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lunes, enero 31, 2011

Estado de México, Mítines en pueblos de narcos*





Tomados de La Jornada, Hernández y Helguera y El Universal, Naranjo.


Rosalía Vergara

En su gira por territorio mexiquense, Andrés Manuel López Obrador y sus simpatizantes han detectado la presencia de desconocidos que todo lo graban y anotan, y se han topado con retenes militares, en particular en los pueblos limítrofes con Michoacán, que son controlados por La Familia. A la tensión preelectoral en el Estado de México se suma el componente del miedo, toda vez que la entidad se está convirtiendo en un narcoterritorio cada vez más peligroso.



TOLUCA, MÉX.- “Aquí la inseguridad está muy cabrona”, dice un lugareño de Amatepec que abandonó sus tierras hace 10 años para librarse de los sicarios del narco que empezaron a incursionar en la entidad.

Cuando se le pide que hable de la inseguridad, el campesino se agita y le dice a la reportera que mejor le pregunte a otra persona. Y le advierte: “Ellos (los narcos) son los malos. Seguro ya saben quién es usted, porque viene de fuera, y saben que estamos hablando…”.

La conversación tiene lugar en Amatepec el domingo 16 de enero, durante la Gira por la Lealtad de Andrés Manuel López Obrador por los municipios mexiquenses. Lo acompaña el coordinador de los diputados federales perredistas, Alejandro Encinas, candidato del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) al gobierno del estado.

Es el segundo mitin del día. La mayoría de los asistentes son campesinos, entre ellos muchos ancianos, simpatizantes de López Obrador. Se ven contentos de recibirlo, pero la calma se termina cuando aparece un hombre de pantalón café y playera naranja. Lo acompañan dos personas. Sus vistosos anillos, sus cadenas y lentes oscuros llaman la atención de los asistentes. El desconocido se pasea de un lado a otro del auditorio municipal; en una libreta, anota los nombres de los invitados y de los oradores.

Horas antes, el mismo hombre había estado en Luvianos, municipio del Estado de México que colinda al norte con Amatepec y al poniente con Michoacán, del lado de Apatzingán y Argelia, territorio controlado por La Familia. Traía un radiolocalizador pegado a la oreja y no cesaba de anotar. Nadie lo conocía. Cuando un policía le preguntó de dónde venía, respondió que trabajaba con el petista Óscar González, pero el político lo negó. Dijo que nunca lo había visto.

No era el único que llamó la atención. Durante la gira han aparecido otros desconocidos. Suelen mezclarse en los tianguis municipales, o se sientan en alguna banca del parque del lugar y fingen descansar. Siempre ponen atención a los discursos de Encinas y López Obrador.

En cada municipio al que llegan, los oradores explican a los asistentes su plan de gobierno y enumeran su decálogo que, arguyen, está diseñado para las necesidades de la gente. Por lo general omiten hablar del narcotráfico y del crimen organizado. Sólo abordaron estos puntos en Luvianos, cuando los reporteros les hicieron preguntas sobre el particular.

López Obrador insistió en que Felipe Calderón es un irresponsable al declararle la guerra al narcotráfico. “Sin saber a lo que se iba a enfrentar, le dio un palazo, un garrotazo al avispero; actuó a lo tonto”, repite el tabasqueño. Y Encinas comentó que como diputado seguirá impulsando una estrategia para combatir el crimen sin derramar tanta sangre.

En el mitin de Luvianos, municipio gobernado por el PRD, participó el alcalde Zeferino Cabrera Mondragón, quien antes estuvo al frente del ayuntamiento de San Martín Otzoloapan. Fue él quien declaró el 19 de noviembre de 2009 que las bandas delincuenciales pretendieron extorsionarlo, aunque no señaló a ningún grupo en particular. Ahora, ante López Obrador y Encinas, Cabrera Mondragón se soltó. Mencionó que Luvianos ha sufrido una gran transformación, pues está creciendo.

