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lunes, marzo 03, 2008

Detrás de la campaña contra la CND y López Obrador






Tomados de La Jornada, Helguera, Hernández y Rocha y El Universal, Helioflores.

A pasado más de una semana desde que se denunció públicamente al delfín del pelele Felipe Calderón Hinojosa, Juan Camilo Mouriño, impuesto por el usurpador para vender Pemex y la CFE al tiempo que hacerse de un jugosa comisión a todas luces ilegal, inconstitucional e inmoral. Se le comprobó con documentos de la propia paraestatal que firmó contratos a nombre de una de sus empresas cuando la ley lo prohibe, primero por haber sido legislador es su momento y luego por haber sido funcionario de la secretaría del ramo, en este caso la Sener, cuando estampó su tramposa firma.

No han faltado los jilgueros oficiosos de los medios electrónicos que bajaron el perfil de la denuncia y que enfatizan en la presentación de la denuncia ante las autoridades correspondientes para que “investiguen”. El PRIAN se manifestó por lo mismo “si tienen pruebas que las presenten”. Durante las décadas en que los poderes fácticos han usurpado el poder legítimo de los ciudadanos y han hecho negocios ilegales, se han presentado denuncias, que corresponde a la “autoridad” investigar. Todas ellas han quedado en el olvido. Tenemos los casos de Gustavo Díaz Ordaz –nunca enjuiciado por sus crímenes contra estudiantes en 1968-, de Luis Echeverría Alvarez –nunca llevado ante la justicia por asesino, primero por “falta de pruebas”, luego por ser un anciano, luego porque ya prescribieron los delitos de que se le acusan, etc.- Carlos Salinas de Gortari –nunca ante tribunales por el despojo a la nación, Telmex, PEMEX, banca, etc., asesinato de José Francisco Ruiz Massieu y Luis Donaldo Colosio-, Ernesto Zedillo Ponce de León – impune por la venta de ferrocarriles, Pidiregas en Pemex y CFE-, Vicente Fox Quesada –ni con el pétalo de un citatorio ante los múltiples fraudes, tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito, a pesar de que se cuentan con documentos oficiales que lo prueban y a que desde hace más de un año que se presentaron las denuncias respectivas ante la “autoridad”.

¿Entonces por qué insiste el PRIAN en la denuncia? Simplemente para que ellos mismos lo declaren inocente y digan que es capítulo cerrado, como lo han hechos con todos los antes mencionados. Sí con todos. Priístas y panistas por igual. Todos ellos han sido –a contrapelo de la ley, del Estado de derecho y de la Constitución- cobijados por los regímenes de corrupción implantados por el PRIAN.

Ante este clima de impunidad el actual dirigente del PAN Germán Martínez Cázares –quien pasó 10 meses al frente de la Secretaría de la Función Pública, la encargada de “investigar”, y que sin embargó no investigó al traidor y ladrón Vicente Fox Quesada- aseguró que ese instituto político se siente “orgulloso” del transa Juan Camilo Mouriño, además de ponerlo como “una muestra de la nueva clase política que está construyendo el país, una buena muestra de profesionalismo, de decencia pública y capacidad. ¡Eso representa Juan Camilo!”.

Recordemos a López Portillo “ya nos saquearon, no nos volverán a saquear, ¡defenderé el peso como un perro!. Pocas semanas después el peso se devaluaba, los bancos fueron nacionalizados, porque su sucesor –Miguel de la Madrid Hurtado- encontraría las arcas del erario vacías. El dueño de la Colina del Perro había robado todo. Su sexenio fue el más corrupto de la época sólo superado por Carlos Salinas de Gortari y el corrupto Fox Quesada. Se trata pues de los rateros de siempre.

Pero para tratar de matizar el asunto los medios electrónicos y la mayoría de los impresos se dan a la tarea de “sacar los trapitos al sol”, no de quienes son denunciados con pruebas en la mano. No de aquellos del gabinete pirata que gastan a manos llenas como en los casos de infame Francisco Ramírez Acuña o del presidente del Conaculta. No, se trata del PRD.

