El “Jefe de Jefes” vulneró la Sedena*
Sobradas razones había para que en el operativo en el que murió el poderoso capo Arturo Beltrán Leyva en Cuernavaca sólo intervinieran directamente miembros de la Armada de México y no elementos del Ejército. Una de ellas: el centro neurálgico de la inteligencia militar, dependiente del alto mando de la Sedena, logró ser infiltrado por el llamado Jefe de Jefes. Documentos y testimonios consultados por Proceso así lo revelan.
CUERNAVACA, MOR.- Alrededor de tres años les llevó a los hermanos Beltrán Leyva corromper a una parte del Ejército y llegar hasta el corazón de la Sedena, luego de que el presidente Felipe Calderón declaró la “guerra” contra el narcotráfico en diciembre de 2006.
El capo Arturo Beltrán Leyva, llamado El Jefe de Jefes, y quien fue acribillado en un lujoso departamento de Cuernavaca el miércoles 16, tuvo de su lado a miembros del Grupo de Información Sensible (GIS) del Ejército Mexicano para evadir a los propios militares, según consta en el expediente PGR /SIEDO /UEIDCS/ 166 /2009, al que tuvo acceso este semanario.
Si bien los nombres de los integrantes del GIS –cuerpo de élite castrense encargado de analizar y procesar información para los operativos contra el narcotráfico– se mantienen en reserva por razones de seguridad, un policía municipal de Cuernavaca, Mario González Gaspar, rindió un testimonio que involucra al GIS en la protección de narcos.
González Gaspar, apodado El Negro, se encargaba de vigilar, con un grupo de compañeros policías, las casas y departamentos en donde se encontrara El Señor –como denomina en su testimonio a Arturo Beltrán Leyva–, además de patrullar la ciudad para reportar cualquier movimiento extraño en los retenes militares o en la Policía Federal. Dijo que ellos recibían 2 mil dólares mensuales de los narcos como salario por su labor.
En el citado expediente –abierto por la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO)–, González Gaspar reveló también que, en una ocasión, “contactos” dentro del Ejército les avisaron que debían cambiarse de casa antes de que los propios militares consumaran un operativo en el lugar.
En el tercer tomo del expediente –que abarca 16 volúmenes–, el hoy expolicía, quien se encuentra preso en Morelos, refirió:
Con el Ejército de Morelos hay dos contactos que avisan, es el grupo de inteligencia llamado GISES del Ejército Mexicano. No los conozco físicamente, pero ellos se contactan con El Turruntuntún, quien también estuvo en el Ejército.
El Turruntuntún trabaja para el señor Borrado (Alberto Pineda Villa, uno de los principales operadores el cártel). Otro conecte es El Sacristán o El Cura, a quien le comunican qué va a hacer el Ejército en Morelos, retenes, intervenciones de casas y recorridos. Al Turruntuntún sí lo conozco de vista pero no sé donde localizarlo.
No obstante que en la XXIV Zona Militar de Morelos se encuentran comisionados miembros del GIS, ellos responden directamente a su cuartel, ubicado en el Campo Militar Número 1 de la Ciudad de México. De acuerdo con la estructura de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), el responsable de las labores de inteligencia dentro del Ejército es el Estado Mayor de la Defensa Nacional, encabezado por el general de División Carlos Demetrio Gaytán Ochoa.
El divisionario, exjefe de la Sección Décima, dedicada a las operaciones contra el narcotráfico, fue también coordinador del Colegio de la Defensa Nacional. Actualmente es uno de los hombres más experimentados que rodean al secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, quien sólo da parte al comandante supremo de las Fuerzas Armadas, el presidente de la República.
La Ley Orgánica del Ejército establece que entre las funciones de Gaytán Ochoa está la planeación, la coordinación y la supervisión de las actividades de inteligencia dentro del Ejército, como las que realiza el GIS.
No es la primera vez que las funciones de inteligencia del Ejército son infiltradas por el narcotráfico. El 13 de octubre de 2002, durante el gobierno de Vicente Fox, fueron arrestados 600 elementos del 65 Batallón de Infantería del Ejército, con sede en Guamúchil, Sinaloa, acusados de proteger al narco en la zona.
Una semana después, en una acción conjunta, los entonces titulares de Defensa, general Clemente Vega García; Seguridad Pública, Alejandro Gertz Manero; y de la PGR, el general Rafael Macedo de la Concha, informaron del desmantelamiento de una red que tenía infiltrada a esas dependencias.
