El “mall” guadalupano*
Tomados de La Jornada, Helguera, Hernández y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.
Rodrigo Vera
Un ambicioso proyecto religioso-comercial, que prácticamente estaba paralizado y corría el riesgo de naufragar por presiones y diferencias políticas, ha cobrado nueva vida gracias a la intervención del hombre al que la revista Forbes considera el más rico del mundo: Carlos Slim. Pero esas no son buenas noticias para los comerciantes establecidos que fueron desalojados por la fuerza de las inmediaciones del atrio de la Basílica de Guadalupe, ahí donde quieren alzar la Plaza Mariana, y que no están incluidos en el nuevo proyecto…
Don Jesús Badillo, líder de un grupo de comerciantes de La Villa, señala hacia el ruidoso ajetreo de trascabos y camiones de volteo que sacan montones de tierra a un costado del atrio de la Basílica de Guadalupe. Luego comenta molesto:
“Mire, peor desgracia no podía ocurrirnos: el empresario Carlos Slim ya olió el dinero y se vino a construir la Plaza Mariana. Ahí tiene trabajando su maquinaria pesada, ¡véala! La Basílica de Guadalupe será otro más de sus muchos negocios. Sacará la mayor tajada del dinero que dejan los millones de peregrinos que vienen al santuario.”
–¿Desplazará a los comerciantes de la zona?
–¡Téngalo por seguro! ¿A poco cree que nosotros los jodidos vamos a poder competir contra el hombre más rico del mundo? ¡Ni de broma!
Y apunta a la andrajosa muchedumbre de vendedores ambulantes, a los puestos de fritangas que estrangulan el enrejado del atrio, a los diminutos y míseros comercios establecidos apiñados en las callejas aledañas.
“Aquí el comercio –dice– es una tradición familiar de los pobladores de la zona, que se transmite de generación en generación. Gracias a la Virgen de Guadalupe damos de comer a nuestras familias. Pero ahora, si bien nos va, los comerciantes originales terminaremos trabajando para Slim.”
Don Jesús observa nuevamente el terreno de 30 mil metros cuadrados donde escarban los trascabos amarillos del Grupo Carso; sus largos brazos metálicos se despliegan en lo alto, caen con saña sobre la tierra, picotean aquí y allá dejando en el reseco baldío profundos agujeros que son rellenados con gruesas varillas de acero. Los cimientos empiezan a levantarse.
Anteriormente, en esa área había un arbolado jardín público y un mercado con más de mil locatarios; además tenían sus comercios establecidos los 250 agremiados que don Jesús representa.
Regalo del tabasqueño
En 2003, Andrés Manuel López Obrador, entonces jefe del gobierno capitalino, le donó ese terreno a la Fundación Plaza Mariana –presidida por el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, y conformada además por un grupo de empresarios y algunos allegados a López Obrador– para que se ampliara el atrio y ahí construyera su plaza.
Los locatarios del mercado se salieron voluntariamente, aceptando la promesa de que serían reubicados en la Plaza Mariana. Pero la gente de Badillo –aglutinada en la Agrupación de Comerciantes Emiliano Zapata– rechazó la propuesta y se negó a desalojar. Fueron retirados a la fuerza por más de mil policías a quienes acompañaban grúas y trascabos que demolieron los locales de concreto. Hasta la fecha, estos comerciantes expulsados siguen litigando para recuperar sus espacios o para que se les indemnice.
Recuerda don Jesús Badillo:
“Nos trataron peor que a delincuentes y nos dejaron sin patrimonio. De un día para otro dejamos de ser comerciantes establecidos para convertirnos en vendedores ambulantes.”
Lanza un suspiro largo. Mueve la cabeza y dice:
“Ahí estaba mi pequeño negocio. El patrimonio que me arrebataron a la mala, el esfuerzo de años de mis compañeros... De todo eso sacará provecho Slim.”
