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miércoles, septiembre 17, 2008

Apuntan pistas oficiales al narco, pero ¿quienes son los realmente beneficiados?







Tomados de La Jornada, El Fisgóm, Helguera, Hernández y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.

Sin en menor asomo de autocrítica el gobierno de Michoacán se deslindó de los hechos ocurridos la noche del lunes pasado en la ciudad de Morelia. Ni el alcalde ni el gobernador atinaron a pronunciar un mea culpa. Todo fue en desgañitarse y pedir –si los encargados de hacer cumplir la ley- justicia, claro además de ofrecer “pensión vitalicia” y becas para los deudos de los atentados.

El principal responsable de la seguridad de los miles de michoacanos que decidieron acudir a la plaza principal a festejar la independencia de México, no ocupó ningún renglón de su discurso de este miércoles para pedir disculpas -lo menos- por su negligente labor de las últimas horas. Con conocimiento de causa de las amenazas no fue capaz de brindar seguridad a la población. Tampoco el presidente municipal tuvo la culpa de nada. A ciencia cierta no se sabe ¿para qué están ahí? ¿para qué permitieron que la militarización de la entidad sirviera de “ejemplo” a todo el país, de lo que se puede lograr si “estamos dispuestos a colaborar”?

El resultado es desastroso, los culpables materiales e intelectuales sin paradero y los culpables por omisión o negligencia “exigen” el esclarecimiento de los hechos, como si no pesara sobre sus hombros la responsabilidad de haber evitado la matanza y el más de un centenar de heridos. Pensiones vitalicias y becas a los niños que perdieron a sus padres. ¿Eso es todo, con eso se lavan las manos de su responsabilidad?

Si los actos terroristas –falta saber el verdadero nombre e intenciones de quienes ordenaron la masacre- hubieran sucedió en el Distrito Federal ya estuvieran pidiendo la cabeza de las autoridades locales, todas, por su demostrada incapacidad. Pero como se trata de un perredista “amigo” del pelele Felipe Calderón Hinojosa hay que cobijarlo con el delicado manto de la impunidad y de los lectores de noticias paleros del las televisoras y estaciones de radio conocidas.

El manejo de los terribles acontecimientos empieza a señalar a los beneficiarios de los mismos, quienes por regla general son los culpables de ordenarlos. A quien beneficie un hecho, ese es el responsable de haberlo provocado. En la política y en los negocios nada es fortuito, todo tiene un por qué, una razón de ser y un objetivo.

Según el desgobierno del usurpador Calderón Hinojosa todo apunta a que se trató de una venganza, un hecho más de la guerra que libran los cárteles de las drogas, distintas fuentes “gubernamentales” citan al cártel de Sinaloa, mientras que otras “confiables” fuentes oficiales dicen que se trata del cártel del Golfo.

Resulta poco creíble que se ataque a la población civil para “dañar” al desgobierno, toda vez que el efecto que se conseguiría sería una mayor militarización, que equivaldría a menos venta de drogas. Expertos en estos temas han denunciado que a los narcotraficantes lo que les interesa es el negocio, poder “trabajar en paz”. A finales de los 80 hasta ofrecieron pagar la deuda externa de México, con tal de que sus operaciones fueran garantizadas. Los muertos alrededor del crimen organizado son por el control de las plazas, no contra sus posibles consumidores o potenciales clientes. Su “guerra” mediática era tenazmente efectiva a punta de mantas y descabezados por todo el país ¿para que generar el repudio popular, cuando ellos reparten regalos cotidianamente en las comunidades donde operan? ¿por qué querrían que se les odiara, si lo que buscan es la aceptación de la población y en sus comunidades ellos son los encargados de dotar de servicios como agua, luz y drenaje? ¿Cambiaron de repente, se volvieron locos?

La versión oficial no cuadra, tiene muchos hoyos negros. Se antoja muy prefabricada, muy al estilo de la derecha. ¿Por qué lo decimos?

Pues a unas horas de los atentados ya todo estaba listo en radio y televisión para darle un tinte electoral, el de una lucha política. Los culpables son los “revoltosos” de siempre que buscan dividir al país. El espurio Calderón Hinojosa se mostró dispuesto a sacar raja política de los sucedido y horas después exigió la “unidad de todos los mexicanos sin excepción” pues “se puede discrepar, pero no deliberadamente dividir ni enconar”. Iluminado exclamó: “se puede opinar distinto en la libertad que nos han heredado nuestros próceres, en el marco de libertad que el propio Estado garantiza, pero no se puede atentar contra el Estado”. Se trata pues de un discurso no en contra de los criminales responsables de la matanza, sino de aquellos que en el justo disfrute de sus derechos y obligaciones están en contra de que venda Pemex. De que siga derrochando los miles de millones de dólares extras por los altos precios del petróleo. En contra de tanta impunidad y tanto ratero como Juan Camilo Mouriño o el traidor Vicente Fox Quesada.

