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domingo, marzo 20, 2011

Ciudad Juárez, el crimen y el mito*


Tomado de La Jornada, Hernández.


Patricia Dávila

Con apoyo de todos los sectores de Ciudad Juárez, un oficial del Ejército, el teniente coronel Julián Leyzaola, ya se hace cargo de la policía local, como lo hizo en Tijuana, casi hermana en violencia. A muy pocos parece importarles la historia negra que arrastra... Las opiniones de víctimas del militar y de activistas de derechos humanos coinciden para darle forma a un símil que describe con puntualidad lo que le espera a Juárez con la llegada de Leyzaola: el incendio se intentará apagar con gasolina.



Un mito conduce a otro mito…

La falsa idea de que la criminalidad en Tijuana se logró abatir ha llevado a la creencia de que el presunto artífice de esa paz hará posible la tranquilidad en Ciudad Juárez, la urbe más violenta del mundo…

En diciembre último, el exalcalde de Tijuana Jorge Ramos Hernández invitó a algunos empresarios juarenses a visitar la ciudad bajacaliforniana para que constataran cómo se superó ahí –supuestamente– la violencia generada por el crimen organizado. Un mes después el exfuncionario panista viajó a Ciudad Juárez a dar una serie de pláticas con sus propuestas para disminuir los índices de inseguridad. Pero no fue solo. Lo acompañaba el teniente coronel Julián Leyzaola Pérez.

El resultado es que desde el jueves 10 de marzo este militar sinaloense, considerado de mano dura, es titular de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal de Ciudad Juárez, contratado por el alcalde Héctor Murguía Lardizábal. El salario del flamante secretario es un secreto. “No se dará a conocer”, advirtió Murguía.

Carlos Chavira Rodríguez, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CEE) en Ciudad Juárez, dice a Proceso que Leyzaola, exjefe de la policía de Tijuana, llega a la ciudad chihuahuense con la aprobación de los tres niveles de gobierno.

El militar asumió el cargo en medio de una polémica por sus antecedentes represivos en Tijuana –por los que incluso enfrenta un juicio ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)– y antes de que se filtrara un documento diplomático de Estados Unidos que menciona vínculos de ese personaje con el crimen organizado de Baja California.

Y hasta la fecha Leyzaola Pérez no ha dado a conocer ningún plan de trabajo, por lo que el viernes 18 el pleno del cabildo juarense lo conminó a presentar cuanto antes su estrategia para abatir la criminalidad.

Represión y acuerdos poco claros



Al respecto Gustavo de la Rosa, visitador de la Comisión de Derechos Humanos de Ciudad Juárez, dice a Proceso: “Si violentó o no los derechos humanos en Tijuana es una polémica a la que nosotros, después de 7 mil 500 muertos, no queremos entrar. Aquí ya probamos la mano dura del Ejército y la blanda del exalcalde José Reyes Ferriz... y no funcionan.

“Lo que queremos es que se cambie el modelo de policía represor por el de proximidad con la ciudadanía, porque el primero es el que ha permitido que el narcotráfico penetre la estructura policial”.

Con el nombramiento de Leyzaola el temor es que se detenga a personas o se cateen domicilios sin órdenes judiciales. “Ya sufrimos mucho con la delincuencia, con los asesinos, con los extorsionadores y secuestradores para que todavía vayamos a sufrir violación a nuestras garantías; damos por hecho que va a tener que respetarlas, no le queda de otra”, advierte.

Añade: “Cuando Héctor Murguía asumió la alcaldía dijo que iba a nombrar al secretario de Seguridad Pública luego de una consulta con la ciudadanía. Con el argumento de que sólo tiene 30 patrullas en cada turno para cubrir la ciudad cuando necesita 200 y no tiene dinero para adquirirlas, establece una estrategia de no presencia policiaca y deja la responsabilidad a la Policía Federal.

“Pero esa indolencia intencionada del alcalde hace crisis, porque la Policía Federal no tiene posibilidad de controlar todos los niveles de violencia de Ciudad Juárez, y en lugar de bajar la violencia, ésta se mantiene con más de 250 muertos en lo que va del año y con una gran cantidad de secuestros y extorsiones.

“Cuando la situación hace crisis, amigos de él que forman parte de la Coparmex, de las cámaras de comercio, de las cámaras patronales, le proponen a Leyzaola. Sólo que aquí las cámaras son como sindicatos charros, un grupo corporativo del estado que le sirve de eco al gobierno.

“Finalmente no se sabe si la idea fue de algún representante empresarial o de Murguía; lo cierto es que llegaron a un acuerdo de encargarle la seguridad a ese grupo de asesores encabezado por Jorge Ramos y que estuvieron en la policía municipal en Tijuana.

“Murguía tiene una estrategia: si Leyzaola resulta bueno, se va a colgar la medalla; si es malo, responsabilizará a las cámaras, porque así lo hizo con Saulo Reyes cuando lo detuvieron en Estados Unidos por sus nexos con el cártel de Juárez”, considera De la Rosa.

Por lo pronto, tres días después de asumir el cargo en Ciudad Juárez, Leyzaola recibió la primera amenaza del crimen organizado, dejada en una cartulina sobre el cuerpo de un hombre torturado y moribundo.