Desde finales de marzo pasado y a través del Grupo Carso, el magnate empezó a levantar la Plaza Mariana, el megaproyecto religioso-comercial más ambicioso del país, que estará situado en la ampliación del atrio, a donde anualmente confluyen alrededor de 20 millones de peregrinos y turistas de muchos países, dejando una cuantiosa derrama económica.
Diseñada por el arquitecto Fernando Romero, la Plaza Mariana se planeó para que en ella se desarrollen dos tipos de actividades: las de “lo terreno” –que es el lado mercantil– y las de “lo sacro” –relativa al culto guadalupano.
Arquitectónicamente estará conformada por cuatro grandes construcciones en forma cuadrangular, en cuyo centro se formará la figura de una cruz que estará iluminada por las noches. En el techo de una de esas construcciones cuadrangulares estará la imagen de la Virgen de Guadalupe, que también tendrá iluminación nocturna. Ambas podrán ser vistas sólo por quienes de noche sobrevuelen la Ciudad de México.
Por el lado de “lo terreno”, la Plaza Mariana contará con ultramodernos “locales comerciales” para que el consumidor cautivo pueda ir de shopping sin necesidad de salir del atrio, igual que ya lo hace en Plaza Cuicuilco, Plaza Loreto o cualquier otro de los exclusivos malls levantados por el magnate.
Esta nueva plaza tendrá también un amplio y confortable auditorio –con sus respectivos palcos y mullidos asientos– donde habrá presentaciones teatrales, conciertos, proyecciones y conferencias.
No faltarán tampoco las cafeterías, el salón de usos múltiples, un museo interactivo y un área de exhibiciones para presentar muestras pictóricas y escultóricas, a las que, por cierto, es muy afecto el empresario de origen libanés, quien ha logrado juntar una valiosa colección del escultor Augusto Rodin.
Estacionamientos subterráneos, lujosos escaparates, el frescor del aire acondicionado, áreas ajardinadas, amplios ventanales, tragaluces, escaleras eléctricas, elevadores, terrazas, balcones… todo eso incluirá la construcción de estilo modernista.
Para la gente de bajos recursos se proyecta levantar un “mercado” aparte, donde –si la promesa se cumple– serán reubicados los pequeños comerciantes que aceptaron dejar sus locales del mercado original, que fue demolido y que, anteriormente, quedaba fuera del atrio actual. A precios populares, ahí estarán las verdulerías, carnicerías y fondas que hoy se encuentran en la calle Fray Juan de Zumárraga, frente al acceso principal del santuario.
Y para las actividades exclusivamente “sacras”, la Plaza Mariana contará con un “centro de evangelización”, que servirá para propagar la fe guadalupana. Habrá capillas, oratorios y una oficina donde ocasionalmente despachará el cardenal Norberto Rivera.
También se construirá un columbario con capacidad para más de 100 mil criptas, las cuales se están vendiendo desde hace años para financiar la obra.
Este es el megaproyecto de la Plaza Mariana de Slim, plasmado –con gráficas, planos y dibujos– en un documento de 49 páginas, que fuentes eclesiásticas entregaron a Proceso. Sustituyó a otro proyecto diseñado por el arquitecto Javier Sordo Madaleno, que en un principio pensaba edificarse pero luego fue desechado.
Presión delegacional
Víctor Hugo Lobo, jefe de la delegación Gustavo A. Madero (GAM), comenta que ya ha sostenido reuniones con enviados de Slim y del cardenal Norberto Rivera para hablar de la obra:
“Aquí ha venido un par de veces el vicerrector de la Basílica, monseñor Palencia, también gente de la empresa constructora, el Grupo Carso, de Slim. Es un grupo financiero muy sólido que, espero, pueda por fin terminar el proyecto. Y por el lado del gobierno capitalino me ha acompañado gente de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda y de la oficina del jefe de gobierno, Marcelo Ebrard.”
–¿De qué han hablado?
–Los constructores nos explican que han variado la forma y la composición de la gran plaza, de los cuatro grandes edificios que construirán en ella, de las condiciones del subsuelo. Nosotros les decimos que no tenemos ningún inconveniente si se dan las condiciones de autorización de espacios, altura y densidades.