Su secretario de Seguridad Pública, quien pidió que se omitiera su nombre, afirmó que desde hace un año ya no hay levantones ni temor en las calles del municipio. No obstante, admitió que mucha gente abandonó el pueblo por la presencia de los cárteles de la droga y la falta de seguridad. E intentó matizar: “Hay presencia (de narcos); pero sólo pasan y se pasean. Nada más”, dijo. Un uniformado lo escuchó escéptico y murmuró: “La realidad es que el territorio está controlado por la mafia”.

Mientras López Obrador leía el decálogo del plan de gobierno para Luvianos, un hombre vestido de azul, con gorra y un radiolocalizador de frecuencia como los que usa la policía, escribía frenéticamente en una libreta. Otros cercanos a él sólo escuchaban, sin pestañear.

Un lugareño comentó a la reportera que eran fuereños. Aseguró que la gorra y el sombrero los delataban. El sombrero calentano es habitual en Atlaya, en Amantepec, en los pueblos de la cuenca del Río Balsas, y eso ya es Michoacán; aunque también se acostumbra usarlo en Guerrero, explicó.

Casi en susurro afirma que “los malos” son de Altamirano, Arcelia y Guerrero, del lado de Michoacán; que en la salida del pueblo están los llamados “halcones”, gente encargada de vigilar y reportar a la gente extraña que entra o sale. Conocen a todo el pueblo.

Los habitantes observaban a un hombre de chamarra amarilla con el logotipo “Gobierno Luvianos. 2009-2012” bordado en la espalda. “Él es el que mueve el rollo aquí”, comentó uno de ellos a la reportera. En ese momento López Obrador comenzó a hablar de “la mafia en el poder”.

Al terminar el mitin en Luvianos la caravana de la Gira de la Lealtad enfiló hacia la salida del pueblo, custodiada por varios vehículos en los que iban el director de Seguridad Pública y una decena de policías municipales.

En Amatepec, al observar la comitiva, un joven exclamó: “No sé cómo se atrevieron a venir aquí. Hay mucha inseguridad”. Entre tanto un auto rojo pasaba por la calle donde vive el diputado estatal Crisóforo Hernández Mena, sitio en el que estaba programado el mitin y un convivio con López Obrador. El conductor se cubrió el rostro con su camiseta verde y comenzó a tomar fotos del lugar con su celular.



Militares, orejas y narcos



Seguidores de López Obrador y militantes de Morena se quejan porque, comentan, cuando visitan la zona colindante con Michoacán y Guerrero siempre los detienen los militares o civiles armados. Sólo los dejan pasar cuando ven sus identificaciones y se enteran de que forman parte del equipo que encabeza el tabasqueño.

Para los integrantes de Morena, los más “acosadores” son los militares. Aseguran que siempre toman fotos a las placas de sus vehículos y preguntan con frecuencia quién está al mando del movimiento, qué hacen en la región, quién los invita, quién los va a recibir, quién coordina la logística.

El domingo 16 esa escena se repitió. De salida, rumbo a Tejupilco, cerca de un retén militar una Hummer interceptó el vehículo de Encinas, una camioneta Escalade negra. Cinco soldados armados se bajaron de la unidad y pidieron al diputado y a sus acompañantes sus identificaciones y los permisos para portar armas.

“Están haciendo operativos porque la tierra está caliente”, comentan los lugareños. Lo curioso es que antes de detener la camioneta de Encinas, los militares saludaron a López Obrador, pues lo conocen bien. Algunas veces incluso le han pedido que se tome una foto con ellos.

El viernes 21 el itinerario de la caravana lopezobradorista incluyó Ocoyoacac, Lerma y San Mateo. En el primer mitin, el hombre vestido de naranja, botas vaqueras y lentes oscuros reapareció, esta vez con una credencial a nombre de Noé García, que lo acreditaba como “brigadista especial” y “protagonista del cambio verdadero”.