En contra de los constantes incrementos –que continuarán cada semana, advirtieron- a los combustibles, que encarecen todo, desde alimentos hasta ropa. De la devaluación del peso frente al dólar que ahora cuesta 10.84 pesos. Lo que traerá consigo más miseria y mayor desempleo.

El discurso y los comentarios de los panistas y los lectores de noticias de radio y televisión apuntan en ese sentido. ¿Entonces a quien beneficiarán los atentados de Morelia? ¿Quiénes son los responsables de los mismos? ¿El crimen organizado ilegal o el ilegítimo?


En seguida un análisis tomado de la revista Proceso.



http://www.proceso.com.mx



Narcoterrorismo, cabeza de hidra

Jenaro Villamil



MÉXICO, D.F., 16 de septiembre (apro).- El atentado en la plaza de Melchor Ocampo, en Morelia, con siete muertos y más de 100 heridos, la mitad en estado de gravedad, es un punto de quiebre en esta guerra de sombras y de sangre contra el crimen organizado que se demuestra ya como una cabeza de hidra.

Ya no se trata sólo de "narcoejecuciones" al estilo mafioso que ha dominado en ciudades como Ciudad Juárez; tampoco de ajusticiamientos a mansalva, como las 12 personas degolladas en Yucatán; los pobladores masacrados en Creel, Chihuahua, por la "confusión" de una banda de pistoleros, o la matanza de 24 hombres humildes, arrojados en un paraje de La Marquesa, para que cada quien derive los mensajes más siniestros de uno de los hallazgos más inquietantes de estos últimos meses.

Las bombas arrojadas en Michoacán constituyen un mensaje brutal a toda la población mexicana: ya nadie está a salvo en esta orgía de matanzas, de exhibicionismo violento, de falta completa de respeto a la vida humana que los narcotraficantes y sus sicarios demuestran todos los días.

Es un acto terrorista no contra el Estado, contra los cuerpos policiacos y militares o contra bandas adversarias. Se trata de una masacre en contra de la población civil que, sin deberla ni temerla, resulta ahora la más afectada de una guerra que claramente están perdiendo las autoridades.

Es un acto para atemorizar y paralizar a la sociedad. Es el ingreso pleno a la etapa del narcoterrorismo que en Colombia demostró sus terribles consecuencias.

Las autoridades michoacanas han reconocido que antes de la ceremonia del Grito de Independencia recibieron amenazas de atentados en poblaciones como Huetamo o el puerto de Lázaro Cárdenas, pero admitieron también que nunca se esperaron un atentado en la plaza pública, en medio de una de las ceremonias con mayor tradición en el imaginario cívico mexicano.

Es una guerra ahora contra los ciudadanos, que se convierten en parte de una escenografía sangrienta para la cual no existe solución pronta ni victoria fácil. En buena medida, las autoridades federales y estatales de todo el país son responsables no sólo por omisión, sino por su absoluta descoordinación para frenar el caldo de cultivo de la impunidad que ha generado que lleguemos a esta fase del "narco-Estado".

El atentado corona la peor temporada en la historia reciente de la lucha contra el crimen. Es un punto de quiebre, porque ahora se suma al temor del empresariado y de las clases privilegiadas ante la ola de secuestros, la vulnerabilidad generalizada ante una cabeza de hidra que ya demostró su peor rostro.

jenarovi@yahoo.com.mx

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El siguiente texto fue tomado del periódico La Jornada.






Resume AMLO los nuevos sentimientos de la nación

■ Esboza en el Zócalo capitalino “plan para salvar a México”

Jaime Avilés

Temblando, y no por cierto de frío, debajo de las capas, los paraguas y la terca lluvia –que no iba a quitarse sino mucho después–, decenas de miles de personas se desgañitaron la noche del 15, en un Zócalo casi a oscuras, repitiendo 33 veces la palabra “¡vivan!”, para coronar la arenga de Andrés Manuel López Obrador, que resumió los nuevos sentimientos de la nación e inyectó vitaminas frescas al movimiento en defensa del petróleo.

Con emoción visible y creciente, abrigada con jorongos, hules, rebozos e impermeables, ayuna de cornetas chillonas, de falsos bigotes chovinistas, de huevos de confeti, de pestañas postizas tricolores, al margen de toda expresión patriotera o de folclor, empapándose en la plaza que los reflectores apagados del Palacio Nacional mantenían despectivamente casi en tinieblas, la multitud se dejó poseer por el ritmo y la intensidad progresiva del discurso, sosteniendo el mango de las sombrillas con el puño en alto y gritando, rugiendo, como una sola voz.