–¿Cuándo prometieron concluir la obra?
–En octubre o noviembre de 2011. Para nosotros el tiempo es dinero, nos urge que se termine esa obra, pues la delegación está sosteniendo económicamente a los comerciantes desalojados, quienes llevan años esperando su reinstalación en una Plaza Mariana que apenas comienza a construirse.
–¿Ustedes aceptaron ese tiempo propuesto por los constructores?
–No. No lo hemos aprobado todavía. Sólo escuchamos su propuesta. Les pedimos que primero nos traigan el calendario de obras, para ver si se pueden acortar los tiempos. Conocemos bien los tiempos que tardan las construcciones.
La urgencia de Lobo se debe a que la GAM, desde hace siete años, apoya económicamente a mil 300 comerciantes desalojados con más de 20 millones de pesos al año, una cantidad muy alta que ya no puede desembolsar, por lo que, en noviembre del año pasado, en una entrevista con este semanario, Lobo le lanzó un ultimátum al cardenal Rivera Carrera: o empezaba a construir a más tardar en marzo (pasado) o de plano le quitaría el terreno que le donó López Obrador (Proceso 1726).
Lobo se apoya en el mismo “decreto desincorporatorio”, publicado el 8 de abril de 2003, en el cual se estipula que, si “en el plazo de dos años” –que se cumplieron en 2005– no se construye la Plaza Mariana, la donación guadalupana de López Obrador “será revocada”.
Así, de la situación saca hoy provecho el habilidoso Carlos Slim, quien este año se colocó en el primer lugar de la lista de los hombres más ricos del mundo, elaborada por la revista Forbes. Ha logrado amasar una fortuna de 53 mil 500 millones de dólares.
Lobo deambula meditabundo por su espacioso despacho del tercer piso, desde el que se ven –a través de un gran ventanal– las obras de cimentación y el hormigueo de comerciantes apretujados en las calles circundantes. ¿Les dará cabida Carlos Slim? ¿Qué hacer con los pobres? Esa es su preocupación.
“Nos prometen darles cabida. Es el convenio. Estaré al pendiente de que se cumpla”, murmura Lobo.
–¿No ve el riesgo de que la Plaza Mariana sea para un turismo de altos recursos?
–Es lo que trataremos de evitar, que no construyan una plaza con una visión de otro nivel, porque entonces se excluiría a un gran sector de la población. A la Basílica llegan personas de todas las clases sociales. Procuraremos que se les atienda a todas y también que se respete la identidad y el origen de nuestros comerciantes de la zona.
Agrega el delegado que todos deben quedar incluidos en el Proyecto Zócalo-Basílica, con el que las autoridades capitalinas intentan integrar el Centro Histórico con el norte de la ciudad. En el proyecto –dice– puede participar Slim o cualquier otro empresario interesado en impulsar el desarrollo urbano, turístico y comercial.
Una plaza “fashion”
Don Jesús Badillo ve las cosas de manera distinta:
“El señor Slim viene con la intención de construir otra más de sus plazas comerciales, donde se vendan puros productos de marca. Será un centro muy fashion. En él no tendrán cabida los vendedores de quesadillas con sus anafres ni tampoco los peregrinos que llegan de provincia hasta descalzos. No, no, será sobre todo para el turismo, y principalmente para el que viene del extranjero.”
A don Jesús lo acompaña su abogado, Francisco Rivas, quien lo secunda:
“Desde hace tiempo existe el proyecto de quitar a los pequeños comerciantes de un kilómetro a la redonda de la Basílica, porque se dice que afean el paisaje. Y nadie mejor que Slim para hacerlo. Ya lo hizo en el Centro Histórico, donde se apoderó de muchos predios. Aquí hará lo mismo.”
Asegura el abogado que Slim no acaba de incorporarse al proyecto Plaza Mariana, sino que “siempre ha estado metido en él” a través de uno de sus “operadores”, el empresario Fernando Chico Pardo, quien incluso formalmente maneja el dinero de la Fundación Plaza Mariana.
