Desde las entrañas del Ejército... *
Tomado de La Jornada, Hernández.
Ricardo Ravelo
Luego de siete años en el Ejército, un cabo de infantería llamado Heriberto Lazcano decidió cambiar de camiseta y canalizar sus ambiciones en el terreno del crimen organizado. Creció a la sombra del jefe del cártel del Golfo, Osiel Cárdenas, y tuvo como maestro al fundador de Los Zetas: Arturo Guzmán Decenas. Convertido en El Lazca, con fama de sanguinario, este exmilitar logró encumbrar a su grupo de sicarios a la categoría de cártel...
El 5 de junio de 1991, Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca, se alistó en las filas del Ejército con el afán de convertirse en una figura dentro de las filas castrenses. Su ambición de alcanzar una posición destacada en la milicia duró siete años. Como cientos de militares más que terminaron enganchados en el negocio de las drogas, el actual jefe máximo de Los Zetas decidió abrirse sitio en el mundo del narco. Ahora es uno de los capos más buscados dentro y fuera de México.
El 27 de marzo de 1998, según registros de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Lazcano causó baja del Ejército cuando había alcanzado el rango de cabo de infantería. Cañonazos de dólares y el poder ilimitado ofrecido por el narcotráfico lo sedujeron cuando tenía 24 años: poco después de su deserción se incorporó al cártel del Golfo, organización criminal que entonces recobraba su poder con el liderazgo de una nueva figura: Osiel Cárdenas Guillén, El Mata Amigos.
Según declaraciones ministeriales de los testigos protegidos Rufino y Geraldin, Lazcano fue llevado al cártel del Golfo por otro exmilitar que llegó a ser tan poderoso como actualmente es El Lazca: Arturo Guzmán Decenas, El Z-1, a quien tanto la PGR como la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal le atribuyen la fundación de Los Zetas, el llamado “ejército del narco”.
Geraldin, cuyo nombre es Alejandro Lucio Morales Betancourt, fue parte de ese “ejército”, donde se le conocía como Z-2. El 17 de noviembre de 2001 fue capturado y poco después se acogió al programa de testigos protegidos. En la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/111/2003 declara que el objetivo que se persiguió con la creación de Los Zetas como brazo armado del cártel del Golfo fue eliminar a todos los enemigos de Cárdenas Guillén.
La historia de Los Zetas confirma la versión de Geraldin, pues a finales de 1997 –cuando Cárdenas emergió de las filas de la extinta Policía Judicial Federal y se aprestó a tomar el control del cártel del Golfo– apareció Guzmán Decenas, personaje que sería clave para los planes de expansión de la organización criminal al eliminar a los rivales de Osiel; entre otros, a su principal opositor: Salvador Gómez Herrera, El Chava.
Guzmán Decenas nació el 13 de enero de 1976 en el estado de Puebla y se formó en el Ejército, donde, bajo el rigor castrense, estudió la secundaria y la preparatoria. Después ingresó al Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), cuerpo que se constituyó con vocación contrainsurgente y de combate al crimen organizado.
Antecesor de Heriberto Lazcano en la jefatura de Los Zetas, Guzmán Decenas fue uno de los tantos militares que a mediados de los noventa pasó a la Fiscalía Especializada en Atención de Delitos contra la Salud (FEADS) –desaparecida en 2003 debido a que estaba infiltrada por el narco– para reforzar la lucha antidrogas. Cuando fungía como mando policiaco en Miguel Alemán, Tamaulipas, fue “enganchado” por Cárdenas Guillén.
Según el testigo Rufino –cuyo nombre es Francisco Vázquez y quien se desempeñó como asistente personal de Osiel–, Guzmán Decenas planeó junto con el capo la creación de un grupo de protección, pues aquél temía ser asesinado por El Chava Gómez.
Antes de que Gómez Herrera eliminara a Cárdenas y la plaza de Tamaulipas quedara bajo su absoluto control, Osiel –según el testigo– decidió asesinarlo. El brazo ejecutor fue, dice Rufino, Guzmán Decenas, jefe y maestro de Heriberto Lazcano.
En un apartado de la averiguación previa, Rufino narra cómo fue asesinado Gómez Herrera: Osiel se encontraba en Tomatlán, Jalisco, en un rancho que se llama La Trementina, el cual Osiel utilizaba como refugio. Lo acompañan Eduardo Costilla, El Coss; Víctor Manuel Vázquez Mireles, Arturo Guzmán Decenas y el declarante… Por fechas está programado el bautizo de una hija que Osiel Cárdenas procreó con la señora Liliana Dávila. La ceremonia se celebraría en Tuxpan, Veracruz, y el padrino era Salvador Gómez Herrera.
Cómodamente sentado en un sofá, Osiel Cárdenas le habló por teléfono a El Chava Gómez y le dijo que no podría asistir al bautizo porque había sido operado de emergencia de la vesícula. Osiel mintió. En realidad (Cárdenas) aprovechó sus días de descanso para someterse a una cirugía plástica y a una liposucción.
El Chava Gómez comprendió el imprevisto y le deseó pronta recuperación. Pasaron los días sin ninguna novedad, hasta que Osiel fue a verlo tan pronto como se sintió recuperado de sus intervenciones estéticas. Acordaron verse en el puerto El Mezquital, en Tamaulipas. Salvador Gómez Herrera decidió quedarse refugiado en Tuxpan y días después viajó por lancha, pues temía que lo detuvieran después de haberse fugado de una casa de arraigo de la PGR junto con Osiel.
Osiel Cárdenas se desplazó desde Tomatlán en una camioneta Durango. Lo acompañaban en ese trayecto Arturo Guzmán Decenas y Víctor Manuel Vázquez Mireles, El Meme Cabezón. Después recogieron a Gómez Herrera en el puerto El Mezquital. Acababa de bajar de una lancha de su propiedad, utilizada para transportar droga desde Veracruz hasta Tamaulipas.
