¿Vivir más?*
Tomados de La Jornada, El Fisgón, Helguera, Hernández y Rocha y El Universal, Helioflores.
Octavio Rodríguez Araujo
Fumemos, bebamos, comamos todo lo que queramos, vivamos con intensidad, que al fin y al cabo nadie tiene soluciones dignas para la vejez ni propuestas para que seamos felices en esta etapa final de la vida. Al contrario, los que estarían obligados a proporcionarnos una alternativa respetable, aunque sea por los años trabajados, están más preocupados por lo que les costaremos que por la vida misma.
Entre las muchas estupideces que ha dicho la Organización Mundial de la Salud (OMS) está la que señala que si fumamos nos quitamos años de vida. Algo semejante, pero con menor énfasis (por ahora), afirma para los que beben alcohol y comen comida chatarra. La propuesta de la OMS es que vivamos sanos, hagamos ejercicio, no le echemos al cuerpo cosas dañinas y, lo más absurdo, que vivamos más años, como si el reto a largo plazo fuera la inmortalidad. La propaganda de la OMS ha sido tan efectiva entre la gente sin cultura que ha convencido a millones y millones de personas que la vida consiste en ser sanos y prolongarla en número de años. El énfasis de esta inútil organización de burócratas bien pagados, muy bien pagados, está puesto en dicha premisa, y todo aquello que atente contra la salud debe no sólo desecharse sino ser combatido.
Sin embargo, la OMS jamás ha dicho para qué vivir más años; cómo le haremos para subsistir con dignidad en la vejez a la que, parece, todo mundo le teme; quién nos dará los recursos para sobrevivir luego de que nos dejen sin trabajo… precisamente por viejos; quién cuidará los males y las enfermedades propias del desgaste natural de esa maravillosa máquina que es el cuerpo humano. Esto no lo dice. Y no lo dice porque no tiene respuestas. De aquí que invente enemigos para que la gente se distraiga con ellos en lugar de ocuparse y preocuparse de lo fundamental. Como la OMS es parte del sistema, del statu quo, la agarró contra el tabaco y ahora resulta que fumar o respirar el humo de otros es no sólo mortal sino la causa de enfermedades que, ¡afirman sin rubor!, son evitables. Todas las enfermedades son y no son evitables, depende de la persona, de su herencia, de su constitución personal, de la predisposición genética y enzimática, de la ausencia de ciertas proteínas, etcétera. No dicen, por ejemplo, que si una persona carece de la proteína llamada alfa-1 antitripsina, también puede presentar cuadros de bronquitis crónica y de enfisema aunque no fume, ni tampoco que si una persona tiene la enzima CYP2D6 (un gen de la familia del citocromo P450) se le podrán activar más fácilmente los posibles carcinógenos existentes en los cigarrillos y otros muchos productos.
Contrariamente a la OMS, que quiere que vivamos más años, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y otras instituciones, incluyendo los ministerios de Salud en cada país (sobre todo los subdesarrollados), están muy preocupados por el incremento de la longevidad, entre otras cosas porque no hay dinero suficiente para enfrentarla. Se sabe que hay dinero (tanto público como privado) para atender a los viejos con recursos, pero no a los viejos pobres. Se ha vuelto tan contradictorio vivir más años que la directora asistente del Departamento de Mercados Monetarios y de Capital del FMI, Laura Kodres, señaló recientemente que se les recomienda a las personas ahorrar desde los 20 años de edad para garantizarse una vejez más o menos digna. ¿Quiénes son los que podrían ahorrar desde los 20 años para su vejez? Los que tienen trabajo con sueldos más que suficientes para vivir al día. Los demás no, y mucho menos los que carecen de empleo. Incluso las jubilaciones, que son para quienes tienen o tuvieron empleo estable por más de tres décadas, son ya un problema pues la pirámide de edades se está invirtiendo: cada vez más viejos que jóvenes.
A este problema, incluso para las jubilaciones, tampoco le encuentran solución. El FMI ya está planteando que se aumente la edad de la jubilación, pues de mantenerse los rangos actuales no habrá dinero que alcance pues la tendencia, gracias al incremento de la expectativa de vida, es al aumento de la longevidad, y todo lo que esto implica en gastos (tanto públicos como privados).
Es tan grave el asunto que se prevé que si el promedio de vida aumenta para 2050 tres años más, sólo tres años, los costos del envejecimiento, “que ya son enormes”, podrían aumentar 50 por ciento.
Lo que parece es que nadie sabe qué hacer con este problema. Por un lado se propicia de todas las maneras imaginables que la gente viva más años, y por otro se combate todo aquello que según las mismas instituciones (ministerios de Salud, por ejemplo) disminuye la cantidad de años de vida (el tabaco, según dicen). Lo que se percibe es que no hay coordinación entre instituciones como la OMS y el FMI. Peor aún, entre la misma OMS y el PNUD. Los especialistas del PNUD y del FMI no saben cómo enfrentar el problema de la longevidad y los de la OMS están preocupados, junto con toda la “industria de la salud”, en hacer que la gente viva más, sabiendo como saben que los pobres en general tienden no sólo a vivir menos sino con inferior calidad de vida que las clases medias y los ricos.
En México el secretario de Salud lo ha reconocido hace unos días, en la ceremonia del Día Mundial de la Salud. Dijo, según nota en este diario (10/4/12), que como resultado del crecimiento de la expectativa de vida hay condiciones de salud que “se están sumando a la carga de enfermedades”. Lo cual es lógico: entre más años viva una persona mayor será su deterioro físico, lo cual se manifiesta por problemas cardiovasculares, cancerígenos, diabéticos y hasta cognitivos (demencia senil y Alzheimer, por ejemplo). Sin embargo, el funcionario está proponiendo que se pase del enfoque curativo al preventivo… para que vivan más años. ¡Bravo! Si, como dijo, en el presente hay más de 10 millones de adultos mayores, en 2040 serán más de 33 millones. ¿Habrá dinero para atender a 33 millones en pensiones, salud, vivienda, alimentación, etcétera, si no lo hay para atender a los 10 millones actuales? El representante de la OMS en nuestro país dijo, en la misma ceremonia, que en la mayor parte de la región los adultos mayores “suelen vivir sus últimos siete o nueve años de vida con mala salud”; entonces, ¿para qué insistir en que la gente viva más? Puras pamplinas.
http://www.rodriguezaraujo.unam.mx
*Tomado de La Jornada.
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