Por Peña Nieto, forcejeo Salinas-Zedillo*
Tomado de La Jornada, El Fisgón.
Jenaro Villamil
Desde que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación entregó la constancia de mayoría a Enrique Peña Nieto como
presidente electo, Carlos Salinas ha hecho más frecuentes y sistemáticos sus
despliegues de presencia pública. Contrariamente a lo que eso pudiera suponer,
hay versiones de que quien está realmente cerca del próximo primer mandatario
del país no es él sino su odiado rival, el también expresidente Ernesto
Zedillo. Por lo pronto, Salinas ofreció una muestra de su “poder de convocatoria”
con motivo de la boda de su hijo Juan Cristóbal, el sábado 22 de septiembre.
A las 11:00 de la mañana del sábado 22 de septiembre, la
mayoría de los mil 200 invitados a la boda de Juan Cristóbal Salinas Occelli,
hijo del expresidente Carlos Salinas de Gortari, recibieron el siguiente
mensaje por vía telefónica: “Para comodidad y seguridad de usted y su familia,
el licenciado Salinas les informa que se suspende la ceremonia religiosa en la
iglesia de Nuestra Señora del Socorro, y les invitamos a que lleguen
directamente a la recepción en el jardín San Ángel Inn a partir de las 12:00
horas”.
Extraoficialmente, el cambio fue para evitar que los jóvenes
integrantes del movimiento #YoSoy132 irrumpieran en la boda y para que la
“nota” al día siguiente del encuentro político-social-empresarial en torno al
enlace de Juan Cristóbal Salinas y Natalia Esponda no dañara la imagen del
exmandatario.
Carlos Salinas no ha perdido la oportunidad de volver a ser
retratado y mencionado desde que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación entregó la constancia de mayoría a Enrique Peña Nieto como
presidente electo.
Apenas el 7 de septiembre apareció como invitado especial en
el primer informe de gobierno del mandatario priista de Quintana Roo, Roberto
Borge. Ahí afirmó que “sólo una cirugía plástica” le borraría la sonrisa y que
esperaba que Peña Nieto “sabrá estar a la altura de la enorme responsabilidad
que va a tener”.
Un día después, el 8 de septiembre, el Departamento de
Estado estadunidense otorgó la inmunidad a Ernesto Zedillo, sucesor y
adversario político del propio Salinas. La sonrisa no se le borró al
exmandatario, pero sobrevinieron algunas señales preocupantes para su entorno.
El 11 de septiembre, Enrique Peña Nieto firmó un acuerdo de
colaboración con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
(OCDE), presidida por José Ángel Gurría, identificado como uno de los
principales aliados de Ernesto Zedillo. Gurría también trabajó en el gobierno
salinista, pero fue secretario de Relaciones Exteriores y titular de Hacienda y
Crédito Público en el sexenio de “los neoliberales”, como denomina el propio
Salinas en sus libros recientes al periodo de Zedillo.
Unas semanas antes, el 17 de agosto, en declaraciones a un
portal informativo de Nayarit, el sacerdote Manuel Olimón, influyente
integrante de la jerarquía católica, había declarado que es el expresidente
Ernesto Zedillo y no Carlos Salinas quien “realmente está detrás” de Peña
Nieto.
Exiliado en la parroquia de Jala, Nayarit, después de que
cuestionó la existencia de Juan Diego, Manuel Olimón, quien fue amigo de Luis
Donaldo Colosio, manifestó a www.nayaritenlínea.mx que Zedillo estuvo “detrás”
de la campaña de Peña Nieto desde su oficina en Nueva York.
No sólo entre el alto clero, sino también en círculos de la
burocracia priista se ven con preocupación algunos posibles nombramientos del
futuro gabinete de Peña Nieto que tendrían más el sello de Zedillo que el de
Salinas, a quien reiteradamente se identifica como el “padrino” político más
encumbrado del mexiquense.
Exhibición de fuerza
La fiesta estuvo perfectamente calculada y planeada para que
Carlos Salinas de Gortari, a la usanza de los grandes socialités, apareciera no
sólo como anfitrión de la boda de su hijo, sino también como pieza clave de los
centros de poder empresarial y político más importantes del país, con los
cuales negociará Enrique Peña Nieto.