El sábado 22 la gira se inició en El Oro, donde hay retenes de policías desde la entrada. Ese día hubo un operativo en el que participaron elementos de la Policía Federal y agentes estatales. Cerca de este municipio se ubican Maravatío, Ciudad Victoria y Tlalpujahua.

La siguiente población fue San José del Rincón, otro pueblo lleno de militares que portan gorras de policías preventivos. Con sus cuernos de chivo al hombro, algunos graban con sus celulares y toman fotografías. A la entrada alguien colocó un letrero con la leyenda: “Dos toneladas de mariguana destruida, compromiso cumplido. Enrique Peña Nieto, gobernador del estado”. Esta zona es controlada por La Familia.

Durante el mitin, mientras el maestro de ceremonias presentaba a los invitados, varios civiles anotaban los nombres en libretas; algunos hablaban por radio, nextel o celular. Nadie sabe quiénes son ni para quién trabajan. Ese día también apareció el “brigadista especial”. El domingo 23 también estuvo en Ciudad Nezahualcóyotl, donde días antes se registró un enfrentamiento entre narcomenudistas. Camino a Valle de Chalco, un convoy de cinco Hummers llenas de soldados armados circulaba por la carretera del lado contrario al convoy de la Gira por la Lealtad.



Tierra narcomexiquense



Entre 2006 y 2010 se reportaron mil 461 ejecuciones en territorio mexiquense. La cuota de sangre afectó a 97 de los 125 municipios. Hoy, el Estado de México ocupa el sexto lugar en homicidios, debajo de Chihuahua, con 10 mil 135; Sinaloa, con 4 mil 387; Guerrero, con 2 mil 739; Baja California, con 2 mil 19, y Michoacán, con mil 751.

Durante ese periodo Ciudad Nezahualcóyotl ocupó el primer lugar en índice de homicidios, con 162 ejecuciones, de las cuales 69 ocurrieron el año pasado. Naucalpan reportó 77, Tultitlán 69, Tlalnepantla 57, Coacalco 48, Tecámac 42, Ocoyoacac e Ixtapaluca 34 cada una, Valle de Chalco 33, Huixquilucan 30, Toluca 28, Chalco y Chimalhuacán 27 en cada municipio, Tultepec 25, Tepotzotlán y Texcoco 24, Tejupilco 22 y La Paz 20.

En su libro Tierra narca, Francisco Cruz Jiménez señala que El Chapo Guzmán, prófugo de la justicia desde hace 10 años, eligió tierra mexiquense para refugiarse:

“Desde septiembre de 2005 se registró una explosiva consolidación de los cárteles del narcotráfico: ejecuciones en las calles de Toluca y Metepec, de Luvianos e Ixtapan de la Sal; enfrentamientos entre criminales y policías o entre criminales y policías criminales en Coacalco, Tultitlán, Ciudad Nezahualcóyotl, Atlacomulco, Tejupilco y Ecatepec; embolsados, encobijados, secuestros, extorsiones, decapitados, narco mensajes y protección policial a los cárteles y a sus personajes que impusieron una narcocultura arraigada en otras zonas del país”.

También escribió que La Familia controla todo el valle de Toluca: de Metepec a Toluca, Lerma, Santiago Tianguistenco, Zinacantepec, Calpulhuac, San Mateo Atenco, Xonacatlán, Ocoyoacac, Tenango del Valle, Almoloya de Juárez y Tenancingo. Según Cruz Jiménez, en el sur, la guarida natural de El Chapo era Luvianos, Valle de Bravo, Tlatlaya y Tejupilco, entre otros.

Hoy, La Familia libra una batalla contra Los Zetas, Los Pelones y los cárteles de Sinaloa y del Golfo en el llamado Triángulo de la Brecha de Tierra Caliente, zona productora de mariguana y amapola.

*Tomado de la revista Proceso.