La mentira*
Tomados de La Jornada, El Fisgón y Helguera.
José Gil Olmos
MÉXICO, D.F. (apro).- El pleito no fue con el candidato, más
bien con su equipo. Pero en realidad no hubo rompimiento, solo un
distanciamiento con beneficios mutuos. A Enrique Peña Nieto le quitaron un peso
de encima por la mala imagen de Elba Esther Gordillo y a la maestra le dejaron
el espacio abierto para maniobrar como mejor lo hace, debajo de la mesa, y de
esa manera hacer del sindicato una extensión de la estructura priista y, al
mismo tiempo, usarlo para golpear al gobierno y su candidata, Josefina Vázquez
Mota.
La alianza
estratégica de Elba Esther Gordillo y Peña Nieto no es nueva; viene desde hace
ocho años por lo menos. Hay un pasaje que cuenta Carlos Ahumada en su libro
“Derecho de réplica”, donde se ve con claridad el grado de complicidad que
tienen estos personajes.
Cuenta el empresario
argentino que Carlos Salinas de Gortari fue quien le compró los videos donde se
ve a los perredistas René Bejarano y Carlos Imaz recibiendo dinero que se
presumió iría a la campaña de Andrés Manuel López Obrador.
Con los videos en las manos, Salinas se puso de acuerdo con
Diego Fernández de Cevallos, Vicente Fox y Televisa para hacer públicas las
grabaciones y golpear la imagen de López Obrador que entonces crecía desde la
jefatura del gobierno del Distrito Federal.
Así se hizo, pero
Salinas no pagó todo lo acordado sino una parte mínima y encargo a dos personas
que juntaran el dinero para que se lo entregaran a Carlos Ahumada.
Estas dos personas eran Enrique Peña Nieto y Elba Esther
Gordillo.
La conjunción de
estos tres personajes en la zaga del 2004 expresa con nitidez la profunda
complicidad que tienen y su fuerte vinculación en un solo proyecto de poder que
hoy esta encaminado a la recuperación de la presidencia de la República.
Una alianza de esta
magnitud difícilmente se puede romper por unas simples candidaturas a diputados
o senadores de la familia de la maestra, sobre todo, cuando están a punto de
conseguir su regreso al poder.
Elba Esther Gordillo es experta en el paso doble, o mejor
dicho, en el doble juego político, así lo hizo en el 2000 cuando, estando en el
equipo de Francisco Labastida, hizo labor de proselitismo por Vicente Fox. Y
luego en el 2006 contra el priista Roberto Madrazo, haciendo campaña por su
candidato Roberto Campa y, de manera paralela, a favor de Felipe Calderón.
Nada le impide que en
esta ocasión ponga en marcha su ejército de operadores inmerso en el SNTE para
lograr mantener el registro de su partido, el PANAL, sacrificando a Gabriel
Quadri, y al mismo tiempo apuntalar la estructura del PRI haciendo campaña por
Peña Nieto, su socio salinista.
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