Después de saludarse, El Chava Gómez abordó la camioneta y se acomodó en el asiento del copiloto. Charlaron unos minutos entre risas y bromas. Cuando El Chava Gómez se reía a carcajadas, y esto lo sé porque me lo comentó Vázquez Mireles, Arturo Guzmán, que iba en el asiento trasero, sacó la pistola y se la vació al Chava en la cabeza. Luego sacaron el cuerpo y lo aventaron al monte, donde los animales le carcomieron toda la panza.
Guzmán Decenas terminó de conformar a Los Zetas, pero en noviembre de 2002 fue ejecutado en un restaurante de Matamoros, Tamaulipas. Durante su sepelio salieron a relucir las coronas. En una de ellas se leía, en letras grandes y doradas: “Te llevamos en el corazón. De tu familia: Los Zetas”.
La toma del poder
Después de la muerte de Guzmán, el liderazgo de Los Zetas fue asumido por Heriberto Lazcano, nacido en Apan, Hidalgo, en 1974. A sus 36 años, El Lazca o El Verdugo no sólo ha sabido mantenerse en el poder a sangre y fuego, sino que ha logrado expandir el radio de acción del grupo que encabeza, a grado tal que ya está afincado en 25 estados del país.
No es todo: de acuerdo con investigaciones ministeriales e informes de la Drug Enforcement Administration (DEA, la agencia antidrogas de Estados Unidos), Lazcano diversificó las actividades criminales de Los Zetas.
Primero operaban como grupo paramilitar dedicado a la protección de Cárdenas Guillén. Tras la captura del capo en 2003 –un día después de la celebración del cumpleaños de su hija, Celia Marlén Cárdenas Salinas–, Los Zetas cobraron mayor auge en el tráfico de drogas y tiempo después se convirtieron en un cártel bien organizado.
Según el informe Radiografía de los cárteles mexicanos, elaborado por la SSP, Los Zetas están estructurados en pequeñas células llamadas “estacas”, cuentan con expertos en contabilidad y administración de empresas y tienen el control de las policías estatales y municipales en una veintena de estados.
La SSP y la DEA coinciden en que Los Zetas ahora también venden protección, además de perpetrar secuestros, extorsiones y tráfico de personas, así como acciones de piratería y cobro de derechos de piso a comerciantes y a narcotraficantes que pretenden cruzar droga por los territorios que dominan.
A diferencia de Juan José Esparragoza Moreno, El Azul –negociador de pura cepa–, Heriberto Lazcano es proclive a la violencia y a la traición, según se destaca en un breve perfil criminal elaborado por la PGR con base en testimonios de personas que lo conocen.
El testigo Geraldin declara que el jefe de Los Zetas siempre ha separado sus relaciones personales de los negocios, en tanto que investigaciones de la PGR, así como fichas policiacas, afirman que recurre a métodos de tortura para doblegar a sus rivales, e incluso a los propios zetas que violan la disciplina interna.
Una de esas fichas dice que a quienes lo desobedecen o engañan, los ejecuta o los apanda. Si decide verlos morir poco a poco, ordena que les supriman la comida y el agua, hasta que perecen de inanición o deshidratados.
Una breve historia tomada de las declaraciones de otro testigo protegido, Karem, da cuenta del explosivo carácter de Lazcano cuando alguien no cumple su palabra. Narra que un día Alfredo Rangel Buendía, El Chicles –considerado en su momento uno de los hombres de mayor confianza del Lazca–, le pidió dinero prestado: “Quiero comprar fayuca, ayúdame con un préstamo, te lo devuelvo en un mes”, le dijo. Pero no cumplió. Y esto fue lo que siguió, según Karem:
Lazcano nos ordenó a todos los (sicarios) del cártel del Golfo que matáramos al Chicles, por lo que Iván Velásquez Caballero (a quien llaman El Talibán y tiene la clave L-50) le dijo que se acercara a un punto de la colonia Madero, de Nuevo Laredo, por lo que cuando llega El Chicles lo enganchamos, o sea, lo agarramos y lo íbamos a matar.
Rangel Buendía no fue asesinado y Karem explica la razón: “El Talibán habló con Lazcano y le dijo que él le iba a recuperar el dinero y que nada más lo castigara. Enseguida recibimos la orden de que lo mantuviéramos amarrado un mes. Nos autorizó (Lazcano) a que le diéramos agua y de comer una vez al día, para que no estuviera yendo seguido al baño”.
A Osiel Cárdenas le simpatizó el comportamiento sanguinario del Lazca, relata el exsubteniente Alejandro Lucio Morales Betancourt, quien actualmente es el testigo protegido Geraldin, en la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/111/2003.
Recuerda que en 1999, cuando Lazcano se acababa de incorporar al cártel del Golfo, Cárdenas citó a Guzmán Decenas en una casa de seguridad en Reynosa, Tamaulipas, y le pidió juntar a 20 pistoleros para asesinar a Rolando López Salinas, El Roly, quien era amigo de Osiel.
Así sucede este asesinato, según Geraldin: Llegaron a una casa (situada) en Miguel Alemán, que está sobre la calle Décima. Solamente entraron al inmueble Arturo Guzmán y Lazcano, realizando disparos, pero fueron recibidos a balazos por la gente que se encontraba en ese lugar.
Lazcano disparó a un tanque de gas provocando su explosión y ante ello salimos corriendo de dicho lugar, en esa ocasión hubo muertos en esa casa, pero la Policía Ministerial se encargó de ocultarlos y de que no se supiera nada.
Otra historia que delinea el lado sanguinario de Heriberto Lazcano, también contenida en la indagación, ocurrió en marzo de 2002, cuando Guzmán y El Lazca torturaron y acribillaron a cuatro agentes de la Policía Ministerial de Nuevo Laredo que desobedecieron órdenes suyas, pues, según Rufino, “las policías pertenecen al cártel del Golfo, son empleados del narcotráfico, ellos obedecen y quien no hacía caso, pues simplemente le partían su madre o reventaban (ejecutaban) a la familia completa”.