Por otra parte, en un cable del 14 de julio de 2009 (09TIJUANA732) clasificado como “confidencial”, difundido por WikiLeaks y publicado el miércoles 16 por el diario La Jornada, el consulado estadunidense en Tijuana dice: “Es fácil caer en la tentación de ver a Julián Leyzaola como el bueno de la película, el que combate el poder corruptor del narcotráfico. En efecto, parece tener toda la intención de modernizar a la policía de Tijuana y nadie ha insinuado que él sea corrupto. Desafortunadamente la historia es más turbia”.

De acuerdo con los contactos del consulado de Estados Unidos, informa el rotativo mexicano, “Leyzaola persiguió con tanto entusiasmo al narcotraficante Teodoro García Simental, El Teo, sólo porque llegó a un arreglo con los rivales del capo dentro del cártel de los Arellano Félix, quienes podían hacer ‘sus negocios de manera más discreta’”.

Currículum tenebroso



A finales de 2009, en Tijuana había 62 ejecuciones del narco cada semana, el mayor número en su historia. Los cuerpos de las víctimas mostraban huellas de enorme brutalidad: eran mutilados, colgaban de puentes vehiculares, se dejaban en basureros y quedaban disueltos en tambos con ácido. Eran producto de la guerra entre dos cárteles, uno dirigido por Fernando Sánchez Arellano El Ingeniero y otro por Teodoro García Simental El Teo.

Para someter a estos dos grupos, Julián Leyzaola aplicó una estrategia en dos vías. La primera fue contra los grupos de narcotraficantes; la segunda, contra los delitos comunes, como los asaltos o el robo de autos y viviendas.

Leyzaola inauguró en Tijuana las operaciones de una policía con mando único, cuya cabeza era el general Alfonso Duarte Mújica, comandante de la II Zona Militar. La coordinación entre ellos “garantizaba” la comunicación con el gobierno federal, según Francisco Blake Mora, entonces secretario estatal de Gobierno y hoy secretario federal de Gobernación.

Esa coordinación fomentó la figura del arraigo con propósitos de tortura. Para lograrlo, Leyzaola colocó en las jefaturas a militares e inició un plan para sectorizar cuadro por cuadro la ciudad, declaró al periódico El Universal Raúl Ramírez Bermea, exprocurador de Derechos Humanos de Baja California y actual presidente de la Comisión Ciudadana de Derechos Humanos del Noroeste.

Nada detuvo al teniente coronel: cuando se hizo cargo de la policía de Tijuana cesó de inmediato a 400 agentes y 25 de ellos fueron arraigados en instalaciones del XXVIII Regimiento de Caballería; ahí durante varios días fueron torturados por militares y por subordinados de Leyzaola (Proceso 1737). Finalmente los 25 fueron exonerados.

Blanca Mesina Nevárez –hija de Miguel Ángel Mesina, exjefe de zona de la policía de Tijuana, uno de los torturados– y la abogada y activista Silvia Vázquez debieron exiliarse en Estados Unidos luego de recibir amenazas de muerte. Era 2009, cuando Blake Mora se desempeñaba como secretario de Gobierno de Baja California.

En mayo de ese año, un hombre vestido de negro y con pasamontañas bajó de una camioneta e interceptó a Mesina. “Es la última vez que te aviso que dejen de denunciar aquí en Tijuana; hay muchos contactos y creo que no quieres perder a algún familiar. Si no te mato en este momento es para no provocar un escándalo por las elecciones y porque tu caso ya está a nivel internacional”, le dijo antes de besarla en la mejilla e irse.

Las acciones de Leyzaola tuvieron repercusiones graves. Durante 2009, 47 de sus agentes fueron ejecutados. Según un documento de la Procuraduría de los Derechos Humanos y Protección Ciudadana de Baja California, elaborado en agosto pasado, la respuesta de Leyzaola fue ordenar una cacería: sus policías operaron al margen de la ley, vestidos de civil y en vehículos sin matrícula; irrumpieron sin órdenes judiciales en domicilios de sospechosos y a los detenidos los entregaban a militares para que los torturaran y los hicieran declararse culpables.

Ciudades semejantes



Chavira Rodríguez habla de las circunstancias que rodearon la contratación de Leyzaola: “Partimos de los antecedentes de que es una persona que tuvo un eficaz desempeño en Tijuana, la única ciudad en todo México más parecida a Juárez. Estas cartas jugaron a su favor. Ahora el reto es trabajar juntos para apoyar sus decisiones, para que tengan sentido”.

–¿Qué los convenció del trabajo de Leyzaola en Tijuana?

–En diferentes momentos varios grupos fuimos a Tijuana: representantes de organismos empresariales, de la industria maquiladora, clubes rotarios, gente vinculada con el sector comercio y de servicios y autoridades. En los diversos viajes conocí las circunstancias en que se vive en Tijuana.