En el caso de la Sedena, indicaron que la fuga de información ocurrió en el Centro de Inteligencia Antinarcóticos (Cian), instancia creada en el sexenio de Ernesto Zedillo por el entonces secretario de la Defensa, Enrique Cervantes Aguirre.
En julio de 2008, el general Roberto Aguilera Olivera solicitó su retiro de la institución luego de ser investigado por presuntos vínculos con el narcotráfico en el sexenio pasado, cuando estuvo a cargo del Cian. A su salida del centro de inteligencia, el general había sido designado agregado militar de México en Argentina.
De acuerdo con el expediente obtenido por Proceso, el comandante de la XXIV Zona Militar, el general de brigada Leopoldo Díaz Pérez, tuvo información precisa sobre la ubicación de al menos una célula importante de los Beltrán Leyva en el sur de Morelos, desde meses antes de que la Armada tomara el caso.
El pasado jueves 24, el diario Reforma publicó que entre los infiltrados de los Beltrán Leyva en los “gises” se encontraban un coronel y dos mayores. En la información consultada por este semanario consta que la estructura de protección al narco dentro del Ejército pudo llegar a mayores niveles.
Testimonio comprometedor
En un reporte enviado en el primer trimestre de 2009 “Para la atención del Gral. de BGDA. DEM. COMTE” (Díaz Pérez) se asienta que dos ciudadanos se presentaron en una comandancia del sur de Morelos para denunciar “actividades ilícitas” en los municipios de Jojutula y Zacatepec.
En el escrito de dos hojas se manifestó que una persona –cuyo nombre se omite aquí por razones de seguridad– denunció que su hijo fue secuestrado por no haber permitido que dentro de un negocio, la discoteca La Botana, se vendieran drogas.
El documento asienta:
El 7 de febrero, aproximadamente a las 24:00 horas, asistió a la discoteque La Botana Antonio Román, alias El Moña, de unos 35 años de edad, acompañado de seis sujetos más...
Dentro del local, el señor Antonio Román informó al propietario que él era quien controlaba toda la zona sur del estado y que trabajaba para los Beltrán Leyva, invitándolo a que se uniera a ellos porque sabía que era una persona de valor (huevos) y que si aceptaba el trabajo no le faltaría el dinero a él, ni a su familia, aparte de que tendrían la protección del cártel al que pertenece.
Según esta denuncia, al día siguiente llegó a la discoteca otra persona, Héctor Celes, para ofender a los propietarios, y más tarde regresó armado con una escopeta. Pero antes de que pudiera disparar, el dueño del local lo golpeó con una pistola en la cabeza, lo desarmó y lo llevó ante la policía.
Agrega:
Cabe destacar que el señor Héctor Celes obtuvo su libertad a los dos días siguientes, desconociendo los motivos por los cuales lo dejaron en libertad. Al día siguiente el dueño de la discoteca fue citado por Antonio Román, alias El Moña, en su negocio de compraventa de vehículos ubicado en la calle de Galeana, colonia Benito Juárez, municipio de Zacatepec, muy cercano a la agencia Corona de la localidad, para preguntarle si tenía algún problema con Héctor Celes, a quien había contratado para levantarlo y matarlo, pero que finalmente no lo hizo por la amistad que siente por él, aprovechando de nuevo el momento para invitarlo (…) a unirse a la banda.
En su relato, el denunciante destacó que Antonio Román, El Moña, era el dedo chiquito de los hermanos Beltrán Leyva en el estado y que frecuentemente se hacía acompañar de Gonzalo Baena, un desertor del Ejército y miembro del cártel en Cuernavaca.
El Moña –dice– tiene compradas a las autoridades municipales y estatales con el fin de que brinden protección y libertad para moverse a cualquier lugar, para lo que usa los siguientes vehículos: camioneta Ford doble cabina color negra, camioneta Ford doble cabina color blanca, camioneta Gran Cherokee color verde sin placas y con vidrios polarizados, automóvil 300C, marca Kryslet (sic) color blanco con quemacocos.
El mismo Mario González Gaspar admitió en su confesión del 8 de mayo de 2009 que una de las residencias utilizadas por Arturo Beltrán Leyva estaba en el fraccionamiento Los Limoneros, en la misma capital morelense, sitio al cual era frecuentemente asignado para brindar protección en las calles aledañas.