Añade el testigo: En esa ocasión, esos agentes siguieron los vehículos de Arturo Guzmán y de Lazcano. Al ver que los seguían, se pararon y detuvieron a los policías. Lo peor es que los torturaron y a punta de madrazos los hicieron confesar que trabajaban para un grupo rival, el que encabezaba Dionisio Román García, El Chacho, operador de Joaquín El Chapo Guzmán. Luego los mataron y los quemaron en llantas. No quedaron ni los huesitos. A otros policías traidores también los incineraron en unos tambos de 200 litros de gasolina; se consumieron toditos. Luego mataron a El Chacho, a quien ejecutaron el 13 de mayo de 2002.
La era de las alianzas
Con sus métodos despiadados y su capacidad de fuego, Heriberto Lazcano convirtió a Los Zetas en el grupo paramilitar del narcotráfico más poderoso en América Latina, con ramificaciones en Estados Unidos y Europa. Aunque la mayoría de sus miembros están muertos o encarcelados, Lazcano se mantiene con la disciplina castrense como la más férrea, la que rige el comportamiento, el entrenamiento y las operaciones del grupo.
Si bien es cierto que Los Zetas han tenido bajas importantes, Lazcano nunca ha dejado de reclutar a jóvenes soldados para el grupo criminal, según narra el testigo David en la indagatoria PGR/SIEDO/UEIDCS/125/2007: Hasta el 24 de junio de 2007 Ezequiel Cárdenas Guillén, El Tony Tormenta, hermano de Osiel Cárdenas, y Heriberto Lazcano viajaron al sureste del país para reclutar a más militares. Tormenta y Lazcano se habían vuelto a juntar y estaban reclutando a muchos soldados de diferentes lugares, reagrupándose en Coatzacoalcos, Boca del Río y Cardel, Veracruz, así como en Campeche, para luego entrar a la Ciudad de México.
En 2007 comenzaron las rencillas entre el grupo del Golfo y Los Zetas. La causa de esas fisuras fue que Eduardo Costilla, El Coss, líder de la organización, y todo el corporativo criminal comenzaron a negociar con el cártel de Sinaloa el fin de su histórico enfrentamiento.
En un campo deportivo de Matamoros, Lazcano reunió a todos Los Zetas para preguntarles si estaban de acuerdo o no en sumarse a la organización del Chapo Guzmán.
Ataviados con ropa deportiva, los cerca de 400 miembros de Los Zetas reunidos tomaban agua y escuchaban hablar a su jefe, quien pidió que levantaran la mano quienes estuvieran de acuerdo en aliarse con los de Sinaloa. La mayoría rechazó la alianza. Y entonces decidieron romper relaciones con el cártel del Golfo, lo que derivó en enfrentamientos y asesinatos.
Lazcano y sus hombres no se cruzaron de brazos y vieron la oportunidad de asociarse. Entraron así al mundo de las alianzas y de las estrategias empresariales: trabaron relaciones con los Beltrán Leyva y con los cárteles de Tijuana y de Juárez, a raíz de lo cual se convirtieron en el llamado “cártel de los exmilitares”. El Lazca dejó de ser el cabecilla de un grupo armado y ahora se erige como líder máximo del cártel de Los Zetas.
El mito, la realidad...
Como a todos los capos, a Lazcano también lo rodea el misterio. En varias ocasiones ha intentado ocultarse tras las cortinas de su falsa muerte. En 2007 se dijo que había sido asesinado durante una carrera de caballos celebrada en Villarín, Veracruz.
El rumor corrió varios días hasta que, finalmente, las autoridades federales aclararon que quien había sido ejecutado era un personaje identificado como Roberto Carlos Carmona Gasperín. En otra ocasión, luego de un enfrentamiento entre soldados y zetas en Tampico, la abogada Silvia Raquenel Villanueva dijo que tenía conocimiento de que en ese tiroteo había sido asesinado Heriberto Lazcano. Ninguna autoridad confirmó el dato.
Lo cierto es que, de acuerdo con Rufino, Heriberto Lazcano vive junto con su familia en Pachuca, Hidalgo, donde presuntamente el Ejército lo protege.
Así lo dice el testigo: En el año 2001 Osiel Cárdenas Guillén le ordenó a Heriberto Lazcano, alias El Laz, Lazcano o El Pornográfico, tomar la plaza de Pachuca, Hidalgo… Heriberto Lazcano es originario del estado de Hidalgo; él, junto con su familia, tiene su domicilio cerca del Campo Militar de la ciudad de Pachuca, Hidalgo, y en esa ciudad que he referido reclutaron a la mayoría de todos los integrantes del grupo de Los Zetas.
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...El noveno cártel*
ricardo Ravelo
En sólo 13 años, Los Zetas, grupo al que se integraron exmilitares y desertores del Ejército, pasó de ser un apéndice del cártel del Golfo a convertirse en una organización autónoma. Según la DEA, desde enero pasado puede considerársele como el noveno cártel. Ahora, esa organización, dirigida por el hidalguense Heriberto Lazcano, es la mejor armada y tiene influencia en 20 estados del país.
Hacia finales de 1997, el grupo armado de Los Zetas irrumpió en la escena pública como escudo protector del cártel del Golfo y de su líder, Osiel Cárdenas Guillén. Trece años después, con nuevos refuerzos y una diversificación de sus actividades criminales, el llamado “Ejército del Narco” es ya un cártel que lucha con denuedo por el control de una veintena de entidades federativas.
La mayoría de los integrantes de esa organización provenían del Ejército, en particular del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafes). En el 97, muchos de ellos habían ingresado a la Procuraduría General de la República (PGR) como refuerzos en la lucha que emprendió el gobierno federal contra el narcotráfico. Pero muy pronto se engancharon en el negocio de las drogas.
Para 2003, año en que fue capturado Osiel Cárdenas, Los Zetas modificaron su esquema de operación, luego de una aguda crisis interna por el control del cártel del Golfo. Superadas las rencillas, las traiciones y el desorden en las operaciones, Eduardo Costilla, El Coss, se convirtió en el nuevo líder, en tanto que el grupo armado empezó a conformar su propia estructura criminal.
Durante los siguientes dos años, El Coss tuvo dos encuentros con Ignacio Nacho Coronel e Ismael El Mayo Zambada, representantes del cártel de Sinaloa. El propósito: sellar una alianza para controlar el tráfico de drogas y conformar un megaconsorcio criminal que pusiera fin a las matanzas al menos en los territorios dominados por ambos grupos criminales, según las averiguaciones previas PGR/SIEDO/UEIDCS/147/2007 y PGR/SIEDO/UEIDCS/082/2009.