El Universal, que buscó por todos los medios que el transa Fox Quesada le diera una concesión de televisión o ya de perdis un banco, y que ahora lucha por ser uno de los periódicos comparsa del pelele Felipe Calderón Hinojosa –a ver si ahora sí se le hace-, escribe en sus páginas que el PRD se ha “aburguesado, alejado totalmente de la gente, el PRD es actualmente un partido clientelar, sectario, y cada día más proclive al fundamentalismo e incluso al mesianismo.” Tal vez la gente que llena el Zócalo de la ciudad de México sea de Las Lomas o Polanco. Tal vez Andrés Manuel López Obrador se cambiara a otra religión ya no la católica, a una secta, o la alta jerarquía católica lo ungiera como mesías. De no ser así no se ve por donde sea verdadero lo escrito en ese periódico.

¿Qué tiene que ver el PRD en los casos de corrupción de Mouriño denunciados? Nada, sólo que el PRD y López Obrador los denunciaron.

“Su acelerado proceso de empoderamiento es la causa fundamental de la descomposición que ahora sufre, pues en menos de 10 años de su gestación, alcanzó el control político de la capital de la República.

“Paradójicamente, es ahí donde se ha prohijado esa larga crisis y corrupción que se apoderó del PRD y que hoy amenaza con fracturarlo definitivamente. El primer dato ocurrió en 2000.”

De nuevo es totalmente falso. Primero porque el Distrito Federal es la ciudad con mejores niveles de vida del país –y no porque vivan los más ricos de México-, la percepción de la ciudadanía de su gobierno es la mejor calificada y esto ha sido refrendado en que alcanza a gobernar al 90 por ciento de los capitalinos. Tomemos en cuenta en que aquí se asientan los tres poderes de la Unión, también es las sede de las principales empresas del país, de los líderes de las iglesias, de los organismos internacionales, de las embajadas. En suma de toda la clase política y empresarial, de los poderes fácticos y los constitucionales.

De ahí que resulte paradójico, que si un partido está “alejado de la gente”, además de que es corrupto hasta la médula –lo que “amenaza con dividirlo definitivamente”- y como pilón es violento, ganara las elecciones locales de 2006 de calle a todos los demás. ¿Cómo es posible que las sacrosantas iglesias, los bondadosos empresarios del fraude, las espurias autoridades federales y los duopólicos medios de comunicación electrónicos lo permitan?

Claro que no. Esa es la razón de las periódicas campañas en contra de la Convención Nacional Democrática, de Andrés Manuel López Obrador y del PRD, pero sólo de aquel que no comparte sus ideas. Del otro, del de la Nueva Izquierda, del de los “Chuchos”, de ese es del que quieren más. Háganme el desgraciado favor ahora hasta la derecha quiere escoger a la izquierda.



Los siguiente materiales fueron tomados de la revista Proceso.




http://www.proceso.com.mx/







Mouriño: verdades a medias

Miguel Ángel Granados Chapa

Vamos viendo que Juan Camilo Mouriño tiende a decir verdades a medias, lo que equivale a mentir. Afirmó que su madre, la señora María de los Ángeles Terrazo, nació en la Ciudad de México y por lo tanto él es, no obstante haber visto la luz primera en Madrid, mexicano por nacimiento. Agregó que al cumplir 18 años optó por la nacionalidad mexicana. Esos hechos son verdaderos. Pero Mouriño oculta que conservó la nacionalidad española, en ejercicio de la cual obtuvo en 1996 un pasaporte expedido por el gobierno de Su Majestad Juan Carlos.

Muy irritado, este jueves incurrió de nuevo en ese modo de mentir que consiste en decir medias verdades. El domingo anterior Andrés Manuel López Obrador había dicho, en el mitin en defensa de la soberanía energética realizado frente a la Torre de Pemex, que el hoy secretario de Gobernación obtuvo de esa empresa “contratos millonarios mediante procesos de adjudicación directa para beneficio de su empresa familiar”.

Imposibilitado para negarlo, porque constan los documentos que lo prueban, Mouriño intentó una explicación pública, más integrada por insinuaciones que por afirmaciones contundentes. Para mostrarse ajeno a la operación de la empresa familiar que su padre fundó en 1985, siete años después de haber salido de España y emigrado a México, aseguró que en 1997 “decidí emprender mi propio camino y abrirme paso en la vida pública”, que es una manera de sugerir sin afirmarlo que se apartó de los negocios familiares. Y en seguida completó: “Hacia finales del 2003, al asumir mi primera responsabilidad en la administración pública, tomé la decisión más importante de mi vida: dedicarme por completo al servicio público”.