Una de esas casas en las que estaba viviendo El Patrón era en el fraccionamiento Los Limoneros. Incluso esta casa salió en la revista Proceso, que ahí hubo una reunión donde estuvo El Señor (Arturo Beltrán) con personas de Los Zetas ya que supuestamente se había levantado a un zeta y esa reunión era para realizar una tregua. Esto fue hace dos años.
Se trata de la misma casa donde el pasado 11 de diciembre los marinos desplegaron un operativo para sorprender a una parte de los miembros del cártel en una posada que era amenizada por conjuntos como Los Cadetes de Linares, el Grupo Torrente y Ramón Ayala, El Rey del Acordeón, mientras el Ejército sólo intervino para acordonar las calles.
La revista Sólo para Abogados publicó en septiembre pasado un reportaje escrito por su director, Jesús Castillo, en el que afirma que hay miembros del GIS distribuidos en toda la entidad.
Los “gises”, como comúnmente se les conoce, salen a la calle vestidos de civil y no parecen militares. Usan el pelo largo e incluso llegan a vestir como “cholos” para infiltrarse en las pandillas locales o contratan a taxistas para allegarse información, y han sido la principal fuente de información del general Leopoldo Díaz Pérez en sus investigaciones sobre el narco.
En la acción que estuvo a cargo de un grupo de élite de la Infantería de Marina, El Jefe de Jefes recibió 62 balazos; algunos de los disparos fueron hechos a tres metros de distancia, justo a la entrada del departamento 202 de una de las torres del complejo Altitude.
Según datos de la Procuraduría General de Justicia de Morelos, los marinos se llevaron del departamento tres computadoras personales utilizadas por Beltrán Leyva, en una de las cuales se hallan grabados alrededor de 150 videos sobre ejecuciones.
En el testimonio de Mario González Gaspar no aparecieron los nombres de los militares que surtían de información a Arturo Beltrán Leyva. Sólo habló de “conectes” con las fuerzas del Ejército ubicadas en Morelos, bajo el mando del general de Brigada Leopoldo Díaz Pérez.
Generales al por mayor
Buena parte de los mandos policiacos de la entidad están ocupados por militares. Durante el último año, el gobernador Marco Antonio Adame trató de fortalecer su administración con el nombramiento de dos generales en retiro, quienes se sumaron a los cuatro servidores públicos de origen castrense que ya ocupaban cargos en la Secretaría de Seguridad Pública del estado y en la Procuraduría General de Justicia.
Se trata de los generales de brigada Ángel Daniels Gaytán y Gilberto Toledano Sánchez, designados coordinador general del Colegio Estatal de Seguridad Pública y director general de Seguridad Privada de la SSP, respectivamente.
Gastón Menchaca Arias, general retirado y secretario de Seguridad Pública en Morelos, presentó a Daniels Gaytán ante cadetes y personal administrativo del Colegio Estatal, y luego de expresar que “sin la capacitación y la educación no podemos avanzar”, dijo que en el general Daniels Gaytán depositaba la formación de los nuevos policías del estado.
La llegada de generales a puestos clave del gobierno morelense comenzó en mayo pasado, cuando la Policía Federal y el Ejército capturaron a 14 integrantes de una célula supuestamente ligada al cártel de los hermanos Beltrán Leyva. Luego fueron detenidos el secretario de Seguridad Pública estatal, Luis Ángel Cabeza de Vaca y su homólogo en Cuernavaca, Francisco Sánchez González, quienes actualmente se hayan recluidos en el penal federal de Matamoros, Tamaulipas, por sus presuntos nexos con los Beltrán Leyva.
En lugar de Cabeza de Vaca fue nombrado Gastón Menchaca y días después el ayuntamiento de Cuernavaca designó como responsable de la seguridad pública en la capital al general retirado Manuel Farfán Carriola, cesado en septiembre último luego de que en esa ciudad se registraran seis homicidios, entre ellos el de un policía municipal que fue enviado sin armas a atender un llamado de auxilio.
Así pues, son generales de Brigada quienes ocupan la Secretaría, la Subsecretaría, el Centro de Comunicación y Cómputo y Seguridad Privada en la SSP del estado, mientras que el coronel del Estado Mayor José Robles Quintana se encuentra al frente de la Policía Ministerial. Además de ellos, el general brigadier Héctor Andrés Alvizo Hernández, exresponsable del Colegio Estatal, fue reubicado en un área de inteligencia de la Procuraduría General de Justicia.