Y aun cuando ese proyecto nunca fue abandonado por el cártel del Golfo –la segunda organización más poderosa después de la de Sinaloa–, en enero pasado la Drug Enforcement Administration (DEA) confirmó que Los Zetas se habían convertido en un nuevo cártel, bien estructurado y con amplio dominio tanto en el Pacífico como en el Golfo de México.
Los informes de inteligencia de la DEA indican que la separación de Los Zetas se debió a sus diferencias con la cúpula del cártel del Golfo por el acercamiento de éste al grupo rival de Sinaloa, así como por sus alianzas con La Familia michoacana y con los jefes del cártel del Milenio, los hermanos Valencia Cornelio, cuyo asiento es el estado de Michoacán.
Hill Glaspy, responsable de la DEA en McAllen, Texas, se refirió al convenio de los capos del Golfo y de Sinaloa en estos términos: “Está bien documentado que el cártel del Golfo ha formado alianzas con el cártel de Sinaloa y La Familia michoacana para emprender una guerra contra Los Zetas”.
Los Zetas rompieron con la cúpula del cártel del Golfo el 8 de enero último, lo que confirma la tesis de la DEA: que los vínculos entre ambas organizaciones criminales estaban sustentados en débiles acuerdos, declaró Glaspy.
Tres meses después del anuncio de la DEA, el 13 de abril, Ramón Pequeño García, jefe de la División Antidrogas de la Secretaría de Seguridad Pública federal (SSP), confirmó que los cárteles del Golfo y La Familia habían reanudado una vieja alianza. El colaborador de Genaro García Luna no se refirió en ningún momento a la organización de Sinaloa como principal socio del cártel que dirige El Coss.
Un funcionario de la SSP, quien solicitó el anonimato, comenta que la alianza estratégica de la organización del Coss es con la tríada de La Familia, el cártel del Milenio y el de Sinaloa; eso significa, añadió, que “estos grupos sumarán fuerzas para contrarrestar a Los Zetas”.
Esta nueva sociedad motivó que Los Zetas abandonaran Tamaulipas, su histórica base de operaciones, y se afincaran en Nuevo León. Hoy, en ese territorio se agudizaron las ejecuciones debido a las disputas de Ezequiel Cárdenas Guillén, Tony Tormenta, hermano de Osiel Cárdenas, y El Coss, jefes emblemáticos del cártel del Golfo, con Heriberto Lazcano, El Lazca, jefe de Los Zetas, y su lugarteniente Miguel Ángel Treviño Morales, El Z-40.
La separación
La investigación de la Procuraduría General de la República sobre el cártel del Golfo –PGR/SIEDO/UEIDCS/082/2009– asienta que en 2005 Los Zetas adquirieron armas de alto poder como ningún otro grupo lo había hecho. Por esas fechas, añade el documento, dicha organización buscaba su independencia, al tiempo que enfrentaba a sus rivales, incluyendo a los miembros del cártel del Golfo.
Como parte de su estrategia, Los Zetas incorporaron a elementos del Ejército, muchos de ellos desempleados o desertores, y reclutaron en Guatemala a exintegrantes de las tropas de élite de las fuerzas armadas de ese país centroamericano, los ex Kaibiles, como consta en documentos obtenidos por Proceso.
Con vistas a convertirse en el noveno cártel que opera en el territorio nacional (los otros son: el de Tijuana, el de Colima, el de Juárez, el de Sinaloa, el de los hermanos Arellano Félix, el del Golfo, el de Pedro Díaz Parada –cuyo ámbito de influencia está en Oaxaca– y el del Milenio), Los Zetas diversificaron su abanico criminal y ahora obtienen millonarias ganancias no sólo por el trasiego de drogas, sino también por las extorsiones, pues convirtieron el secuestro en gran industria.
Hoy controlan, asimismo, el mercado de la piratería y el tráfico de personas, y cobran “derecho de piso” a comerciantes y a dueños de bares, cantinas y prostíbulos en varias regiones del país.
En marzo de 2009, luego de que la Policía Federal (PF) desarticuló una célula de Los Zetas en Pachuca, Hidalgo, dedicada al secuestro, se comprobó que en las actividades delictivas de ese grupo armado participan incluso mujeres y niños.
Proceso pidió al Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) (solicitud 0002200084508) datos para conocer el número de miembros del cártel de Los Zetas y cuáles de ellos provienen del Ejército. Y aunque respondió que no podía atender la petición por considerar que era materia de seguridad nacional, el instituto aportó elementos que permiten entender la evolución de esa organización.
Para el IFAI, el rescate de criminales en los penales de Michoacán, Tamaulipas y Chihuahua, así como el ataque reciente a comandancias de las policías estatal y federal en Coahuila, Tabasco y Sonora deja en claro que “Los Zetas cuentan con la información, logística e infraestructura, independientemente del armamento de alto poder y tecnología de punta de que disponen, para organizar operativos de rescate y ataques de esa magnitud”.
Los Zetas enfrentan a los cuerpos de seguridad sin temor, e incluso han roto los cercos de seguridad en varias ocasiones y han ejecutado “a más de un elemento de seguridad”, dice el IFAI. A esto hay que agregar que los sicarios obtienen información de los expedientes relacionados con el cártel del Golfo, por lo que conocen los nombres de los funcionarios que participan en esas pesquisas.
Y, en alusión a Los Zetas, entre otros, añade el IFAI: “Debemos reconocer que los grupos de delincuencia organizada se encuentran mejor coordinados que en el pasado y que su poder trasciende hasta las más altas esferas del gobierno…”.
La averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/242/2008 indica que Heriberto Lazcano nunca ha dejado de reclutar personal militar y civil para el cártel de Los Zetas. Para el testigo Karem, citado en el documento, El Lazca es todo un capo:
A Lazcano se le vio hace poco tiempo por el rumbo de Ramos Arizpe, Coahuila, muy cerca de Saltillo, donde tiene varios caballos pura sangre que le costaron, cada uno, varios miles de dólares. Le gustan las carreras de caballos. Los asistentes a una carrera que se celebró en esa región fueron testigos de la muerte de uno de sus caballos preferidos, porque le habían dado de tragar mucha cocaína.