Tras las vaguedades disueltas en esas breves líneas aparecen dos faltas a la verdad. Por lo menos el 29 de diciembre de 2003 Mouriño seguía siendo apoderado general del Grupo Energético del Sureste. De esa suerte, sin poder mentir sobre esa circunstancia, porque consta en documentos, puede sostener que la expresión “hacia finales” incluye los días 30 y 31 de diciembre, en que quizá en efecto abandonó ese papel en la empresa familiar, y mentir sin embargo. No era cierto, por lo demás, que en 2003 hubiera entrado en la administración pública. Lo había hecho desde el año anterior, en que su amigo el secretario de Energía Felipe Calderón lo hizo su asesor.

Mouriño estaba dolido el jueves 28 porque el golpe de propaganda que asestó en su contra López Obrador había comenzado a generar efectos. El domingo 24, Día de la Bandera, en que como secretario de Gobernación encabezó la ceremonia oficial en Iguala, donde se firmó el plan que a la postre nos liberaría de España, el país de sus ancestros y de su propio nacimiento; ese mismo domingo, digo, el excandidato presidencial, designado presidente legítimo de México por la Convención Nacional Democrática, entregó al líder de los diputados de su partido, Javier González Garza, documentos que muestran que al mismo tiempo que ya actuaba en la administración pública en el ramo de energía, como particular firmaba contratos asignados directamente al negocio familiar por una de las empresas de ese ramo gubernamental.

El mismo jueves 28 de febrero, El Universal dio a conocer tres contratos de prestación de servicios adjudicados a Transportes Especializados Ivancar, S.A. (TEISA) por Pemex Refinación sin haberlos licitado. Son parte de la documentación que el grupo parlamentario perredista dijo ese mismo día estar sopesando para determinar la vía de acción legal que corresponde. Por lo pronto, los datos duros son inequívocos. Consta en tres contratos, fechados el 20 de diciembre de 2002, el primero de septiembre de 2003 y el 29 de diciembre de ese mismo año, que Mouriño era apoderado general de TEISA, la empresa transportista que lleva su nombre, o el apodo cariñoso con que lo trata su familia: le dicen Iván, y el negocio de transportación de combustibles se llama Ivancar.

En vez de admitir que firmó esos documentos, como tendrá que hacerlo porque efectivamente lo hizo, Mouriño descalificó la acción política por la cual se hizo público el carácter dual, típico del conflicto de intereses, con que actuaba en los años en que están fechados esos papeles. Intentó defenderse: “resulta inmoral y doloso afirmar que las operaciones de dicho negocio son producto de responsabilidades públicas que yo he ocupado en el pasado reciente”. Nadie ha asegurado eso. Sólo que era, al mismo tiempo, apoderado general de una empresa que recibía contratos de Pemex por asignación directa, sin licitación, y despachaba como asesor del secretario de Energía. Son informaciones irrefutables, que no se diluyen con la afirmación de que cuando esa empresa “estableció relación comercial con Pemex yo tenía catorce años de edad”.

En su airada réplica a la información entregada por López Obrador y anticipada al público por El Universal, Mouriño ofreció información sobre la empresa familiar, señalando que se ha dedicado también a negocios inmobiliarios. Hasta ahora, en la página oficial del Corporativo GES sólo aparecían tres campos de actividad: Grupo Energético del Sureste, Transportes Especializados Ivancar y administración de franquicias. GES opera al menos 27 estaciones de gasolina en las tres entidades de la península de Yucatán (Campeche, donde se asentaron los Mouriño al llegar de España; Quintana Roo y Yucatán mismo), así como en Tabasco, Chiapas y Veracruz. Las franquicias que administra son Burger King, Church’s Chicken, Hipocampo, Baskin Robbins, Tintorería Max, GES Autowash, y tiendas de conveniencia GES Exprés.

Como su padre y su señora madre, así como sus dos hermanos, Juan Camilo Mouriño es accionista de las empresas familiares. No consta que dejara de serlo.

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Los orígenes del encono entre perredistas


Rosalía Vergara

Aunque los perredistas decidieron dejar sus diferencias en un segundo plano y actuar momentáneamente unidos en defensa del petróleo, en el fondo hay diferencias enconadas entre “radicales” y “conservadores”, en la pugna por la dirigencia nacional. Hay muchos indicios de que aquéllas se originan en lo que realmente ocurrió entre los legisladores del PRD el 1 de diciembre de 2006, cuando sorpresivamente Felipe Calderón pudo tomar posesión de la Presidencia, con cierta tranquilidad.