Chico Pardo es calificado por los analistas como un gran estratega de las finanzas corporativas. Ha promovido las Sociedades de Inversión de Capitales (sincas). Fue socio de Slim en la casa de bolsa Inbursa y también del multimillonario húngaro George Soros.
Según el folio 56408, del Registro Público de la Propiedad y de Comercio del Distrito Federal, Chico Pardo funge como “tesorero” de la Fundación Plaza Mariana, cuyo objetivo es “la construcción, operación y administración” de “todo tipo de instalaciones” para el “mejoramiento urbano, arquitectónico y ambiental de la Villa de Guadalupe, y especialmente de la Plaza Mariana y su entorno urbano, para beneficio de la población”.
El presidente de la fundación es el cardenal Rivera Carrera; el secretario y apoderado es monseñor Diego Monroy, rector del santuario; el comisario es Carlos Abedrop y los vocales son José Agustín Ortiz Pinchetti y Julia Rita Campos de la Torre.
Los dos representantes eclesiásticos –el cardenal y Monroy– ya han demostrado sus buenas dotes mercantiles: en 2002 vendieron, en 12.5 millones de dólares, la “exclusividad” para explotar la imagen guadalupana a la trasnacional estadunidense Viotran (Proceso 1371).
Mientras que Ortiz Pinchetti fue secretario de Gobierno de López Obrador, y Campos de la Torre, su secretaria de Turismo.
Prosigue el abogado Francisco Rivas:
“Carlos Slim, Norberto Rivera y López Obrador fueron realmente quienes crearon la fundación, con el fin de hacer negocio juntos, por eso metieron en ella a allegados suyos. Los tres eran muy amigos. Supongo que López Obrador pensaba que llegaría a la Presidencia de la República y continuaría en el proyecto, pero ahora ni siquiera tiene un cargo público y se ha distanciado del cardenal; esto quizá haya provocado conflictos al interior de la fundación, no lo sabemos. Lo cierto es que ahora solamente Slim y el cardenal reemprenden el proyecto.”
–¿Realmente resultará un buen negocio la Plaza Mariana?
–¡Imagínese! Se levantará en un terreno que ni siquiera se compró, sino que fue donado. Y aparte, la obra se financiará con la venta de las famosas criptas guadalupanas y con los donativos de los fieles. Son recaudaciones multimillonarias que ya llevan años dándose. Slim y el cardenal sacarán dinero de un negocio al que no le invirtieron ni un centavo. ¡Es un negocio redondo!
Efectivamente, las más de 100 mil criptas –cuyo costo es de 22 mil 200 pesos cada una– llevan años vendiéndose sin ser construidas. Y también desde hace años se están pidiendo donativos a los fieles guadalupanos, tanto de México como de Estados Unidos, para lo cual se abrieron cuentas bancarias ex profeso. Incluso, para la comunidad hispana de Estados Unidos se lanzó al mercado una tarjeta telefónica guadalupana –en colaboración con la empresa Starcom– a fin de recaudar más dinero (Proceso 1571).
“Es imposible saber cuánto dinero han juntado. Pero seguramente son miles de millones de pesos. No hay manera de pedirles cuentas, ya que se escudan en la figura de la ‘fundación’, que supuestamente es para hacer obras de beneficencia”, dice Rivas.
Defensor de los 250 locatarios desalojados por la fuerza, Rivas advierte que ya ganaron un amparo, en el decimotercer tribunal colegiado en materia administrativa, donde se dice que el desalojo fue “ilegal”.
“A partir de esta consideración se derivan los delitos de despojo, abuso de autoridad, allanamiento de morada y robo, por lo que ya tenemos una averiguación interpuesta ante la Fiscalía para Servidores Públicos, de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal”, dice el abogado.
–¿Slim está construyendo, entonces, sobre un terreno en litigio?
–¡Sí señor! Y además nosotros ya podemos, porque hay interés jurídico, solicitar que se cancele la donación de ese terreno. No desearíamos llegar a tanto. Solamente queremos recuperar nuestros espacios, o bien, que se nos indemnice de manera justa.