Desde que Lazcano se convirtió en el jefe de Los Zetas cambiaron las reglas y las estrategias de operación, según se desprende de la declaración rendida por Mateo Díaz López, El Comandante Mateo, contenida en la indagatoria PGR/SIEDO/UEIDCS/122/2006.
Díaz López declaró que tras la captura de Osiel, El Lazca comenzó a reclutar a desertores del ejército de Guatemala (ex Kaibiles) para capitalizar los secuestros, los homicidios y las extorsiones:
(Luego de) la detención de Osiel hubo muchos problemas dentro de la organización, ya que sus principales líderes, como Eduardo Costilla y Gregorio Sauceda, se desorientaron y querían esconderse, por lo que Lazcano, con clave Z-30, retomó la organización y los calmó.
Para poder sostener una organización con diversos giros, Lazcano generó una nueva estructura, dividida en células regionales especializadas por delitos, denominadas “estacas”, que son grupos de siete personas que operan a nivel municipal; se crearon los halcones o vigías, y se contrataron auditores a todos los miembros de la organización.
También cambiaron las reglas, y así Los Zetas comenzaron a consolidarse como cártel, según El Comandante Mateo:
El número Nextel de Lazcano lo grabé con las letras Md, pero cada vez que detienen a algún miembro de la organización, todos tiramos los teléfonos a la basura y compramos nuevos teléfonos y radios. Junto con la coerción también había incentivos.
Las reuniones de fin de año las realizó (El Lazca) para que todos los que trabajaban para la organización de Los Zetas se conocieran entre ellos; en esas reuniones se pagaban sus aguinaldos, participaban en rifas de casas y automóviles. En ese tipo de reuniones era cuando Heriberto Lazcano designaba al personal que se iba a ir con ellos a las diferentes plazas que tenían a su mando, entre ellas México, D.F., la cual está a cargo de El Rex.
Lo mismo sucedió con la forma de operar del cártel de Los Zetas, según la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/014 /2007, que contiene las declaraciones ministeriales de los testigos protegidos identificados como Rufino, Rafael, Gabriel y Geraldin, las cuales permiten conocer que se hace al interior de la organización.
Ellos dijeron que el jefe máximo es Heriberto Lazcano, en una estructura que detallan así:
En el nivel más bajo están quienes son denominados como Halcones, que son los “ojos de la ciudad” o vigilantes; en el siguiente nivel están los encargados de las tiendas o puntos (venta de droga), los de la productividad.
Les siguen los L o Cobras –ayudantes o encargados de dar seguridad a Los Zetas–, quienes andan equipados con un arma larga y una corta. El siguiente nivel, declararon los testigos, es el de Los Zetas Nuevos, exmilitares guatemaltecos que tuvieron entrenamiento especial y que siempre portan las mejores armas largas y cortas, además de granadas, chalecos antibalas y cascos.
Rufino comentó: Son los encargados de entrar a las casas, de revisarlas y de llevar el mando en los operativos. También se encargan de ejecutar a la gente porque suponen que eso les da más fuerza y hace honor a su categoría de nuevos zetas.
Además, según los testimonios, hay reglas establecidas. En caso de presentarse un enfrentamiento, los L o Cobras, por ejemplo, tienen orden de disparar sólo si lo ordenan Los Zetas Nuevos; en el caso de detenciones o levantones, los L son los encargados de esposar a los sujetos y de subirlos a los vehículos, mientras Los Zetas Nuevos dirigen el operativo.
Junto con los ex Kaibiles guatemaltecos, en ese nivel se encuentran algunos miembros del desaparecido Gafes, los más antiguos en esa organización, comentaron los testigos, y aclararon que si bien los Cobras o L son considerados “gente de confianza”, carecen de formación militar, por lo que sólo pueden llegar a ser comandantes. Es el caso de Miguel Treviño, El 40, quien opera en los estados de Nuevo León y Coahuila.
A esta categoría pertenecen también El Comandante Mateo, El Mamito, El Hummer, El Rex, El Caprice, El Tatanka y El Cholo, entre otros. Varios de estos zetas originales están presos o han muerto; los que aún viven se hacen llamar los licenciados, los maestros o los ingenieros, para evitar que se les identifique, declararon los testigos.
Los eslabones
Además de los diferentes niveles y categorías, el encargado (o comandante) de cada plaza cuenta con informantes, un contador y sus sicarios, quienes se encargan de la seguridad personal del comandante.
Por lo que atañe a los informantes, por lo general son personas con conocimientos del lugar donde operan y tiene relaciones con personas del entorno; además, están disponibles las 24 horas del día y dependen directamente del comandante de la plaza.
El contador, por su parte, es el responsable de las finanzas de la organización; es él quien paga los sueldos a los integrantes de la estructura, así como a los servidores públicos que están en contubernio con la organización. Al principal contador del cártel se le conoce como El Comandante Sol, según los testigos Rufino y Karem.
Las actividades criminales de Los Zetas se han diversificado, de acuerdo con el expediente PGR/SIEDO/UEIDCS/147/2009. Hoy, este cártel domina el tráfico de drogas en 20 estados del país y tiene una alianza con la organización de los hermanos Beltrán Leyva y con el cártel de Tijuana. Sus ingresos provienen también de los secuestros, así como del robo de combustibles de la paraestatal Petróleos Mexicanos, empresa en la que altos funcionarios les ayudan para que realicen sus hurtos.
La indagatoria indica que otra de sus actividades es: …el robo condensado a Pemex, la invasión de terrenos para instalar bombas de robo de gasolina, el robo de autotransportes y la cooptación de funcionarios que trabajan en las aduanas.
Y los testigos agregan:
También se utilizan panteones abandonados para desaparecer a las personas que son asesinadas. Una vez que están muertas las llevamos a uno de esos panteones y las metemos a las tumbas que tienen en las lápidas otros nombres, de esa manera nunca las encuentran.