Pese a tales circunstancias, Arturo Beltrán Leyva tenía elementos infiltrados en los cuerpos policiacos municipales y del estado, así como en el propio Ejército. Inclusive, en su testimonio, Mario González Gaspar reconoció que él y su grupo de compañeros trabajaron como “aviadores” en la corporación policiaca de Cuernavaca, adonde únicamente concurrían los días de pago de quincena. El resto del tiempo lo pasaban de casa en casa de seguridad atendiendo las órdenes del cártel de los Beltrán Leyva.
Otro cordón de seguridad de El Jefe de Jefes estaba integrado por taxistas, quienes le suministraban información sobre los movimientos extraños detectados en Cuernavaca.
Hoy se sabe que el día que murió Arturo Beltrán Leyva ya estaba herido del brazo derecho, luego de que había logrado escapar de un operativo que le tendió La Marina días antes en Puebla. Una de las dos mujeres que lo acompañaban era enfermera y trataba de curarle las lesiones causadas por esquirlas.
Por lo que se refiere a las fuerzas castrenses, el general Leopoldo Díaz Pérez fue parte del grupo de militares que lucharon contra los zapatistas en Chiapas.
De acuerdo con documentos desclasificados por el gobierno de Estados Unidos, él participó en el desmantelamiento de municipios autónomos zapatistas por órdenes del entonces gobernador de Chiapas, Roberto Albores Guillén, en 1999.
Según una investigación del corresponsal de Proceso en Chiapas, Isaín Mandujano, Leopoldo Díaz estaba al frente del Agrupamiento Chiapas, una fuerza especial de la que poco se sabe.
Entre diciembre y mayo de 2008, este semanario solicitó a la Sedena información sobre el Agrupamiento Chiapas, y en especial en torno al general Leopoldo Díaz Pérez.
La institución se negó a abrir esos archivos con el argumento de que contenían nombres, medios utilizados, despliegue de tropas y, en general, estrategias para repeler las acciones “del autodenominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)”.
Un año y medio antes de que el general Leopoldo Díaz Pérez llegara a Cuernavaca en calidad de comandante de la XXIV Zona Militar, la banda de los Beltrán Leyva ya estaba construyendo allí su centro de operaciones y principal refugio.
*Tomado de la revista Proceso.
CUERNAVACA, MOR.- Alrededor de tres años les llevó a los hermanos Beltrán Leyva corromper a una parte del Ejército y llegar hasta el corazón de la Sedena, luego de que el presidente Felipe Calderón declaró la “guerra” contra el narcotráfico en diciembre de 2006.
El capo Arturo Beltrán Leyva, llamado El Jefe de Jefes, y quien fue acribillado en un lujoso departamento de Cuernavaca el miércoles 16, tuvo de su lado a miembros del Grupo de Información Sensible (GIS) del Ejército Mexicano para evadir a los propios militares, según consta en el expediente PGR /SIEDO /UEIDCS/ 166 /2009, al que tuvo acceso este semanario.
Si bien los nombres de los integrantes del GIS –cuerpo de élite castrense encargado de analizar y procesar información para los operativos contra el narcotráfico– se mantienen en reserva por razones de seguridad, un policía municipal de Cuernavaca, Mario González Gaspar, rindió un testimonio que involucra al GIS en la protección de narcos.
González Gaspar, apodado El Negro, se encargaba de vigilar, con un grupo de compañeros policías, las casas y departamentos en donde se encontrara El Señor –como denomina en su testimonio a Arturo Beltrán Leyva–, además de patrullar la ciudad para reportar cualquier movimiento extraño en los retenes militares o en la Policía Federal. Dijo que ellos recibían 2 mil dólares mensuales de los narcos como salario por su labor.
En el citado expediente –abierto por la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO)–, González Gaspar reveló también que, en una ocasión, “contactos” dentro del Ejército les avisaron que debían cambiarse de casa antes de que los propios militares consumaran un operativo en el lugar.
En el tercer tomo del expediente –que abarca 16 volúmenes–, el hoy expolicía, quien se encuentra preso en Morelos, refirió:
Con el Ejército de Morelos hay dos contactos que avisan, es el grupo de inteligencia llamado GISES del Ejército Mexicano. No los conozco físicamente, pero ellos se contactan con El Turruntuntún, quien también estuvo en el Ejército.