*Tomado de la revista Proceso.
Un ambicioso proyecto religioso-comercial, que prácticamente estaba paralizado y corría el riesgo de naufragar por presiones y diferencias políticas, ha cobrado nueva vida gracias a la intervención del hombre al que la revista Forbes considera el más rico del mundo: Carlos Slim. Pero esas no son buenas noticias para los comerciantes establecidos que fueron desalojados por la fuerza de las inmediaciones del atrio de la Basílica de Guadalupe, ahí donde quieren alzar la Plaza Mariana, y que no están incluidos en el nuevo proyecto…
Don Jesús Badillo, líder de un grupo de comerciantes de La Villa, señala hacia el ruidoso ajetreo de trascabos y camiones de volteo que sacan montones de tierra a un costado del atrio de la Basílica de Guadalupe. Luego comenta molesto:
“Mire, peor desgracia no podía ocurrirnos: el empresario Carlos Slim ya olió el dinero y se vino a construir la Plaza Mariana. Ahí tiene trabajando su maquinaria pesada, ¡véala! La Basílica de Guadalupe será otro más de sus muchos negocios. Sacará la mayor tajada del dinero que dejan los millones de peregrinos que vienen al santuario.”
–¿Desplazará a los comerciantes de la zona?
–¡Téngalo por seguro! ¿A poco cree que nosotros los jodidos vamos a poder competir contra el hombre más rico del mundo? ¡Ni de broma!
Y apunta a la andrajosa muchedumbre de vendedores ambulantes, a los puestos de fritangas que estrangulan el enrejado del atrio, a los diminutos y míseros comercios establecidos apiñados en las callejas aledañas.
“Aquí el comercio –dice– es una tradición familiar de los pobladores de la zona, que se transmite de generación en generación. Gracias a la Virgen de Guadalupe damos de comer a nuestras familias. Pero ahora, si bien nos va, los comerciantes originales terminaremos trabajando para Slim.”
Don Jesús observa nuevamente el terreno de 30 mil metros cuadrados donde escarban los trascabos amarillos del Grupo Carso; sus largos brazos metálicos se despliegan en lo alto, caen con saña sobre la tierra, picotean aquí y allá dejando en el reseco baldío profundos agujeros que son rellenados con gruesas varillas de acero. Los cimientos empiezan a levantarse.
Anteriormente, en esa área había un arbolado jardín público y un mercado con más de mil locatarios; además tenían sus comercios establecidos los 250 agremiados que don Jesús representa.
Regalo del tabasqueño
En 2003, Andrés Manuel López Obrador, entonces jefe del gobierno capitalino, le donó ese terreno a la Fundación Plaza Mariana –presidida por el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, y conformada además por un grupo de empresarios y algunos allegados a López Obrador– para que se ampliara el atrio y ahí construyera su plaza.
Los locatarios del mercado se salieron voluntariamente, aceptando la promesa de que serían reubicados en la Plaza Mariana. Pero la gente de Badillo –aglutinada en la Agrupación de Comerciantes Emiliano Zapata– rechazó la propuesta y se negó a desalojar. Fueron retirados a la fuerza por más de mil policías a quienes acompañaban grúas y trascabos que demolieron los locales de concreto. Hasta la fecha, estos comerciantes expulsados siguen litigando para recuperar sus espacios o para que se les indemnice.
Recuerda don Jesús Badillo:
“Nos trataron peor que a delincuentes y nos dejaron sin patrimonio. De un día para otro dejamos de ser comerciantes establecidos para convertirnos en vendedores ambulantes.”
Lanza un suspiro largo. Mueve la cabeza y dice:
“Ahí estaba mi pequeño negocio. El patrimonio que me arrebataron a la mala, el esfuerzo de años de mis compañeros... De todo eso sacará provecho Slim.”
Desde finales de marzo pasado y a través del Grupo Carso, el magnate empezó a levantar la Plaza Mariana, el megaproyecto religioso-comercial más ambicioso del país, que estará situado en la ampliación del atrio, a donde anualmente confluyen alrededor de 20 millones de peregrinos y turistas de muchos países, dejando una cuantiosa derrama económica.