Las descalificaciones, conatos de agresión y enfrentamientos verbales en que se encuentran inmersos los aspirantes a dirigir el PRD tienen su origen en el 1 de diciembre de 2006, sostienen legisladores y militantes de este partido consultados por este semanario.

Aquel día, aseguran, ocurrieron cosas extrañas que no han explicado los coordinadores perredistas en la Cámara de Diputados ni en el Senado. Incluso, dicen que esos “odios” se resienten cada vez más en el proceso interno que culminará el próximo domingo 16.

Los diputados Cuauhtémoc Sandoval, Valentina Batres Guadarrama, Fernel Gálvez Rodríguez, Raymundo Cárdenas y Humberto Zazueta, seguidores de Alejandro Encinas, dicen que la crispación dentro del PRD data de 2006, pero se recrudeció cuando comenzó el proceso de renovación de la dirigencia.

Sandoval agrega que la contienda interna que vive el PRD “envenenó el ambiente” entre las tribus, al grado de que el partido está en riesgo de “derechizarse” o “felipizarse”.

Tanto él como Valentina Batres, Fernel Gálvez y Humberto Zazueta aseguran que los coordinadores parlamentarios son los culpables de la situación crítica por la que atraviesa el PRD, pues nunca informaron “hasta donde íbamos a llegar”.

Recuerdan que cuando tomaron la tribuna el 1 de diciembre de 2006, no había definición de la bancada, pues casi todos los 60 legisladores perredistas estaban de acuerdo en evitar la asunción de Calderón. Sin embargo, aseguran que una decisión tomada por los senadores, encabezados por Carlos Navarrete, les creó desconfianza.

Según Sandoval, los senadores estaban encargados de cuidar la puerta del recinto de San Lázaro que está “tras banderas”, que fue por donde finalmente entró Calderón, pero la dejaron libre. Ese acto fue “extraño”, dice. E insiste en que los coordinadores parlamentarios perredistas desactivaron la protesta al interior de San Lázaro, puesto que recomendaron a los diputados no protestar porque el país los vería “mal”, exactamente lo contrario que hizo Calderón, quien llamó a sus correligionarios para pedirles que resistieran porque estaban defendiendo a la nación.

El diputado Humberto Zazueta, por su parte, relata que en aquel momento, el 1 de diciembre de 2006, estaba convencido de que “no hubo negociación” entre el PRD y otros partidos. Pero hoy en día dice que quién sabe, que no mete las manos por nadie.

Y su compañero Raymundo Cárdenas, quien pidió a los coordinadores dejar que Calderón ejerciera el poder ilegítimamente para evitar la violencia, asegura: “No fue un debate público, fue una decisión tomada por Andrés Manuel y por los coordinadores parlamentarios. Ellos decidieron dejar la puerta abierta”.

Y menciona la trifulca del pasado 24 de febrero, durante la movilización en defensa del petróleo encabezada por Andrés Manuel López Obrador. E insiste en que se exacerbaron los ánimos de algunos militantes, quienes amedrentaron a los coordinadores parlamentarios Carlos Navarrete y Javier González Garza.

La animadversión se agudizó cinco días después, durante un mitin de Alejandro Encinas, cuando algunos perredistas denunciaron que se estaba fomentando “una guerra sucia como la de 2006”.

Entrevistados por separado, los coordinadores parlamentarios Navarrete y González Garza aceptan que sus correligionarios están sumidos en una crisis interna por el control del PRD. Y advierten que si la situación se torna agresiva puede poner en riesgo la estabilidad y el futuro del partido.

Falta de estrategia

Carlos Navarrete, coordinador de los senadores perredistas y simpatizante de Nueva Izquierda, y Javier González Garza, miembro de Movimiento por la Democracia, consideran que la polarización y las descalificaciones se intensificaron por que algunos líderes y militantes de la corriente Izquierda Unida los calificaron de “traidores” al movimiento que encabeza López Obrador y por “pactar con la derecha”.

Y admiten que antes de la agresión que sufrieron ese 24 de febrero los legisladores se negaban a aceptar que había pugnas intestinas, pero no se atrevían a decirlo en público como lo hacen ahora. Las diferencias políticas eran consideradas como algo normal dentro de un partido que se considera democrático, arguyen los coordinadores.