*Tomados de la revista Proceso.
Luego de siete años en el Ejército, un cabo de infantería llamado Heriberto Lazcano decidió cambiar de camiseta y canalizar sus ambiciones en el terreno del crimen organizado. Creció a la sombra del jefe del cártel del Golfo, Osiel Cárdenas, y tuvo como maestro al fundador de Los Zetas: Arturo Guzmán Decenas. Convertido en El Lazca, con fama de sanguinario, este exmilitar logró encumbrar a su grupo de sicarios a la categoría de cártel...
El 5 de junio de 1991, Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca, se alistó en las filas del Ejército con el afán de convertirse en una figura dentro de las filas castrenses. Su ambición de alcanzar una posición destacada en la milicia duró siete años. Como cientos de militares más que terminaron enganchados en el negocio de las drogas, el actual jefe máximo de Los Zetas decidió abrirse sitio en el mundo del narco. Ahora es uno de los capos más buscados dentro y fuera de México.
El 27 de marzo de 1998, según registros de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Lazcano causó baja del Ejército cuando había alcanzado el rango de cabo de infantería. Cañonazos de dólares y el poder ilimitado ofrecido por el narcotráfico lo sedujeron cuando tenía 24 años: poco después de su deserción se incorporó al cártel del Golfo, organización criminal que entonces recobraba su poder con el liderazgo de una nueva figura: Osiel Cárdenas Guillén, El Mata Amigos.
Según declaraciones ministeriales de los testigos protegidos Rufino y Geraldin, Lazcano fue llevado al cártel del Golfo por otro exmilitar que llegó a ser tan poderoso como actualmente es El Lazca: Arturo Guzmán Decenas, El Z-1, a quien tanto la PGR como la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) federal le atribuyen la fundación de Los Zetas, el llamado “ejército del narco”.
Geraldin, cuyo nombre es Alejandro Lucio Morales Betancourt, fue parte de ese “ejército”, donde se le conocía como Z-2. El 17 de noviembre de 2001 fue capturado y poco después se acogió al programa de testigos protegidos. En la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/111/2003 declara que el objetivo que se persiguió con la creación de Los Zetas como brazo armado del cártel del Golfo fue eliminar a todos los enemigos de Cárdenas Guillén.
La historia de Los Zetas confirma la versión de Geraldin, pues a finales de 1997 –cuando Cárdenas emergió de las filas de la extinta Policía Judicial Federal y se aprestó a tomar el control del cártel del Golfo– apareció Guzmán Decenas, personaje que sería clave para los planes de expansión de la organización criminal al eliminar a los rivales de Osiel; entre otros, a su principal opositor: Salvador Gómez Herrera, El Chava.
Guzmán Decenas nació el 13 de enero de 1976 en el estado de Puebla y se formó en el Ejército, donde, bajo el rigor castrense, estudió la secundaria y la preparatoria. Después ingresó al Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), cuerpo que se constituyó con vocación contrainsurgente y de combate al crimen organizado.
Antecesor de Heriberto Lazcano en la jefatura de Los Zetas, Guzmán Decenas fue uno de los tantos militares que a mediados de los noventa pasó a la Fiscalía Especializada en Atención de Delitos contra la Salud (FEADS) –desaparecida en 2003 debido a que estaba infiltrada por el narco– para reforzar la lucha antidrogas. Cuando fungía como mando policiaco en Miguel Alemán, Tamaulipas, fue “enganchado” por Cárdenas Guillén.
Según el testigo Rufino –cuyo nombre es Francisco Vázquez y quien se desempeñó como asistente personal de Osiel–, Guzmán Decenas planeó junto con el capo la creación de un grupo de protección, pues aquél temía ser asesinado por El Chava Gómez.
Antes de que Gómez Herrera eliminara a Cárdenas y la plaza de Tamaulipas quedara bajo su absoluto control, Osiel –según el testigo– decidió asesinarlo. El brazo ejecutor fue, dice Rufino, Guzmán Decenas, jefe y maestro de Heriberto Lazcano.
En un apartado de la averiguación previa, Rufino narra cómo fue asesinado Gómez Herrera: Osiel se encontraba en Tomatlán, Jalisco, en un rancho que se llama La Trementina, el cual Osiel utilizaba como refugio. Lo acompañan Eduardo Costilla, El Coss; Víctor Manuel Vázquez Mireles, Arturo Guzmán Decenas y el declarante… Por fechas está programado el bautizo de una hija que Osiel Cárdenas procreó con la señora Liliana Dávila. La ceremonia se celebraría en Tuxpan, Veracruz, y el padrino era Salvador Gómez Herrera.
Cómodamente sentado en un sofá, Osiel Cárdenas le habló por teléfono a El Chava Gómez y le dijo que no podría asistir al bautizo porque había sido operado de emergencia de la vesícula. Osiel mintió. En realidad (Cárdenas) aprovechó sus días de descanso para someterse a una cirugía plástica y a una liposucción.
El Chava Gómez comprendió el imprevisto y le deseó pronta recuperación. Pasaron los días sin ninguna novedad, hasta que Osiel fue a verlo tan pronto como se sintió recuperado de sus intervenciones estéticas. Acordaron verse en el puerto El Mezquital, en Tamaulipas. Salvador Gómez Herrera decidió quedarse refugiado en Tuxpan y días después viajó por lancha, pues temía que lo detuvieran después de haberse fugado de una casa de arraigo de la PGR junto con Osiel.
Osiel Cárdenas se desplazó desde Tomatlán en una camioneta Durango. Lo acompañaban en ese trayecto Arturo Guzmán Decenas y Víctor Manuel Vázquez Mireles, El Meme Cabezón. Después recogieron a Gómez Herrera en el puerto El Mezquital. Acababa de bajar de una lancha de su propiedad, utilizada para transportar droga desde Veracruz hasta Tamaulipas.
Después de saludarse, El Chava Gómez abordó la camioneta y se acomodó en el asiento del copiloto. Charlaron unos minutos entre risas y bromas. Cuando El Chava Gómez se reía a carcajadas, y esto lo sé porque me lo comentó Vázquez Mireles, Arturo Guzmán, que iba en el asiento trasero, sacó la pistola y se la vació al Chava en la cabeza. Luego sacaron el cuerpo y lo aventaron al monte, donde los animales le carcomieron toda la panza.