Diseñada por el arquitecto Fernando Romero, la Plaza Mariana se planeó para que en ella se desarrollen dos tipos de actividades: las de “lo terreno” –que es el lado mercantil– y las de “lo sacro” –relativa al culto guadalupano.
Arquitectónicamente estará conformada por cuatro grandes construcciones en forma cuadrangular, en cuyo centro se formará la figura de una cruz que estará iluminada por las noches. En el techo de una de esas construcciones cuadrangulares estará la imagen de la Virgen de Guadalupe, que también tendrá iluminación nocturna. Ambas podrán ser vistas sólo por quienes de noche sobrevuelen la Ciudad de México.
Por el lado de “lo terreno”, la Plaza Mariana contará con ultramodernos “locales comerciales” para que el consumidor cautivo pueda ir de shopping sin necesidad de salir del atrio, igual que ya lo hace en Plaza Cuicuilco, Plaza Loreto o cualquier otro de los exclusivos malls levantados por el magnate.
Esta nueva plaza tendrá también un amplio y confortable auditorio –con sus respectivos palcos y mullidos asientos– donde habrá presentaciones teatrales, conciertos, proyecciones y conferencias.
No faltarán tampoco las cafeterías, el salón de usos múltiples, un museo interactivo y un área de exhibiciones para presentar muestras pictóricas y escultóricas, a las que, por cierto, es muy afecto el empresario de origen libanés, quien ha logrado juntar una valiosa colección del escultor Augusto Rodin.
Estacionamientos subterráneos, lujosos escaparates, el frescor del aire acondicionado, áreas ajardinadas, amplios ventanales, tragaluces, escaleras eléctricas, elevadores, terrazas, balcones… todo eso incluirá la construcción de estilo modernista.
Para la gente de bajos recursos se proyecta levantar un “mercado” aparte, donde –si la promesa se cumple– serán reubicados los pequeños comerciantes que aceptaron dejar sus locales del mercado original, que fue demolido y que, anteriormente, quedaba fuera del atrio actual. A precios populares, ahí estarán las verdulerías, carnicerías y fondas que hoy se encuentran en la calle Fray Juan de Zumárraga, frente al acceso principal del santuario.
Y para las actividades exclusivamente “sacras”, la Plaza Mariana contará con un “centro de evangelización”, que servirá para propagar la fe guadalupana. Habrá capillas, oratorios y una oficina donde ocasionalmente despachará el cardenal Norberto Rivera.
También se construirá un columbario con capacidad para más de 100 mil criptas, las cuales se están vendiendo desde hace años para financiar la obra.
Este es el megaproyecto de la Plaza Mariana de Slim, plasmado –con gráficas, planos y dibujos– en un documento de 49 páginas, que fuentes eclesiásticas entregaron a Proceso. Sustituyó a otro proyecto diseñado por el arquitecto Javier Sordo Madaleno, que en un principio pensaba edificarse pero luego fue desechado.
Presión delegacional
Víctor Hugo Lobo, jefe de la delegación Gustavo A. Madero (GAM), comenta que ya ha sostenido reuniones con enviados de Slim y del cardenal Norberto Rivera para hablar de la obra:
“Aquí ha venido un par de veces el vicerrector de la Basílica, monseñor Palencia, también gente de la empresa constructora, el Grupo Carso, de Slim. Es un grupo financiero muy sólido que, espero, pueda por fin terminar el proyecto. Y por el lado del gobierno capitalino me ha acompañado gente de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda y de la oficina del jefe de gobierno, Marcelo Ebrard.”
–¿De qué han hablado?
–Los constructores nos explican que han variado la forma y la composición de la gran plaza, de los cuatro grandes edificios que construirán en ella, de las condiciones del subsuelo. Nosotros les decimos que no tenemos ningún inconveniente si se dan las condiciones de autorización de espacios, altura y densidades.
–¿Cuándo prometieron concluir la obra?