El Turruntuntún trabaja para el señor Borrado (Alberto Pineda Villa, uno de los principales operadores el cártel). Otro conecte es El Sacristán o El Cura, a quien le comunican qué va a hacer el Ejército en Morelos, retenes, intervenciones de casas y recorridos. Al Turruntuntún sí lo conozco de vista pero no sé donde localizarlo.
No obstante que en la XXIV Zona Militar de Morelos se encuentran comisionados miembros del GIS, ellos responden directamente a su cuartel, ubicado en el Campo Militar Número 1 de la Ciudad de México. De acuerdo con la estructura de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), el responsable de las labores de inteligencia dentro del Ejército es el Estado Mayor de la Defensa Nacional, encabezado por el general de División Carlos Demetrio Gaytán Ochoa.
El divisionario, exjefe de la Sección Décima, dedicada a las operaciones contra el narcotráfico, fue también coordinador del Colegio de la Defensa Nacional. Actualmente es uno de los hombres más experimentados que rodean al secretario de la Defensa Nacional, Guillermo Galván Galván, quien sólo da parte al comandante supremo de las Fuerzas Armadas, el presidente de la República.
La Ley Orgánica del Ejército establece que entre las funciones de Gaytán Ochoa está la planeación, la coordinación y la supervisión de las actividades de inteligencia dentro del Ejército, como las que realiza el GIS.
No es la primera vez que las funciones de inteligencia del Ejército son infiltradas por el narcotráfico. El 13 de octubre de 2002, durante el gobierno de Vicente Fox, fueron arrestados 600 elementos del 65 Batallón de Infantería del Ejército, con sede en Guamúchil, Sinaloa, acusados de proteger al narco en la zona.
Una semana después, en una acción conjunta, los entonces titulares de Defensa, general Clemente Vega García; Seguridad Pública, Alejandro Gertz Manero; y de la PGR, el general Rafael Macedo de la Concha, informaron del desmantelamiento de una red que tenía infiltrada a esas dependencias.
En el caso de la Sedena, indicaron que la fuga de información ocurrió en el Centro de Inteligencia Antinarcóticos (Cian), instancia creada en el sexenio de Ernesto Zedillo por el entonces secretario de la Defensa, Enrique Cervantes Aguirre.
En julio de 2008, el general Roberto Aguilera Olivera solicitó su retiro de la institución luego de ser investigado por presuntos vínculos con el narcotráfico en el sexenio pasado, cuando estuvo a cargo del Cian. A su salida del centro de inteligencia, el general había sido designado agregado militar de México en Argentina.
De acuerdo con el expediente obtenido por Proceso, el comandante de la XXIV Zona Militar, el general de brigada Leopoldo Díaz Pérez, tuvo información precisa sobre la ubicación de al menos una célula importante de los Beltrán Leyva en el sur de Morelos, desde meses antes de que la Armada tomara el caso.
El pasado jueves 24, el diario Reforma publicó que entre los infiltrados de los Beltrán Leyva en los “gises” se encontraban un coronel y dos mayores. En la información consultada por este semanario consta que la estructura de protección al narco dentro del Ejército pudo llegar a mayores niveles.
Testimonio comprometedor
En un reporte enviado en el primer trimestre de 2009 “Para la atención del Gral. de BGDA. DEM. COMTE” (Díaz Pérez) se asienta que dos ciudadanos se presentaron en una comandancia del sur de Morelos para denunciar “actividades ilícitas” en los municipios de Jojutula y Zacatepec.
En el escrito de dos hojas se manifestó que una persona –cuyo nombre se omite aquí por razones de seguridad– denunció que su hijo fue secuestrado por no haber permitido que dentro de un negocio, la discoteca La Botana, se vendieran drogas.
El documento asienta:
El 7 de febrero, aproximadamente a las 24:00 horas, asistió a la discoteque La Botana Antonio Román, alias El Moña, de unos 35 años de edad, acompañado de seis sujetos más...
Dentro del local, el señor Antonio Román informó al propietario que él era quien controlaba toda la zona sur del estado y que trabajaba para los Beltrán Leyva, invitándolo a que se uniera a ellos porque sabía que era una persona de valor (huevos) y que si aceptaba el trabajo no le faltaría el dinero a él, ni a su familia, aparte de que tendrían la protección del cártel al que pertenece.
