Monex y el PRI*
Tomados de La Jornada, Hernández y El Fisgón y El Universal, Helioflores.
José Gil Olmos
MÉXICO, D.F. (apro).- El PRI está a punto de regresar a la
presidencia, pero no lo hará con un rostro nuevo, sino lavado, pues para ganar
la elección presidencial utilizó recursos de procedencia desconocida.
De acuerdo con las denuncias presentadas por el PAN y la
izquierda, el Revolucionario Institucional lavó dinero mediante triangulaciones
bancarias en varios países, antes de usarlo en México para la compra y coacción
del millones de votos a favor de Enrique Peña Nieto.
Hasta donde se sabe, el PRI utilizó como piedra angular de
su trama financiera internacional a una empresa que desde hace más de una
década ha sido investigada en España y Estados Unidos por lavado de dinero
proveniente del crimen organizado.
Se trata de la empresa Monex, creada en 1985, en la ciudad
de México, por varios personajes de las finanzas, entre ellos Héctor Pío Lagos
Dondé, amigo del exsecretario de Hacienda, Agustín Carstens; de Guillermo
Babatz, expresidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, y de
Gerardo Rodríguez, subsecretario de Hacienda y Crédito Público.
Otro socio de Monex, convertido hoy en un conglomerado
financiero internacional, es Héctor Lagos Cué, acusado en 1980 de cometer un
fraude por más de mil millones de pesos en 1980, delito por el que fue internado
en el Reclusorio Preventivo de Guadalajara.
A través de Monex y de algunas empresas fantasma, el PRI
obtuvo millones de dólares que usó para comprar las tarjetas y monederos
electrónicos que distribuyó días antes de la elección para comprar votos y para
pagarle a toda su estructura de representación electoral.
Monex, considerado por la propia Comisión Nacional Bancaria
y de Valores como uno de los grupos financieros más importantes de América
Latina y de “economías emergentes”, tiene gran experiencia en el lavado de
dinero si tomamos en cuenta las investigaciones que se han realizado en España
y Estados Unidos.
El PRI sabía de esa historia antes de utilizarlo para sus
transferencias. También lo sabe el gobierno de Felipe Calderón y seguramente la
Comisión de Fiscalización del Instituto Federal Electoral (IFE), así como el
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Según la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/284/2004 que
se abrió en el año 2003, cuando fueron detenidos dos operadores financieros de
los Arellano Félix, ese grupo lavó 3.8 millones de dólares en Monex Divisas
entre 2000 y 2002.
En la misma averiguación se indica que la policía española
encontró en 2006 que el Cártel del Valle del Norte de Colombia usó Monex casa
de Bolsa, Monex Divisa e Intercam Casa de Cambio –todas radicadas en México–
para lavar 78 millones de euros.
En 2007 las mismas autoridades españolas notificaron a las
mexicanas que Zhenli Ye Gon también uso Monex para hacer transferencias,
mientras que en 2008 el cártel mexicano de los Beltrán Leyva uso este banco
para transferir 78 millones de euros.
En otra línea de investigación de 2011, las autoridades de
Estados Unidos encontraron que Fernando Castro Martínez, presunto prestanombres
del exgobernador tamaulipeco Tomás Yarrington, realizó transferencias por 7.2
millones de dólares a distintas entidades financieras, incluida Monex.
Con todo este historial en el blanqueo de dinero de
procedencia ilícita, es imposible que las autoridades electorales y judiciales
cierren los ojos ante la denuncia que hizo el empresario José Luis Ponce de
Aquino por fraude contra integrantes del equipo de campaña de Enrique Peña
Nieto.
Según el empresario de los medios, atestiguó la
transferencia bancaria de 56 millones de dólares a supuestas cuentas con dinero
de procedencia desconocida, radicadas en bancos de Italia, Israel “y otro
portugués o brasileño”.
El dinero, dijo, se transfirió a una cuenta en la sucursal
de Banca Monex en la ciudad de México, a nombre de la empresa “Jiramos”,
propiedad de Alejandro Carrillo Garza Sada, quien lo contactó para hacer la
campaña de publicidad de Peña Nieto en Estados Unidos.
Hoy esas revelaciones pretenden ser desvirtuadas y
descalificadas por el PRI para que no se tomen en cuenta. Sin embargo, nadie,
menos las autoridades, pueden hacerlas a un lado.
Se trata de pruebas claras de que el priista Enrique Peña
Nieto no alcanzó a lavar su imagen y que su partido actuó de manera ilegal
utilizando dinero de procedencia ilícita, además de que rebasaron los topes de
campaña.
*Tomado de la revista Proceso
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