progressif

viernes, julio 04, 2008

Bandidos una vez, bandidos siempre





Tomados de La Jornada, Helguera, El Fisgón y Rocha y El Universal, Helioflores.


El candidato republicano John McCain fue recibido por el pelele Felipe Calderón Hinojosa, los grandes empresarios y el alto clero católico como el salvador de los problemas de México. Pero como no es presidente de Estados Unidos marcó su distancia respecto a temas espinosos en su país. Por ello y a pesar de que le brindaron elogiosos comentarios prefirió actuar –como era previsible- para los electores de su país y afirmó que primero reforzará el muro contra los inmigrantes además de las medidas que impidan el paso de mexicanos y de otras nacionalidades a Estados Unidos y ofreció contratos de empleo temporal. En resumidas cuentas nada nuevo, es lo mismo que ofreció George Bush, calificado como uno de los peores mandatarios del mundo.

No cabe duda que cada día el PAN muestra cada vez más su torpeza y falta de trabajo político. El usurpador Calderón Hinojosa es igual de torpe, ignorante y codicioso como el corrupto Vicente Fox Quesada. Rinden toda clase de honores a los extranjeros, principalmente a los funcionarios y empresarios estadunidenses sin importar que su políticas dañen a los mexicanos de allá y de aquí.

Es por eso que el patriotismo y nacionalismo son monedas que sólo usan en campañas electorales, para luego ser olvidadas en un cajón hasta la próximas elecciones. Sin embargo es de una torpeza descomunal que se avale la presencia de quien está en contra del interés nacional. ¿Cómo esperaran que la ciudadanía crea luego en sus reiteradas mentiras?

La negligencia y prepotencia de esta acción es comparable con la petición a las universidades públicas del país, a las que Hacienda –del tripón Agustín Carstens- indicó que hicieran recortes en sus presupuestos para obtener los 4 mil 500 millones de pesos que costará al espurio Calderón Hinojosa aumentar en 3 pesos diarios la limosna –que en 2006 él mimo calificó de populista y antidemocrática- a los mexicanos más pobres.

Mientras, el pelele Calderón Hinojosa sigue pagando las facturas a los grandes empresarios que le ayudaron al fraude electoral de 2006. No les cobra impuestos y además les ayuda con créditos y miles de millones de pesos en apoyo para la investigación tecnológica, para luego los panes de Bimbo y las botanas Barcel duren meses y engorden más a la población.

En contra parte los pocos mexicanos que alcanzan a llegar a niveles de posgrado (maestrías y doctorados) padecen la falta de recursos para sus proyectos de investigación. Y como escribimos ayer, los panistas se darán golpes de pecho y dirán que México no cuenta con el personal calificado, ni con la tecnología necesaria para el desarrollo del país en una perversa actitud de terminar con México. A la par ellos incrementan sus fortunas. Al fin que todos ellos poseen casas en el extranjero –principalmente en Estados unidos-, así que cuando las cosas se pongan insoportables ellos sólo cruzarán las fronteras y gozarán del paraíso que se construyeron con el dinero de nuestros impuestos.


El siguiente análisis fue tomado de la revista Proceso.










AMLO: La fuerza ante las ideas

carlos acosta córdova

México, D.F., 3 de julio (apro).- Uno siempre quiere darle un voto de confianza o el beneficio de la duda a Andrés Manuel López Obrador, líder carismático, de indudable capacidad de convocatoria e innegable presencia pública. Pero él insiste en presentarse como un político bastante simple, muy obvio, y sin ánimo de allegarse simpatías de públicos diferentes y distantes de los que ciegamente le siguen, que son los únicos que fácilmente puede manipular y convencer, no por obra de la razón o la certeza del argumento, sino porque así es la masa, ávida de liderazgos que expresen su histórico, cultural, idiosincrásico y muy mexicano rechazo al gobierno, causa indubitable de todos los males nacionales y de todas nuestras penurias personales.

Decepcionante resultó el discurso de López Obrador el domingo pasado en el Zócalo. Siempre se adjudicó la paternidad del debate nacional sobre el petróleo, pero 13 foros en el Senado, unas cien participaciones –de técnicos, políticos, académicos, funcionarios, especialistas, líderes sociales, de distinto tamaño y calibre-- y más de cien horas de discusiones, para lo único que le han servido es para decir “vamos ganando”, como si de eso se tratara y no de entender en su complejidad el problema de la industria petrolera, para sacarla del bache en que se encuentra. Los foros sobre el tema en universidades públicas, o los que han organizado grupos ciudadanos y organizaciones sociales, también le importaron un comino.

Obviamente, López Obrador ni su equipo, han puesto la mínima atención a lo que en esos foros se ha dicho. De haberlo hecho, habrían cambiado en algo su percepción de que “nos quieren robar el patrimonio nacional”; de que “el gobierno espurio quiere privatizar Pemex, entregarlo a las trasnacionales”… y simplezas por el estilo; y, de paso, con toda la riquísima información que han proveído los foros, tendrían –el “gobierno legítimo”, el FAP, el PRD, y sus acompañantes-- elementos para hacer una propuesta seria, decorosa, mínimamente detallada en sus aspectos técnicos, sobre qué y cómo hacer respecto de la industria petrolera nacional. Pero no.

Quedó claro que ni la patria ni la soberanía, ni el patrimonio nacional ni el petróleo, era lo que les importaba. Desde la perspectiva de López Obrador, el debate importaba nada en su contenido, pero mucho por el espacio y el tiempo que les daba para organizarse “mejor”, como él mismo dijo el domingo pasado, y seguir políticamente vivos. Desde el inicio de la toma de las tribunas legislativas al día de hoy el tiempo se les congeló, en términos de conocer más del tema, no pasó nada; nada aprendieron.

Entre la “asamblea” del 27 de abril en el Zócalo a la siguiente, el domingo 29 de junio, la actitud y el discurso de AMLO y seguidores no cambió un ápice, y no por cuestión de convicciones o de valores, sino porque el debate petrolero les valió gorro. Siguen lucrando políticamente con los mismos fantasmas: la privatización, el entreguismo a las compañías petroleras extranjeras, el menoscabo de la soberanía y el patrimonio nacional; el “queremos seguir siendo un país, no una colonia de extranjeros”; “la corrupción del grupo Calderón-Mouriño y sus acuerdos inconfesables con las empresas extranjeras”.

Decepcionante y desesperante el discurso y la actitud de AMLO el domingo. Cuando se esperaba mesura, respeto por el esfuerzo intelectual en los debates, ánimo de comprender el tema petrolero en toda su complejidad y en todas sus vertientes, ganas de rectificar, de reconocer errores y percepciones dogmáticas y simplistas, de proponer alternativas viables y serias a las iniciativas del gobierno –que nada de eso significa claudicar, sino mostrarse maduro políticamente--, salió con su batea de babas; lo mismito que al principio. Es decir: oponerse a todo, no aceptar nada, no discutir ni lo más elemental.

Entonces, cercano el fin del debate senatorial, la vuelta a las andadas: el amago, la amenaza, las movilizaciones que no dejarán pasar “las reformas entreguistas de la derecha”.

Que no es otra cosa que el uso de la fuerza, pues; y que es más fácil y más lucrativo que contender, políticamente, en el terreno de las ideas.