Según esta denuncia, al día siguiente llegó a la discoteca otra persona, Héctor Celes, para ofender a los propietarios, y más tarde regresó armado con una escopeta. Pero antes de que pudiera disparar, el dueño del local lo golpeó con una pistola en la cabeza, lo desarmó y lo llevó ante la policía.
Agrega:
Cabe destacar que el señor Héctor Celes obtuvo su libertad a los dos días siguientes, desconociendo los motivos por los cuales lo dejaron en libertad. Al día siguiente el dueño de la discoteca fue citado por Antonio Román, alias El Moña, en su negocio de compraventa de vehículos ubicado en la calle de Galeana, colonia Benito Juárez, municipio de Zacatepec, muy cercano a la agencia Corona de la localidad, para preguntarle si tenía algún problema con Héctor Celes, a quien había contratado para levantarlo y matarlo, pero que finalmente no lo hizo por la amistad que siente por él, aprovechando de nuevo el momento para invitarlo (…) a unirse a la banda.
En su relato, el denunciante destacó que Antonio Román, El Moña, era el dedo chiquito de los hermanos Beltrán Leyva en el estado y que frecuentemente se hacía acompañar de Gonzalo Baena, un desertor del Ejército y miembro del cártel en Cuernavaca.
El Moña –dice– tiene compradas a las autoridades municipales y estatales con el fin de que brinden protección y libertad para moverse a cualquier lugar, para lo que usa los siguientes vehículos: camioneta Ford doble cabina color negra, camioneta Ford doble cabina color blanca, camioneta Gran Cherokee color verde sin placas y con vidrios polarizados, automóvil 300C, marca Kryslet (sic) color blanco con quemacocos.
El mismo Mario González Gaspar admitió en su confesión del 8 de mayo de 2009 que una de las residencias utilizadas por Arturo Beltrán Leyva estaba en el fraccionamiento Los Limoneros, en la misma capital morelense, sitio al cual era frecuentemente asignado para brindar protección en las calles aledañas.
Una de esas casas en las que estaba viviendo El Patrón era en el fraccionamiento Los Limoneros. Incluso esta casa salió en la revista Proceso, que ahí hubo una reunión donde estuvo El Señor (Arturo Beltrán) con personas de Los Zetas ya que supuestamente se había levantado a un zeta y esa reunión era para realizar una tregua. Esto fue hace dos años.
Se trata de la misma casa donde el pasado 11 de diciembre los marinos desplegaron un operativo para sorprender a una parte de los miembros del cártel en una posada que era amenizada por conjuntos como Los Cadetes de Linares, el Grupo Torrente y Ramón Ayala, El Rey del Acordeón, mientras el Ejército sólo intervino para acordonar las calles.
La revista Sólo para Abogados publicó en septiembre pasado un reportaje escrito por su director, Jesús Castillo, en el que afirma que hay miembros del GIS distribuidos en toda la entidad.
Los “gises”, como comúnmente se les conoce, salen a la calle vestidos de civil y no parecen militares. Usan el pelo largo e incluso llegan a vestir como “cholos” para infiltrarse en las pandillas locales o contratan a taxistas para allegarse información, y han sido la principal fuente de información del general Leopoldo Díaz Pérez en sus investigaciones sobre el narco.
En la acción que estuvo a cargo de un grupo de élite de la Infantería de Marina, El Jefe de Jefes recibió 62 balazos; algunos de los disparos fueron hechos a tres metros de distancia, justo a la entrada del departamento 202 de una de las torres del complejo Altitude.
Según datos de la Procuraduría General de Justicia de Morelos, los marinos se llevaron del departamento tres computadoras personales utilizadas por Beltrán Leyva, en una de las cuales se hallan grabados alrededor de 150 videos sobre ejecuciones.
En el testimonio de Mario González Gaspar no aparecieron los nombres de los militares que surtían de información a Arturo Beltrán Leyva. Sólo habló de “conectes” con las fuerzas del Ejército ubicadas en Morelos, bajo el mando del general de Brigada Leopoldo Díaz Pérez.
Generales al por mayor
Buena parte de los mandos policiacos de la entidad están ocupados por militares. Durante el último año, el gobernador Marco Antonio Adame trató de fortalecer su administración con el nombramiento de dos generales en retiro, quienes se sumaron a los cuatro servidores públicos de origen castrense que ya ocupaban cargos en la Secretaría de Seguridad Pública del estado y en la Procuraduría General de Justicia.
