los de julio. Y en ambos casos, la confianza de personas y empresarios registró el nivel más bajo desde que se hacen esas encuestas. En el caso de los consumidores, el índice general pasó de 104.8 puntos en julio de 2007 a 88.4 puntos en julio de 2008. Una caída en la confianza de 15.6%. Que es como decir que la gente hoy se siente peor, en casi 16%, que hace un año, en relación con su situación económica particular y con la del país.

Y al explorar en los temas particulares sobre los que se le pregunta a los entrevistados, los resultados de julio fueron éstos: la gente cree que hoy su situación económica, y la de sus hogares, es 9.2% peor que la de hace un año y que para dentro de 12 meses dicha situación estará más mal que la actual en 10.4%.

Por lo que respecta a la situación económica del país, los entrevistados consideraron que está peor en 16.2% en julio de 2008 que en julio de 2007; incluso sostiene que en un año más la situación económica del país empeorará 18.3%.

Pero el dato más crudo, que revela el sentir de las familias sobre su situación económica muy particular, lo arroja la respuesta a la pregunta: “Comparando la situación actual con la de hace un año, ¿cómo considera en el momento actual las posibilidades de que usted o alguno de los integrantes de este hogar realice compras tales como muebles, televisor, lavadora, otros aparatos electrodomésticos, etcétera?”. En este caso se registró el índice más bajo de toda la encuesta: 77 puntos que, comparados con los 102.3 puntos de julio de 2007, significan una caída de 24.3%.

En suma, la situación económica familiar y del país, en la perspectiva de los consumidores, es ahora más mala que hace un año y será peor dentro de 12 meses.

Igual pasa con los empresarios del sector manufacturero. El Índice de Confianza del Productor cayó 9.2 puntos, 17%, de julio a julio. En otras palabras, creen que la situación actual y futura, de sus empresas y del país, es peor 17% que hace un año. Pero en los temas particulares, los datos son más reveladores. Por ejemplo, la confianza para invertir en este momento cayó 40%.

Y tampoco creen que esté bien la situación de sus empresas ni que les vaya mejor el próximo año. Creen que hoy están peor en casi 13% que en 2007 y para 2009 su situación empeorará 9% más.

Prioridad a la macroeconomía

Aun cuando las autoridades económicas revisan con frecuencia las metas para los principales indicadores económicos, tanto el Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacional y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) desestiman los nuevos pronósticos. En particular el del crecimiento económico, que el gobierno espera cercano a 3% para fin de año, mientras que aquéllos lo ubican de 2.5% hacia abajo.

Apenas la semana pasada la Cepal dio a conocer su más reciente balance sobre el comportamiento económico de los países de la región. Y México fue el de la peor calificación, pues –dice el organismo dirigido por la mexicana Alicia Bárcena– pese a los extraordinarios beneficios que le han significado los altos precios internacionales del petróleo, México registrará en 2008 y 2009 el peor desempeño económico de entre todas las naciones del subcontinente americano: su Producto Interno Bruto apenas crecerá 2.5% en cada año.

Y critica que desde hace varios lustros los gobiernos mexicanos han dado prioridad a la estabilidad macroeconómica –como ahora– que, si bien le han permitido al país tener una de las inflaciones más bajas de la región, le han impedido impulsar un mayor crecimiento económico.

Y respecto de los programas implementados por el actual gobierno –sobre todo proyectos de inversión en infraestructura– para aminorar el impacto en México de la desaceleración económica estadunidense, la Cepal dice que “sus efectos en la reactivación de la economía no están claros por el momento”.

En la tabla comparativa que presenta la Cepal en su estudio sobre el desempeño económico de los países de la región, se observa, efectivamente, que en este año México alcanzará un crecimiento de 2.5% en su Producto Interno Bruto. Que es no sólo inferior al 4.7% promedio esperado en 2008 para el conjunto de países, sino por debajo inclusive de los crecimientos, de 3%, que experimentarán países como Haití y Nicaragua. Y muy lejos del 8% de Panamá, 7.5% de Uruguay o el 7% de Argentina y Cuba.

Día tras día, las malas noticias sobre la economía se suceden en cascada:

En materia de crecimiento económico, el presidente Calderón dice que ahí la llevamos, “saliendo poco a poco”. La realidad es que vamos para atrás. La meta original de 3.7% de aumento en el PIB, para todo el año, quedó descartada por completo. De acuerdo con el Inegi, la economía sigue en picada: en el segundo trimestre del año, el PIB apenas creció 2.8% respecto del mismo período de 2007, pero por debajo del 3.3% registrado en el trimestre previo. Y si se considera el hecho de que este trimestre tuvo más días laborables –pues la Semana Santa cayó en marzo–, el Inegi señala que, por ese efecto, el PIB sólo creció 2.1% en términos reales entre abril y junio.