Guzmán Decenas terminó de conformar a Los Zetas, pero en noviembre de 2002 fue ejecutado en un restaurante de Matamoros, Tamaulipas. Durante su sepelio salieron a relucir las coronas. En una de ellas se leía, en letras grandes y doradas: “Te llevamos en el corazón. De tu familia: Los Zetas”.
La toma del poder
Después de la muerte de Guzmán, el liderazgo de Los Zetas fue asumido por Heriberto Lazcano, nacido en Apan, Hidalgo, en 1974. A sus 36 años, El Lazca o El Verdugo no sólo ha sabido mantenerse en el poder a sangre y fuego, sino que ha logrado expandir el radio de acción del grupo que encabeza, a grado tal que ya está afincado en 25 estados del país.
No es todo: de acuerdo con investigaciones ministeriales e informes de la Drug Enforcement Administration (DEA, la agencia antidrogas de Estados Unidos), Lazcano diversificó las actividades criminales de Los Zetas.
Primero operaban como grupo paramilitar dedicado a la protección de Cárdenas Guillén. Tras la captura del capo en 2003 –un día después de la celebración del cumpleaños de su hija, Celia Marlén Cárdenas Salinas–, Los Zetas cobraron mayor auge en el tráfico de drogas y tiempo después se convirtieron en un cártel bien organizado.
Según el informe Radiografía de los cárteles mexicanos, elaborado por la SSP, Los Zetas están estructurados en pequeñas células llamadas “estacas”, cuentan con expertos en contabilidad y administración de empresas y tienen el control de las policías estatales y municipales en una veintena de estados.
La SSP y la DEA coinciden en que Los Zetas ahora también venden protección, además de perpetrar secuestros, extorsiones y tráfico de personas, así como acciones de piratería y cobro de derechos de piso a comerciantes y a narcotraficantes que pretenden cruzar droga por los territorios que dominan.
A diferencia de Juan José Esparragoza Moreno, El Azul –negociador de pura cepa–, Heriberto Lazcano es proclive a la violencia y a la traición, según se destaca en un breve perfil criminal elaborado por la PGR con base en testimonios de personas que lo conocen.
El testigo Geraldin declara que el jefe de Los Zetas siempre ha separado sus relaciones personales de los negocios, en tanto que investigaciones de la PGR, así como fichas policiacas, afirman que recurre a métodos de tortura para doblegar a sus rivales, e incluso a los propios zetas que violan la disciplina interna.
Una de esas fichas dice que a quienes lo desobedecen o engañan, los ejecuta o los apanda. Si decide verlos morir poco a poco, ordena que les supriman la comida y el agua, hasta que perecen de inanición o deshidratados.
Una breve historia tomada de las declaraciones de otro testigo protegido, Karem, da cuenta del explosivo carácter de Lazcano cuando alguien no cumple su palabra. Narra que un día Alfredo Rangel Buendía, El Chicles –considerado en su momento uno de los hombres de mayor confianza del Lazca–, le pidió dinero prestado: “Quiero comprar fayuca, ayúdame con un préstamo, te lo devuelvo en un mes”, le dijo. Pero no cumplió. Y esto fue lo que siguió, según Karem:
Lazcano nos ordenó a todos los (sicarios) del cártel del Golfo que matáramos al Chicles, por lo que Iván Velásquez Caballero (a quien llaman El Talibán y tiene la clave L-50) le dijo que se acercara a un punto de la colonia Madero, de Nuevo Laredo, por lo que cuando llega El Chicles lo enganchamos, o sea, lo agarramos y lo íbamos a matar.
Rangel Buendía no fue asesinado y Karem explica la razón: “El Talibán habló con Lazcano y le dijo que él le iba a recuperar el dinero y que nada más lo castigara. Enseguida recibimos la orden de que lo mantuviéramos amarrado un mes. Nos autorizó (Lazcano) a que le diéramos agua y de comer una vez al día, para que no estuviera yendo seguido al baño”.
A Osiel Cárdenas le simpatizó el comportamiento sanguinario del Lazca, relata el exsubteniente Alejandro Lucio Morales Betancourt, quien actualmente es el testigo protegido Geraldin, en la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/111/2003.
Recuerda que en 1999, cuando Lazcano se acababa de incorporar al cártel del Golfo, Cárdenas citó a Guzmán Decenas en una casa de seguridad en Reynosa, Tamaulipas, y le pidió juntar a 20 pistoleros para asesinar a Rolando López Salinas, El Roly, quien era amigo de Osiel.
Así sucede este asesinato, según Geraldin: Llegaron a una casa (situada) en Miguel Alemán, que está sobre la calle Décima. Solamente entraron al inmueble Arturo Guzmán y Lazcano, realizando disparos, pero fueron recibidos a balazos por la gente que se encontraba en ese lugar.
Lazcano disparó a un tanque de gas provocando su explosión y ante ello salimos corriendo de dicho lugar, en esa ocasión hubo muertos en esa casa, pero la Policía Ministerial se encargó de ocultarlos y de que no se supiera nada.
Otra historia que delinea el lado sanguinario de Heriberto Lazcano, también contenida en la indagación, ocurrió en marzo de 2002, cuando Guzmán y El Lazca torturaron y acribillaron a cuatro agentes de la Policía Ministerial de Nuevo Laredo que desobedecieron órdenes suyas, pues, según Rufino, “las policías pertenecen al cártel del Golfo, son empleados del narcotráfico, ellos obedecen y quien no hacía caso, pues simplemente le partían su madre o reventaban (ejecutaban) a la familia completa”.
Añade el testigo: En esa ocasión, esos agentes siguieron los vehículos de Arturo Guzmán y de Lazcano. Al ver que los seguían, se pararon y detuvieron a los policías. Lo peor es que los torturaron y a punta de madrazos los hicieron confesar que trabajaban para un grupo rival, el que encabezaba Dionisio Román García, El Chacho, operador de Joaquín El Chapo Guzmán. Luego los mataron y los quemaron en llantas. No quedaron ni los huesitos. A otros policías traidores también los incineraron en unos tambos de 200 litros de gasolina; se consumieron toditos. Luego mataron a El Chacho, a quien ejecutaron el 13 de mayo de 2002.
