progressif

martes, febrero 01, 2011

El contubernio Calderón-Ebrard*








Tomados de La Jornada, Hernández y El Figón y El Universal, Helioflores y Naranjo.


Álvaro Delgado

MÉXICO, D.F., 31 de enero (apro).- Más que la victoria en sí, el dato clave en la elección de Guerrero es el que se produjo cinco días antes con la declinación del Partido Acción Nacional (PAN) a favor del polo de izquierda, porque afianza el pacto de Felipe Calderón con la cúpula perredista para perfilar la candidatura presidencial de Marcelo Ebrard.

La decisión del PAN, que humilló a su candidato Marcos Parra, es insólita: Jamás había respaldado una candidatura del PRD, el partido más detestado por sus dirigentes --más aún que el PRI-- desde que fue fundado, en 1989, un odio que ha llevado a extremos demenciales y aun delincuenciales con Andrés Manuel López Obrador.

De hecho, el contubernio de Calderón con la cúpula perredista encabezada por Jesús Ortega --cuyo operador de ambas facciones es Manuel Camacho Solís-- tiene como principal condición neutralizar a toda costa a López Obrador y ensalzar a Ebrard, aun cuando a la derecha le parezca inmundo por haber despenalizado el aborto y promovido las bodas gay.

A los panistas les desconcierta que puedan apoyar a Ebrard, pero entienden que Calderón preferiría entregarle la presidencia a él y no al PRI, porque implicaría una vergüenza histórica por ser hijo de uno de los fundadores del PAN.

Ese es el eje teórico de las componendas vigentes que hacer creer a Ebrard que sí puede contar con el apoyo de Calderón, que no es de fiar.

Pero mientras tanto, en aras de consolidar la alianza con Calderón hacia 2012, Ebrard ha dado inclusive un giro estratégico a su relación con él: Ha desplegado una repentina mansedumbre, que incluye guardar silencio sobre la irrupción de tropas del Ejército y la Marina en las calles de la capital del país, conducta que ha sido correspondida por la mordaza impuesta desde Los Pinos al PAN capitalino.

Otra señal de la alianza entre Calderón y la cúpula perredista controlada por Los Chuchos, cuya astucia tiene a raya a las estridentes pero inoperantes corrientes --y aun al propio López Obrador--, se materializará este domingo 6 de febrero en Baja California Sur: El PRD entregará al PAN la gubernatura del estado.

A diferencia de Guerrero, a donde acudió en seis ocasiones durante la campaña de Ángel Aguirre --y la séptima en la victoria de ayer domingo--, Ebrard no fue ni una sola ocasión a Baja California Sur a respaldar a Luis Armando Díaz, candidato perredista a gobernador, a quien sólo recibió en su oficina de la Ciudad de México, el 7 de diciembre.

Esta manifiesta omisión de Ebrard, sumada a la deliberada abulia del PRD nacional hacia la campaña de Díaz --cuyas más recientes encuestas ubican en el tercer lugar--, perfila el triunfo del candidato del PAN, el experredista Marcos Covarrubias, quien como alcalde dejó en la quiebra al municipio de Comondú.

De manera que si es impresentable el exgobernador Ángel Aguirre Rivero, lo es también Covarrubias, cobijado por una derecha tan inescrupulosa como la izquierda corrupta que encabeza Jesús Ortega, cuyos arreglos con Calderón perfilan otras transacciones: Michoacán para la panista Luisa María Calderón, la “hermana incómoda”, por Nayarit para el perredista José Guadalupe Acosta Naranjo.

El Estado de México es el siguiente objetivo para una alianza, al menos de facto, cuya candidatura que se buscará fortalecer, con el apoyo de Los Chuchos, es la de Luis Felipe Bravo Mena…



Apuntes

¿Qué las elecciones son un asco? Lo son, pero no hace unas semanas ni meses. Lo han sido desde que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) convalidó, como aquí se anticipó, el acervo de trampas cometidas en la elección de 2006, incluido el intervencionismo de los poderes públicos… Nace una estrella: Emiliano Salinas Occelli encabeza un movimiento social para, según él, restablecer la paz en México –“se buscan ghandis”--, y uno evoca los aproximadamente 300 asesinatos de opositores políticos cometidos en el gobierno de su padre, Carlos Salinas, ahora también agitador social. A ver quién les cree…

Comentarios: delgado@proceso.com.mx

*Tomado de la revista Proceso.