Pero ahora los militantes de las principales corrientes internas se subieron al ring y acusan a sus contrincantes de “envenenar el ambiente” en el partido, dice Navarrete en entrevista con Proceso –“la última que doy porque ya decidí cerrar el capítulo del 24 de febrero”–, y admite que lo sucedido en la Torre de Pemex “mostró los peligros que se ciernen dentro del proyecto político del PRD”.

El líder de los senadores perredistas insiste en que “estos puntos de fricción” responden a que el partido no ha logrado establecer una estrategia conjunta para embonar la lucha social y la labor legislativa. Eso es lo urgente, dice. No actuar en consecuencia “puede traer consecuencias violentas”.

No obstante, se muestra autocrítico y acepta que él contribuyó a la crispación cuando calificó a sus agresores de ser miembros de Izquierda Democrática Nacional, “la corriente de René Bejarano”, y gente de Gerardo Fernández Noroña, secretario de Comunicación del PRD.

Por eso, dice, “no quiero escalar el conflicto interno. Lo ocurrido nos debe enseñar que estamos en momentos de definiciones; es urgente conciliar una estrategia común, porque cuando los ánimos se desbordan podemos caer en el precipicio”.

En el mismo tono, González Garza sostiene que algunos militantes “están envenenando el ambiente” en el PRD. Según él, el domingo 24 llegó caminando a la Torre de Pemex y recibió críticas de “gente enojada” que le cuestionó la aprobación de la Ley Televisa en la pasada legislatura. Incluso le exigieron “correr” a Ruth Zavaleta de la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados y le preguntaron si también él “traicionará” a López Obrador.

En opinión de González Garza, este “odio” fue provocado por quienes intentan controlar al partido. Lo más grave, sin embargo, es que en 18 años el PRD no ha creado un método para dirimir estas diferencias.

Y advierte que la confrontación puede desunir a los perredistas en la lucha en defensa del petróleo.

El petróleo

Después del conflicto del 24 de febrero, los perredistas determinaron enarbolar una causa común por encima incluso de la contienda para elegir a su nueva dirigencia: la defensa del petróleo.

López Obrador, los coordinadores parlamentarios, los integrantes del Frente Amplio Progresista (FAP) y los candidatos a la dirigencia nacional apoyaron el plan de acción y anunciaron su decisión de actuar unidos ante una eventual privatización del sector energético.

Carlos Navarrete asegura: “Estamos urgidos de una victoria. Esa puede ser la defensa del petróleo. Si logramos impedir en el corto plazo que se intente la apertura de capital privado a Pemex, será una victoria que nos permitirá serenar el ánimo y plantearnos resolver temas pendientes.

“Si no ganamos esta batalla, el PRD, la sociedad y la izquierda mexicana perderán ante los embates de la derecha.”

Resaltó también el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, a quien algunos legisladores critican en privado pero defienden en público, con el argumento de que “nadie se quiere pelear con Andrés Manuel”.

Así lo dice incluso González Garza: “Si, nadie se quiere pelear con Andrés Manuel. Cualquiera que tenga una opinión distinta a la de Andrés Manuel no es un traidor, hay gente con posiciones diferentes. El problema es cómo se resuelven.”

El coordinador de los diputados perredistas se pregunta: “¿Qué pasa cuándo mi partido decide una cosa y Andrés Manuel decide otra? La decisión es del partido, pero ahí están las contradicciones”. Por eso, asegura, el tabasqueño es “el liderazgo más importante del país”.

Y también se deslinda, pues como coordinador ha actuado conforme a los estatutos y los acuerdos del Consejo Político o del Comité Ejecutivo Nacional. “No consulto con Andrés Manuel, consulto con el CEN porque esos son mis estatutos”, dice.

El 25 de febrero, en la reunión realizada en la oficina de López Obrador, el llamado “presidente legítimo” dijo a los coordinadores parlamentarios que el abucheo y las agresiones del día anterior respondían a que la gente veía su actuación en el Congreso de la Unión y actuaba en consecuencia, según uno de los asistentes.

Cuestionado al respecto, Navarrete soltó: “Lo que en privado se discute, en privado se queda”.

Y Zazueta lo secundó: “A nadie le sirve descalificar a Andrés Manuel porque es el principal dirigente de la oposición de este país, si Nueva Izquierda no lo asume así, está en un gran error. Más allá del PRD, como oposición”.