Según relataron a Proceso varios de los asistentes, Salinas
de Gortari preparó una “mesa de honor” en forma de herradura, con más de 150
sillas, para que nadie se sintiera lejano al exmandatario.
Salinas no se perdió ningún detalle de quienes llegaban a la
fiesta, a través de la calle León Felipe de San Ángel. Cuando su mesa de
alrededor de 150 asientos no se ocupó por completo, dio instrucciones para que
algunos de los invitados de las mesas contiguas se sentaran en la “herradura
del honor”.
Entre ellos, los empresarios Carlos Hank Rohn, cabeza del
Grupo Hermes; Bernardo Quintana, de Grupo ICA; Fernando Garza Sada, de Grupo
Vitro, y, en especial, los dos “nuevos amigos” de Enrique Peña Nieto: los
empresarios Jaime Camil y Carlos Peralta.
Ninguno de los directivos más importantes de Grupo Televisa
ni de TV Azteca estuvo en el convivio. La hija de Ricardo Salinas Pliego, Ninfa
Salinas, senadora recién elegida, acudió a dar los saludos de la familia. Y de
los ministros de la Suprema Corte, Olga Sánchez Cordero también estuvo
presente.
La columna Templo Mayor del periódico Reforma destacó en su
edición del 24 de septiembre que quien recibió “casi tantos abrazos y
felicitaciones como el novio fue el general Moisés Augusto García Ochoa, como
si ya portara la cuarta estrella que usan sólo los secretarios de la Defensa
Nacional”.
El “hermano incómodo” Raul Salinas de Gortari estuvo en la
celebración, acompañado de su atractiva pareja Ana Cecilia, así como el abogado
Juan Collado y su esposa, la actriz Yadhira Carrillo, entre otros amigos y
colaboradores del exmandatario.
De la administración saliente de Felipe Calderón destacó la
presencia del director general de Pemex, Juan José Suárez Coppel, pero otros
tomaron nota de la ausencia de Liébano Sáenz, excolaborador de Ernesto Zedillo
al que algunos integrantes del grupo peñista ubican como el futuro director de
la paraestatal más importante del país.
Otro personaje presente en la ceremonia fue José Córdoba
Montoya, el poderoso jefe de la Oficina de la Presidencia durante el sexenio de
Salinas y artífice de la propuesta peñista para disminuir los diputados
plurinominales en el Congreso y restablecer la “cláusula de gobernabilidad”.
Tanto a Córdoba Montoya como a Pedro Aspe, tutor y socio de
Luis Videgaray, coordinador general del equipo de transición peñista, se les
considera como los dos “cerebros” más importantes y cercanos a las propuestas
de Peña Nieto.
La disputa entre expresidentes
El recelo entre Salinas y Zedillo no es nuevo, pero se ha
recrudecido en vísperas de la integración del equipo y del proyecto de gobierno
de Enrique Peña Nieto, quien contó con el apoyo de ambos exmandatarios, aunque
sólo se deslindó públicamente del primero.
“Carlos Salinas no está detrás de mí. En esto he sido muy
enfático: no lo está ni es mi asesor ni colabora con tu servidor. Insisto: la
única relación es de respeto y cordialidad, tal como la tengo con todos los
expresidentes de México y la procuro”, expresó Peña Nieto a Carlos Loret de
Mola el 4 de marzo de 2011.
La misma declaración la repitió en varias ocasiones como
mantra durante la campaña electoral de 2012, mientras que tanto Salinas como
Zedillo manifestaron su apoyo al exgobernador del Estado de México.
En enero de este año, durante el encuentro con directivos de
bancos y representantes de compañías españolas de energía en el Foro de Davos,
Suiza, Ernesto Zedillo externó su apoyo al exgobernador mexiquense, según
declaró Luis Videgaray.
Salinas ha sido el más insistente en atacar a su sucesor,
Ernesto Zedillo, a quien claramente ha acusado de ser el responsable de la
crisis económica desatada en diciembre de 1994 y de encabezar el grupo de “los
neoliberales”.