¡Vivan los indígenas, vivan los campesinos, vivan los obreros, vivan los migrantes, vivan los artistas, vivan los maestros, vivan los profesionistas, viva la prensa libre, vivan los estudiantes, vivan las mujeres, vivan los niños y los ancianos! ¡Vivan las minorías, viva los héroes anónimos, vivan los dirigentes sociales y políticos asesinados por defender las causas populares! ¡Vivan los héroes de la Independencia y de la Revolución, vivan los hermanos Flores Magón, viva el general Lázaro Cárdenas, viva la dignidad, viva la soberanía, viva la Nueva República, así con mayúsculas!

Y por supuesto, en alusión abierta a las empresas españolas que avanzan por todo México y vienen por el gas de Pemex: “¡No a la Reconquista”. Y desde luego, con dedicatoria especial para la Iniciativa Mérida, y para los gobiernos de América Latina en pugna con Estados Unidos: “¡no al intervencionismo!”

Alto al incremento de la gasolina, fuera Mouriño, García Luna y Medina Mora, becas para todos los estudiantes de preparatoria, más presupuesto a las universidades públicas, apoyo económico a los ancianos, recorte de 200 mil millones de pesos al gasto superfluo del gobierno federal, otra política económica, ¡sí a la justicia, sí a la democracia! Todo un un programa de lucha a corto plazo, difundido en un ambiente muy distinto al del año pasado, sin baterías de torres de sonido para que nadie oyera a nadie y todos ensordecieran, ni amenazas latentes: más bien al revés, con pleno y mutuo respeto a los términos de un acuerdo de coexistencia que se cumplió por ambas partes.

Eran casi las 20:00 horas, siempre bajo la lluvia, cuando Paquita la del Barrio, desde los micrófonos del Grito disidente, de espaldas al Gran Hotel de la Ciudad, empezó a cantar los versos de Rata de dos patas, que miles de seguidores de AMLO reprodujeron en boca propia señalando con el índice a Palacio: “alimaña, culebra ponzoñosa, desecho de la vida, te odio y te desprecio”, a lo que, desde el templete del oficialismo, vestida de negro y con voz titubeante, Maribel Guardia respondió declamando la biografía de “uno de los 20 máximos compositores de América Latina, el señor Marco Antonio Solís”, que iba a tardarse todavía 35 minutos en subir a escena porque, según un torpe patiño de la escultural costarricense, se estaba “depilando la cara”.

A saber por qué, sobre el balcón central de Palacio los foquitos de colores iluminaban la cifra “2010”, mientras en el bando opuesto, con la misma caligrafía de bombillos anacrónicos, se leía: “1808-2008, primer intento insurgente”, en alusión a la caída del rey de España tras la invasión napoleónica de 1808, circunstancia que aquí animó al licenciado Francisco Primo de Verdad a sugerir que los ayuntamientos de Nueva España proclamaran un gobierno independiente: patriótica idea que los lacayos de la realeza recibieron en aquel entonces con el mismo entusiasmo con que sus herederos ideológicos, hoy por hoy, saludan la iniciativa de Muñoz Ledo acerca del “plebiscito revocatorio de mandato”, que para ellos huele simplemente a “derrocamiento”.

Pero si el motín de Aranjuez produjo un terrible vacío de poder en la España de 1808, la tardanza de Marco Antonio Solís en subir al templete de Palacio hizo que todo el Zócalo pusiera los ojos en Jorge Saldaña, quien acompañado de las vocalistas de su muy querida Nostalgia se aventó un popurrí de canciones mexicanas y una serie de comentarios tan adversos a Felipe Calderón, que la muchedumbre empapada en la plaza, luego de aplaudirle, comenzó a gritar “¡Obrador, Obrador, Obrador!”

Llovía y llovía, unas veces más fuerte que otras, cuando en el templete disidente y en la pantalla sobre éste colocada aparecieron al fin doña Rosario Ibarra de Piedra y junto a ella Andrés Manuel, mientras Jesusa Rodríguez anunciaba la actuación del coro de niños de San Andrés Totoltepec, combativo poblado de Tlalpan, que entonó con todo el gentío una dulce versión del Cielito lindo.

Y como si ésta fuera una señal convenida, los de Palacio Nacional apagaron al Buki Mayor y a todos sus músicos, y comenzó el discurso que, en menos de 30 minutos, con un ritmo admirable, conmovió a decenas de miles de rostros a medida que detallaba un programa a corto plazo, para anudar las demandas y los sentimientos de todas las luchas sociales en curso, y que fue propuesto como “plan para salvar a México”, nada menos, en éste que López Obrador describió como “uno de los momentos más aciagos de nuestra historia”, cosa que menos de dos horas después vendrían a corroborar las granadas asesinas de Morelia, tan asesinas como oportunas para los partidarios de la mano durísima.