Pero las cifras que más muestran el declive de la economía son las que los especialistas llaman “desestacionalizadas”, es decir, aquellas de las que se excluyen todo tipo de distorsiones (como ese de más o menos días laborables). Así, el Inegi ha informado de cómo la actividad económica ha caído constantemente. En el segundo trimestre de 2007 la economía creció 1.32%; en el tercero, 1.12%; en el cuarto, 0.95%; en el primero de 2008 decreció 0.12% y en el segundo trimestre de este año creció 0.16%. Con esas cifras, los especialistas afirman que la economía mexicana prácticamente está estancada, ya muy cerca de la recesión.

Todo ello producto obviamente de la desaceleración de la economía estadunidense, que se ha traducido en una menor demanda de productos mexicanos, en una reducción de los envíos de dinero de residentes mexicanos allá (remesas) y en un encarecimiento del acceso al financiamiento externo.

Pero la contracción económica también se debe, entre muchas otras causas, a las políticas restrictivas, monetarias y crediticias, que instrumenta el Banco de México para contener la inflación. Aunque sin mucho éxito, pues ésta –según la propia institución– amenaza con acabar en 6% para finales de año. El doble del pronóstico original.

Más allá de la cifra –que ciertamente es de las más bajas en todo el continente, como festina Calderón en sus spots–, la realidad de los precios es otra si se atiende a los bolsillos de la gente, a su capacidad de compra. Es decir, que la inflación sea de casi 6% en los registros macroeconómicos, no le dice nada al consumidor común y corriente que debe comprar mucho más caro hoy los productos más indispensables, como los alimentos.

Datos del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía de la UNAM, una institución que durante más de 20 años ha dado seguimiento puntual de la evolución de los precios, los salarios y el empleo en el país, dan cuenta de esa otra realidad inflacionaria: en lo que va de la administración de Felipe Calderón, el aguacate ha subido 168%; el pan dulce, 100%; el frijol, 100%; aceite comestible, 95%; queso blanco, 71%; pan blanco, 65%; huevo, 64%; hígado de res, 61%; pescado, 50%.

Según el CAM, para comprar la canasta alimenticia recomendable se requerían 81 pesos en diciembre de 2006; ahora se necesitan 116 pesos. Es decir, lleva un aumento acumulado, en lo que va del sexenio, de 43.13%, mientras que los salarios mínimos, en el mismo lapso, sólo han aumentado 8.05%.

Pero aun en las cifras oficiales de inflación, no queda bien parada esta administración. En la primera quincena de agosto la inflación aumentó 0.31% –que da una inflación anualizada de 5.53%, arriba de la meta del Banco de México–, que es el segundo registro más alto en los últimos seis años, sólo superado por el 0.38% de la primera quincena de agosto de 2004.

La meta original de 3% de inflación que se fijó para finales de 2008, se alcanzaría, según el Banco de México… hasta 2010.

Con mucho énfasis, Felipe Calderón celebra en sus spots televisivos que “el empleo también ha seguido creciendo. Ya van 800 mil nuevas fuentes de trabajo en el país desde el inicio de mi gobierno”. Se cuidó de no hablar de los empleos perdidos, del desempleo. Pero el Inegi informó apenas el 20 de agosto que el desempleo llegó a su nivel más alto en 42 meses, al ubicarse en 4.15% en julio. Eso quiere decir que en desempleo abierto había en julio alrededor de 1 millón 900 mil personas, 270 mil más que en junio.

Eso en términos de la desocupación en general, porque en las grandes urbes, también según el Inegi , el desempleo alcanzó en julio la cifra de 5.2%, comparable al de los años que siguieron al error de diciembre de 1994.

En paralelo al creciente desempleo, la misma institución reportó que poco más de 12 millones de personas, 27.5% de la población ocupada, trabajan en la economía informal. Es la cifra más alta desde hace unos cuatro años.

Pero de quienes tienen trabajo, no todos pueden presumir de un empleo digno y bien remunerado. Otra vez el Inegi: cerca de 14 millones no tienen contrato, seguridad social ni prestaciones, al grado de que un gran porcentaje de ellos anda a la caza de un segundo o tercer empleo, para más o menos librarla, pues los salarios son verdaderamente de hambre.

También abusó Calderón, en su promocional televisivo del Segundo Informe, en el tema de la inversión extranjera directa. Dijo: “La confianza que hay en México ha permitido que aumente la inversión del mundo en nuestro país, que es una inversión, además, que genera empleo, y que el año pasado alcanzó una cifra récord de casi 25 mil millones de dólares”.

Se quedó en el dato de 2007. Pero la Secretaría de Economía informó apenas que los 10 mil 537 millones de dólares que llegaron en el primer semestre de este año, son una cantidad inferior 20% a la del primer semestre del año pasado.

En un informe reciente sobre el tema, la Cepal documentó que en 2007 Brasil, por primera vez en la historia, superó a México en captación de inversión extranjera, con casi 35 mil millones de dólares.

Si ese es el tono de la información que contendrá su Segundo Informe de gobierno, habrá que esperar muchas mentiras y muchas verdades a medias.

Como cada año.