–En octubre o noviembre de 2011. Para nosotros el tiempo es dinero, nos urge que se termine esa obra, pues la delegación está sosteniendo económicamente a los comerciantes desalojados, quienes llevan años esperando su reinstalación en una Plaza Mariana que apenas comienza a construirse.
–¿Ustedes aceptaron ese tiempo propuesto por los constructores?
–No. No lo hemos aprobado todavía. Sólo escuchamos su propuesta. Les pedimos que primero nos traigan el calendario de obras, para ver si se pueden acortar los tiempos. Conocemos bien los tiempos que tardan las construcciones.
La urgencia de Lobo se debe a que la GAM, desde hace siete años, apoya económicamente a mil 300 comerciantes desalojados con más de 20 millones de pesos al año, una cantidad muy alta que ya no puede desembolsar, por lo que, en noviembre del año pasado, en una entrevista con este semanario, Lobo le lanzó un ultimátum al cardenal Rivera Carrera: o empezaba a construir a más tardar en marzo (pasado) o de plano le quitaría el terreno que le donó López Obrador (Proceso 1726).
Lobo se apoya en el mismo “decreto desincorporatorio”, publicado el 8 de abril de 2003, en el cual se estipula que, si “en el plazo de dos años” –que se cumplieron en 2005– no se construye la Plaza Mariana, la donación guadalupana de López Obrador “será revocada”.
Así, de la situación saca hoy provecho el habilidoso Carlos Slim, quien este año se colocó en el primer lugar de la lista de los hombres más ricos del mundo, elaborada por la revista Forbes. Ha logrado amasar una fortuna de 53 mil 500 millones de dólares.
Lobo deambula meditabundo por su espacioso despacho del tercer piso, desde el que se ven –a través de un gran ventanal– las obras de cimentación y el hormigueo de comerciantes apretujados en las calles circundantes. ¿Les dará cabida Carlos Slim? ¿Qué hacer con los pobres? Esa es su preocupación.
“Nos prometen darles cabida. Es el convenio. Estaré al pendiente de que se cumpla”, murmura Lobo.
–¿No ve el riesgo de que la Plaza Mariana sea para un turismo de altos recursos?
–Es lo que trataremos de evitar, que no construyan una plaza con una visión de otro nivel, porque entonces se excluiría a un gran sector de la población. A la Basílica llegan personas de todas las clases sociales. Procuraremos que se les atienda a todas y también que se respete la identidad y el origen de nuestros comerciantes de la zona.
Agrega el delegado que todos deben quedar incluidos en el Proyecto Zócalo-Basílica, con el que las autoridades capitalinas intentan integrar el Centro Histórico con el norte de la ciudad. En el proyecto –dice– puede participar Slim o cualquier otro empresario interesado en impulsar el desarrollo urbano, turístico y comercial.
Una plaza “fashion”
Don Jesús Badillo ve las cosas de manera distinta:
“El señor Slim viene con la intención de construir otra más de sus plazas comerciales, donde se vendan puros productos de marca. Será un centro muy fashion. En él no tendrán cabida los vendedores de quesadillas con sus anafres ni tampoco los peregrinos que llegan de provincia hasta descalzos. No, no, será sobre todo para el turismo, y principalmente para el que viene del extranjero.”
A don Jesús lo acompaña su abogado, Francisco Rivas, quien lo secunda:
“Desde hace tiempo existe el proyecto de quitar a los pequeños comerciantes de un kilómetro a la redonda de la Basílica, porque se dice que afean el paisaje. Y nadie mejor que Slim para hacerlo. Ya lo hizo en el Centro Histórico, donde se apoderó de muchos predios. Aquí hará lo mismo.”
Asegura el abogado que Slim no acaba de incorporarse al proyecto Plaza Mariana, sino que “siempre ha estado metido en él” a través de uno de sus “operadores”, el empresario Fernando Chico Pardo, quien incluso formalmente maneja el dinero de la Fundación Plaza Mariana.