En su obra La década perdida 1995-2006, Salinas acusa a
Zedillo de desviarse del proyecto original de su gobierno (1988-1994), y en su
más reciente libro, ¿Qué hacer? La alternativa ciudadana, le atribuye a su
sucesor una alianza con el “neopopulismo autoritario” encabezado por Andrés Manuel
López Obrador.
Este es el diagnóstico de Carlos Salinas en los primeros
párrafos de su capítulo 6, Neoliberales y populistas: el tiempo perdido:
“Para entender las condiciones actuales del entorno
nacional, conviene que los ciudadanos organizados conozcan la crónica de los
desvíos y abusos ocurridos en el país entre 1995 y 2006, años conocidos como
‘la década perdida’ y desde los que el neoliberalismo (Zedillo y Fox) y el
neopopulismo autoritario (López Obrador) han dominado el panorama nacional.
“En el trienio 1995-1998 la política nacional sufrió un
viraje de consecuencias funestas. Ahora, cuando inicia la segunda década del
siglo XXI, la nación enfrenta las graves consecuencias de las políticas
neoliberales de Ernesto Zedillo y Vicente Fox, así como los desastrosos
resultados del neopopulismo autoritario que en la Ciudad de México encabezó
Andrés Manuel López Obrador. Combinados, neoliberalismo y neopopulismo,
frenaron el proceso de modernización del país.”
En la página 107 del mismo libro, Salinas construyó el
complot perfecto, citando un artículo del periodista Pablo Hiriart: La alianza
táctica Zedillo-López Obrador. Unas páginas después, lanza contra el primero el
auténtico ataque: el 16 de septiembre de 2011, los deudos y víctimas de la
matanza de Acteal acusaron a Ernesto Zedillo por “crímenes contra la humanidad”
en una Corte de Estados Unidos.
Salinas demostró no sólo tener información privilegiada,
sino anticiparse al escándalo que meses después generaría la demanda en contra
de Zedillo interpuesta por seis hombres y cuatro mujeres, presuntos
sobrevivientes de la masacre ocurrida en diciembre de 1997, representados por
el despacho de abogados Rafferty, Kobert, Tenenholtz, Bounds & Hess, con
sede en Miami, Florida.
Durante prácticamente un año, Zedillo mantuvo silencio y
evitó hacer declaraciones públicas. En paralelo, sus abogados solicitaron a la
Secretaría de Relaciones Exteriores de México y al Departamento de Estado
estadunidense otorgar inmunidad al expresidente mexicano ante la demanda
presentada en la Corte federal de New Haven, Connecticut. Desde noviembre de
2011, la cancillería mexicana inició el trámite de solicitud a favor de
Zedillo.
El gobierno de Estados Unidos le otorgó la inmunidad el
viernes 7 de septiembre de 2012, prácticamente un año después de que Salinas y
el periódico La Razón revelaran la demanda civil contra Zedillo, que incluía el
pago de una indemnización por 50 millones de dólares.
Los abogados de Zedillo solicitaron desde enero de 2012 la
opinión del gobierno estadunidense sobre la inmunidad, argumentando que esa
demanda sólo buscaba “difamar” a su cliente y que el exmandatario mexicano
gozaba del derecho de inmunidad para soberanos extranjeros, establecido en
Estados Unidos desde 1976.
El 10 de septiembre Zedillo rompió el silencio y calificó
como “falsa y calumniosa” la querella en su contra y advirtió: “responderé en
consecuencia ante las autoridades pertinentes”.
“Las acusaciones de la demanda no son sólo falsas, sino
calumniosas”, afirmó en un mensaje publicado en el diario Yale Daily News, de
la universidad donde Zedillo dirige el Centro de Estudios para la
Globalización.
Las reacciones en contra de la decisión de otorgar inmunidad
a Zedillo fueron diversas, pero destacaron las críticas del obispo de Saltillo,
Raúl Vera López –quien era obispo coadjutor en San Cristóbal de las Casas
cuando se perpetró la masacre de 45 indígenas el 22 de diciembre de 1997–, las
del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas y las del exómbudsman
capitalino Emilio Álvarez Icaza.