“Recorrí la ciudad y vi a una señora correr sola en un parque a las 11 de la noche, y 15 minutos después estuve en una cancha de futbol rápido en donde había 300 o 400 jóvenes en espacios bien iluminados, donde se hace deporte toda la noche. Vi una gran confianza y tranquilidad. Fuimos a algunos restaurantes y estaban llenos. Indicadores que muestran que existe un nivel de estabilidad que por el momento nuestra ciudad no tiene. Esto no lo he visto, por lo menos en Juárez, desde hace mucho tiempo.”

–¿En Tijuana bajaron el secuestro, la extorsión…?

–Aún debe tener problemas de diferente índole, pero no al nivel de los que tenía o de los que padecemos en Juárez. Se redujo el nivel de violencia y eso le dio a la gente de Tijuana mayor confianza y mejoró su percepción de la ciudad. Nosotros aspiramos a que Ciudad Juárez recupere un nivel de seguridad similar al de Tijuana.

Según Chavira, de estas visitas surgió la idea de invitar a Leyzaola a Ciudad Juárez, para que impartiera al sector empresarial pláticas sobre su experiencia en Tijuana:

“Fue un proceso gradual que empezó con la depuración de la policía, siguió un entrenamiento y capacitación adecuados, equipamiento y vinculación con la comunidad. Este último punto es un trabajo que nos toca en buena medida a nosotros, al reconocer socialmente al policía como un servidor público.”

También aplicarán esquemas que fueron “valiosos” en Tijuana: los policías recibirán descuentos en centros comerciales y almacenes de ropa, becas escolares, programas de vivienda digna para sus familias, reconocimientos por desempeño, estímulos para que cuiden su equipo y patrullas. Con ello se busca que el policía logre vincularse con la comunidad.

“Creemos que estas acciones mejorarán la autoestima de los policías y apreciarán su labor, al grado de que comprendan que es más costoso perder su trabajo que aliarse con un grupo delictivo”, afirma.

–¿Cuánto tiempo le llevó a Leyzaola este proceso en Tijuana?

–Lo relevante es que esto ocurrió a lo largo de una administración municipal. Se logró una real vinculación con las corporaciones policiacas de los tres niveles de gobierno. Aunque no todo fue orientado a la seguridad pública, hubo un componente muy importante en materia de recuperación de la inversión, de promoción de la imagen, rescate de espacios públicos; se impulsaron mejores esquemas de administración de la justicia con los ministerios públicos, así como con los jueces locales y federales.

Las supuestas aptitudes del teniente coronel llevaron a los empresarios a proponer a los tres niveles de gobierno que fuera él quien coordinara el Operativo Conjunto Chihuahua: “Sería conveniente. No hablamos de un mando único pero sí de que en esa coordinación indispensable que se tiene que dar, se impulse a las otras corporaciones hacia él (Leyzaola), porque es un militar que se entiende bien con el Ejército. Esto le da un grado de legitimidad ante los mismos policías de la ciudad”, afirma Chavira.

–¿Qué hizo para combatir a los grupos de la delincuencia organizada?

–La policía municipal no combatía a los cárteles. Sus tareas son preventivas, como reducir los delitos del fuero común y emprender acciones para eliminar la impunidad. La delincuencia empieza por un delito menor y luego va escalando. El primer paso es contener el delito menor que ha ido creciendo hasta volverse una situación de gran escala, porque sin castigo, el mensaje que transmitimos al pequeño delincuente es que si comete un delito mayor no pasa nada. Eso tiene que acabar.

Para los empresarios, otro punto a favor de Leyzaola es que, antes de concluir su gestión al frente de la policía de Tijuana, representantes del gobierno de Estados Unidos le entregaron un reconocimiento por su labor: “Para nosotros es excepcional, no ubicamos otro caso en que haya ocurrido y lo coloca como una persona seria, honesta, capaz, con carácter…”.

–Pero Leyzaola tiene antecedentes de violar los derechos humanos de 25 policías y tiene un juicio pendiente ante la CIDH. ¿Tomaron esto en cuenta?

–Desde luego. Es algo que nos preocupa. Pero pensamos que con la debida coordinación de los organismos sociales y empresariales podemos llevar esto a buen término. Es importante que se cuiden los derechos de las víctimas. Es un tema en el que estaremos al pendiente y en coordinación con los organismos de derechos humanos.

–¿Estos antecedentes causarán malestar entre los policías de Juárez?

–Desconozco con detalle este tipo de situaciones que menciona. Estaremos atentos a una adecuada coordinación con el nuevo jefe policiaco, con sus oficiales y con las demás corporaciones de seguridad en esta ciudad para evitar que se violen los derechos.

Mientras tanto el CCE se prepara para aplicar la estrategia Juárez Competitiva, que tiene como fin limpiar la imagen de la ciudad más violenta del mundo:

“Juárez es México y los delitos que se han cometido aquí se han extendido al resto del país y se conocen en el mundo. Hoy queremos transmitir lo bueno. Para ello en octubre se efectuará un megaconcierto por la paz, a la mitad del Puente Internacional de Las Américas. Entre los asistentes están el Premio Nobel de química Mario Molina, Nelson Mandela, Plácido Domingo, Juanes, Miguel Bosé y por supuesto Juan Gabriel”, informa Chavira.


*Tomado de la revista Proceso.