Chico Pardo es calificado por los analistas como un gran estratega de las finanzas corporativas. Ha promovido las Sociedades de Inversión de Capitales (sincas). Fue socio de Slim en la casa de bolsa Inbursa y también del multimillonario húngaro George Soros.
Según el folio 56408, del Registro Público de la Propiedad y de Comercio del Distrito Federal, Chico Pardo funge como “tesorero” de la Fundación Plaza Mariana, cuyo objetivo es “la construcción, operación y administración” de “todo tipo de instalaciones” para el “mejoramiento urbano, arquitectónico y ambiental de la Villa de Guadalupe, y especialmente de la Plaza Mariana y su entorno urbano, para beneficio de la población”.
El presidente de la fundación es el cardenal Rivera Carrera; el secretario y apoderado es monseñor Diego Monroy, rector del santuario; el comisario es Carlos Abedrop y los vocales son José Agustín Ortiz Pinchetti y Julia Rita Campos de la Torre.
Los dos representantes eclesiásticos –el cardenal y Monroy– ya han demostrado sus buenas dotes mercantiles: en 2002 vendieron, en 12.5 millones de dólares, la “exclusividad” para explotar la imagen guadalupana a la trasnacional estadunidense Viotran (Proceso 1371).
Mientras que Ortiz Pinchetti fue secretario de Gobierno de López Obrador, y Campos de la Torre, su secretaria de Turismo.
Prosigue el abogado Francisco Rivas:
“Carlos Slim, Norberto Rivera y López Obrador fueron realmente quienes crearon la fundación, con el fin de hacer negocio juntos, por eso metieron en ella a allegados suyos. Los tres eran muy amigos. Supongo que López Obrador pensaba que llegaría a la Presidencia de la República y continuaría en el proyecto, pero ahora ni siquiera tiene un cargo público y se ha distanciado del cardenal; esto quizá haya provocado conflictos al interior de la fundación, no lo sabemos. Lo cierto es que ahora solamente Slim y el cardenal reemprenden el proyecto.”
–¿Realmente resultará un buen negocio la Plaza Mariana?
–¡Imagínese! Se levantará en un terreno que ni siquiera se compró, sino que fue donado. Y aparte, la obra se financiará con la venta de las famosas criptas guadalupanas y con los donativos de los fieles. Son recaudaciones multimillonarias que ya llevan años dándose. Slim y el cardenal sacarán dinero de un negocio al que no le invirtieron ni un centavo. ¡Es un negocio redondo!
Efectivamente, las más de 100 mil criptas –cuyo costo es de 22 mil 200 pesos cada una– llevan años vendiéndose sin ser construidas. Y también desde hace años se están pidiendo donativos a los fieles guadalupanos, tanto de México como de Estados Unidos, para lo cual se abrieron cuentas bancarias ex profeso. Incluso, para la comunidad hispana de Estados Unidos se lanzó al mercado una tarjeta telefónica guadalupana –en colaboración con la empresa Starcom– a fin de recaudar más dinero (Proceso 1571).
“Es imposible saber cuánto dinero han juntado. Pero seguramente son miles de millones de pesos. No hay manera de pedirles cuentas, ya que se escudan en la figura de la ‘fundación’, que supuestamente es para hacer obras de beneficencia”, dice Rivas.
Defensor de los 250 locatarios desalojados por la fuerza, Rivas advierte que ya ganaron un amparo, en el decimotercer tribunal colegiado en materia administrativa, donde se dice que el desalojo fue “ilegal”.
“A partir de esta consideración se derivan los delitos de despojo, abuso de autoridad, allanamiento de morada y robo, por lo que ya tenemos una averiguación interpuesta ante la Fiscalía para Servidores Públicos, de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal”, dice el abogado.
–¿Slim está construyendo, entonces, sobre un terreno en litigio?
–¡Sí señor! Y además nosotros ya podemos, porque hay interés jurídico, solicitar que se cancele la donación de ese terreno. No desearíamos llegar a tanto. Solamente queremos recuperar nuestros espacios, o bien, que se nos indemnice de manera justa.
*Tomado de la revista Proceso.
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