Vera López, quien antes había sugerido que detrás de la
demanda contra Zedillo podría estar la influencia de Carlos Salinas de Gortari,
afirmó el 10 de septiembre que la inmunidad era “terrible”, porque Zedillo “se
libra de la justicia por el poder político, no por el lado de la justicia o
porque se le absolvió”.
El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas
afirmó que conceder inmunidad a Zedillo “implica violaciones al derecho
internacional de los derechos humanos y tendrá como resultado proteger y
encubrir a responsables de crímenes de lesa humanidad”. El mismo centro se
deslindó también de la demanda interpuesta, aclarando que ni ellos ni los
integrantes de la organización Las Abejas, víctimas de los enfrentamientos
ocurridos en diciembre de 1997, utilizarían la masacre para fines políticos o
económicos.
Álvarez Icaza, en su condición de recién elegido secretario
de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, recordó que la
tendencia en todo el mundo en materia de violaciones o crímenes de lesa
humanidad es investigar a quienes son o fueron mandatarios.
Las redes de Zedillo
La poderosa red de relaciones construidas por Carlos Salinas
antes, durante y después de su sexenio sólo es comparable con la presencia de
Ernesto Zedillo en multitud de organizaciones internacionales, pero también en
medios de comunicación mexicanos y extranjeros.
Zedillo es director del Centro para el Estudio de la
Globalización, en Yale; consejero asesor en la Iniciativa para el Diálogo
Político (IPD) de la Universidad de Columbia; asesor del Instituto
Internacional de Economía; becario visitante del Centro para el Estudio del
Gobierno Global, y miembro del Club Madrid y del Consejo Interacción.
Además, participa en una decena de consorcios industriales y
financieros como consejero. En 2011 se integró a Citigroup, fue consejero de
Union Pacific, la trasnacional que se quedó con las concesiones de Ferromex, y
también ha aparecido desde 2000 en los consejos de administración de
trasnacionales como Procter & Gamble, compañía que comercializa unas 300
marcas de productos en 140 países; Alcoa, empresa estadunidense con
maquiladoras en la frontera México-Estados Unidos; Electronic Data Systems
(ESD), fundada por el multimillonario Ross Perot; Coca Cola Company y Daimler
Chrysler, firmas en las que ha aparecido como asesor.
Zedillo también mantiene presencia e influencia en
consorcios mediáticos, de manera más eficaz aunque menos visible que Salinas de
Gortari. El 27 de noviembre de 2010 se incorporó como uno de los siete nuevos
consejeros independientes de Grupo Prisa, el mayor consorcio editorial y de
medios de comunicación en España, propietario de la cadena de televisión de
paga Digital Plus, y socio de Televisa en Radiópolis.
Los multimillonarios Bill y Melinda Gates impulsaron a
Ernesto Zedillo como consejero para el Programa de Desarrollo Global de la
fundación que lleva el nombre del creador de Microsoft. Gates posee desde 2010
el 5% de las acciones de Grupo Televisa, a través del fondo de inversiones
Cascade Investments.
Las redes de Zedillo se extienden, por supuesto, hasta
Televisa. Desde 1997, año de la muerte de Emilio Azcárraga Milmo, El Tigre,
Zedillo, como presidente, apoyó al heredero Emilio Azcárraga Jean para que
quedara como director y presidente del consorcio. No sólo eso. La operación de
saneamiento financiero y bursátil de Televisa se realizó con el aval
zedillista. Algunos personajes importantes de este proceso trabajaron en su
administración. Por ejemplo, Salvi Folch Viadero, actual vicepresidente
corporativo de Administración y Finanzas del grupo, fue vicepresidente de
Supervisión Bursátil de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Desde esa
posición apoyó la recomposición accionaria de Televisa para que Azcárraga Jean
se quedara con más de 50%.
Algunos de sus excolaboradores estuvieron en el gobierno de
Felipe Calderón, como Luis Téllez, exsecretario de Comunicaciones y Transportes
y actual presidente de la Bolsa Mexicana de Valores, y Javier Lozano,
exsecretario del Trabajo que ahora presidirá la Comisión de Comunicaciones y
Transportes en el Senado de la República.
*Tomado de la revista Proceso.
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