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miércoles, octubre 05, 2011

El PAN ama a los pequeños cigotos*





Tomados de La Jornada, Hernández, Helguera y El Fisgón y El Universal, Naranjo.


Sabina Berman

MÉXICO, D.F. (Proceso).- El PAN ama a los pequeños cigotos, oh sí, los ama, y por ello presionó a los supremos jueces de la nación a concederles derechos plenipotenciarios a los cigotos, derechos aún superiores a la mujer en cuyo útero anidan y del cual se alimentan.

Y así lo logró el PAN: por sólo un voto, los supremos jueces decidieron que los cigotos son más ciudadanos que cualquier ciudadana en 19 estados de la nación.

Queda pues en la Ley de esos 19 estados que si la hembra no desea que un cigoto crezca en su útero, porque es resultado del espermatozoide de un violador que la violó, no importa. Que si no lo desea porque tiene 12 años de edad, y qué diablos hace una niña de 12 amamantando a un bebé, no importa. Que si no lo desea porque tiene otros ocho hijos y no tiene con qué darle leche y pan a un hijo más, no importa. Que si el crecimiento del cigoto pone en peligro su vida, no importa.

En suma: queda en la Ley que la mujer no importa, importa el cigoto: el cigoto es un rey y el útero de la hembra su palacio, en 19 estados de la nación.

Oh cuánto ama, en verdad, el PAN a los pequeños cigotos, hasta que nacen. Luego que nacen ya no los ama más: los abandona a su suerte. Cuánto ama el PAN a los pequeños cigotos: los aprendió a amar así por enseñanza del Papa Juan Pablo II, un gran amador de los cigotos, y no de las mujeres.

“La misión gloriosa y hegemónica de toda mujer” es llevar en el vientre “una criatura semejante a Cristo”. Es decir que “semejante a Dios hecho hombre”. “¿No es el misterio supremo de la hembra que en ella, y por ella, a través de su útero, nuestro Señor se hizo carne?”.

Amorosísimas palabras de Juan Pablo II, en la carta apostólica “Dignidad de la Mujer”, escrita en 1988, y que fija el lenguaje “moderno” de la antiquísima postura del Vaticano: el Vaticano ama mucho a los pequeños cigotos, y a las mujeres sin cigotos no les encuentra utilidad.

Loa al PAN que se ha asumido en un acto de fe, ciego y sordo e indiscutido, el brazo político del Papa en tierras nahuatlacas. Loa a su cruzada del año 2009 en que los panistas todos –todos: el 100%– votaron el veto a la interrupción voluntaria del embarazo en 19 estados.

Loa al PRI que negoció con los obispos nacionales, embajadores del Vaticano, sus votos –casi todos: 95%– para completar las mayorías que en los Congresos de 19 estados decidieran el veto.

Loa, loa a Beatriz Paredes, presidenta entonces del PRI, feminista a diario, feminista de congresos feministas, feminista excepto cuando importó serlo, y fue lo contrario, un instrumento contra las mujeres.

Loa. Loa, loa. Ahora nacerán cual pasto silvestre bebés no deseados, para crecer en hogares indispuestos y sin amor, para después, adolescentes ya, ingresar al crimen, donde el Ejército Mexicano los perseguirá con metralletas por calles oscuras e interminables. Taca taca taca taca.

Loa, loa, loa al PAN, que en estos últimos cinco años ha cuadriplicado el gasto en balas y metralletas del Ejército Mexicano.

Loa loa loa: taca taca taca.

Loa al PAN y su lógica de pescador de atunes. Ama a las pequeñas larvas de atún, déjalas crecer en mar abierto, hasta que alcancen más de metro y medio. Entonces mátalos, a los atunes y a los adolescentes.

Ah qué hermosa victoria la del PAN. Milimétrica como los cigotos. Heroica como doblegar el deseo de una mujer violada o de una mujer pobre o de una niña-mujer o de una mujer a la que el embarazo puede matar.

Sangrienta victoria la del PAN, como los abortos clandestinos que se han multiplicado en los 19 estados donde su Ley de amor a los pequeños cigotos rige y fuerza a las mujeres, que por violencia o imprudencia, y no por amor, albergan un cigoto en el útero, y son demasiado pobres para pagar un aborto clandestino en una clínica privada, a asistir con comadronas, y las más desamparadas a usar métodos insalubres, violentos, y a menudo mortales.

Dicen amar a los pequeños cigotos, los panistas, y es cierto que los aman mucho, hasta que nacen, entonces los dejan abandonados a su suerte.

Dicen arder en amor a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural, y cuadruplican el gasto en balas del Ejército Mexicano, para que haya muerte para muchos, de balazo.

Dicen mucho su amor por el milagro de la vida, los panistas, pero de sus actos está resultando un moridero de espanto.

*Tomado de la revista Proceso.