Se trata de los generales de brigada Ángel Daniels Gaytán y Gilberto Toledano Sánchez, designados coordinador general del Colegio Estatal de Seguridad Pública y director general de Seguridad Privada de la SSP, respectivamente.
Gastón Menchaca Arias, general retirado y secretario de Seguridad Pública en Morelos, presentó a Daniels Gaytán ante cadetes y personal administrativo del Colegio Estatal, y luego de expresar que “sin la capacitación y la educación no podemos avanzar”, dijo que en el general Daniels Gaytán depositaba la formación de los nuevos policías del estado.
La llegada de generales a puestos clave del gobierno morelense comenzó en mayo pasado, cuando la Policía Federal y el Ejército capturaron a 14 integrantes de una célula supuestamente ligada al cártel de los hermanos Beltrán Leyva. Luego fueron detenidos el secretario de Seguridad Pública estatal, Luis Ángel Cabeza de Vaca y su homólogo en Cuernavaca, Francisco Sánchez González, quienes actualmente se hayan recluidos en el penal federal de Matamoros, Tamaulipas, por sus presuntos nexos con los Beltrán Leyva.
En lugar de Cabeza de Vaca fue nombrado Gastón Menchaca y días después el ayuntamiento de Cuernavaca designó como responsable de la seguridad pública en la capital al general retirado Manuel Farfán Carriola, cesado en septiembre último luego de que en esa ciudad se registraran seis homicidios, entre ellos el de un policía municipal que fue enviado sin armas a atender un llamado de auxilio.
Así pues, son generales de Brigada quienes ocupan la Secretaría, la Subsecretaría, el Centro de Comunicación y Cómputo y Seguridad Privada en la SSP del estado, mientras que el coronel del Estado Mayor José Robles Quintana se encuentra al frente de la Policía Ministerial. Además de ellos, el general brigadier Héctor Andrés Alvizo Hernández, exresponsable del Colegio Estatal, fue reubicado en un área de inteligencia de la Procuraduría General de Justicia.
Pese a tales circunstancias, Arturo Beltrán Leyva tenía elementos infiltrados en los cuerpos policiacos municipales y del estado, así como en el propio Ejército. Inclusive, en su testimonio, Mario González Gaspar reconoció que él y su grupo de compañeros trabajaron como “aviadores” en la corporación policiaca de Cuernavaca, adonde únicamente concurrían los días de pago de quincena. El resto del tiempo lo pasaban de casa en casa de seguridad atendiendo las órdenes del cártel de los Beltrán Leyva.
Otro cordón de seguridad de El Jefe de Jefes estaba integrado por taxistas, quienes le suministraban información sobre los movimientos extraños detectados en Cuernavaca.
Hoy se sabe que el día que murió Arturo Beltrán Leyva ya estaba herido del brazo derecho, luego de que había logrado escapar de un operativo que le tendió La Marina días antes en Puebla. Una de las dos mujeres que lo acompañaban era enfermera y trataba de curarle las lesiones causadas por esquirlas.
Por lo que se refiere a las fuerzas castrenses, el general Leopoldo Díaz Pérez fue parte del grupo de militares que lucharon contra los zapatistas en Chiapas.
De acuerdo con documentos desclasificados por el gobierno de Estados Unidos, él participó en el desmantelamiento de municipios autónomos zapatistas por órdenes del entonces gobernador de Chiapas, Roberto Albores Guillén, en 1999.
Según una investigación del corresponsal de Proceso en Chiapas, Isaín Mandujano, Leopoldo Díaz estaba al frente del Agrupamiento Chiapas, una fuerza especial de la que poco se sabe.
Entre diciembre y mayo de 2008, este semanario solicitó a la Sedena información sobre el Agrupamiento Chiapas, y en especial en torno al general Leopoldo Díaz Pérez.
La institución se negó a abrir esos archivos con el argumento de que contenían nombres, medios utilizados, despliegue de tropas y, en general, estrategias para repeler las acciones “del autodenominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)”.
Un año y medio antes de que el general Leopoldo Díaz Pérez llegara a Cuernavaca en calidad de comandante de la XXIV Zona Militar, la banda de los Beltrán Leyva ya estaba construyendo allí su centro de operaciones y principal refugio.
*Tomado de la revista Proceso.
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