La era de las alianzas
Con sus métodos despiadados y su capacidad de fuego, Heriberto Lazcano convirtió a Los Zetas en el grupo paramilitar del narcotráfico más poderoso en América Latina, con ramificaciones en Estados Unidos y Europa. Aunque la mayoría de sus miembros están muertos o encarcelados, Lazcano se mantiene con la disciplina castrense como la más férrea, la que rige el comportamiento, el entrenamiento y las operaciones del grupo.
Si bien es cierto que Los Zetas han tenido bajas importantes, Lazcano nunca ha dejado de reclutar a jóvenes soldados para el grupo criminal, según narra el testigo David en la indagatoria PGR/SIEDO/UEIDCS/125/2007: Hasta el 24 de junio de 2007 Ezequiel Cárdenas Guillén, El Tony Tormenta, hermano de Osiel Cárdenas, y Heriberto Lazcano viajaron al sureste del país para reclutar a más militares. Tormenta y Lazcano se habían vuelto a juntar y estaban reclutando a muchos soldados de diferentes lugares, reagrupándose en Coatzacoalcos, Boca del Río y Cardel, Veracruz, así como en Campeche, para luego entrar a la Ciudad de México.
En 2007 comenzaron las rencillas entre el grupo del Golfo y Los Zetas. La causa de esas fisuras fue que Eduardo Costilla, El Coss, líder de la organización, y todo el corporativo criminal comenzaron a negociar con el cártel de Sinaloa el fin de su histórico enfrentamiento.
En un campo deportivo de Matamoros, Lazcano reunió a todos Los Zetas para preguntarles si estaban de acuerdo o no en sumarse a la organización del Chapo Guzmán.
Ataviados con ropa deportiva, los cerca de 400 miembros de Los Zetas reunidos tomaban agua y escuchaban hablar a su jefe, quien pidió que levantaran la mano quienes estuvieran de acuerdo en aliarse con los de Sinaloa. La mayoría rechazó la alianza. Y entonces decidieron romper relaciones con el cártel del Golfo, lo que derivó en enfrentamientos y asesinatos.
Lazcano y sus hombres no se cruzaron de brazos y vieron la oportunidad de asociarse. Entraron así al mundo de las alianzas y de las estrategias empresariales: trabaron relaciones con los Beltrán Leyva y con los cárteles de Tijuana y de Juárez, a raíz de lo cual se convirtieron en el llamado “cártel de los exmilitares”. El Lazca dejó de ser el cabecilla de un grupo armado y ahora se erige como líder máximo del cártel de Los Zetas.
El mito, la realidad...
Como a todos los capos, a Lazcano también lo rodea el misterio. En varias ocasiones ha intentado ocultarse tras las cortinas de su falsa muerte. En 2007 se dijo que había sido asesinado durante una carrera de caballos celebrada en Villarín, Veracruz.
El rumor corrió varios días hasta que, finalmente, las autoridades federales aclararon que quien había sido ejecutado era un personaje identificado como Roberto Carlos Carmona Gasperín. En otra ocasión, luego de un enfrentamiento entre soldados y zetas en Tampico, la abogada Silvia Raquenel Villanueva dijo que tenía conocimiento de que en ese tiroteo había sido asesinado Heriberto Lazcano. Ninguna autoridad confirmó el dato.
Lo cierto es que, de acuerdo con Rufino, Heriberto Lazcano vive junto con su familia en Pachuca, Hidalgo, donde presuntamente el Ejército lo protege.
Así lo dice el testigo: En el año 2001 Osiel Cárdenas Guillén le ordenó a Heriberto Lazcano, alias El Laz, Lazcano o El Pornográfico, tomar la plaza de Pachuca, Hidalgo… Heriberto Lazcano es originario del estado de Hidalgo; él, junto con su familia, tiene su domicilio cerca del Campo Militar de la ciudad de Pachuca, Hidalgo, y en esa ciudad que he referido reclutaron a la mayoría de todos los integrantes del grupo de Los Zetas.
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...El noveno cártel*
ricardo Ravelo
En sólo 13 años, Los Zetas, grupo al que se integraron exmilitares y desertores del Ejército, pasó de ser un apéndice del cártel del Golfo a convertirse en una organización autónoma. Según la DEA, desde enero pasado puede considerársele como el noveno cártel. Ahora, esa organización, dirigida por el hidalguense Heriberto Lazcano, es la mejor armada y tiene influencia en 20 estados del país.
Hacia finales de 1997, el grupo armado de Los Zetas irrumpió en la escena pública como escudo protector del cártel del Golfo y de su líder, Osiel Cárdenas Guillén. Trece años después, con nuevos refuerzos y una diversificación de sus actividades criminales, el llamado “Ejército del Narco” es ya un cártel que lucha con denuedo por el control de una veintena de entidades federativas.
La mayoría de los integrantes de esa organización provenían del Ejército, en particular del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafes). En el 97, muchos de ellos habían ingresado a la Procuraduría General de la República (PGR) como refuerzos en la lucha que emprendió el gobierno federal contra el narcotráfico. Pero muy pronto se engancharon en el negocio de las drogas.
Para 2003, año en que fue capturado Osiel Cárdenas, Los Zetas modificaron su esquema de operación, luego de una aguda crisis interna por el control del cártel del Golfo. Superadas las rencillas, las traiciones y el desorden en las operaciones, Eduardo Costilla, El Coss, se convirtió en el nuevo líder, en tanto que el grupo armado empezó a conformar su propia estructura criminal.
Durante los siguientes dos años, El Coss tuvo dos encuentros con Ignacio Nacho Coronel e Ismael El Mayo Zambada, representantes del cártel de Sinaloa. El propósito: sellar una alianza para controlar el tráfico de drogas y conformar un megaconsorcio criminal que pusiera fin a las matanzas al menos en los territorios dominados por ambos grupos criminales, según las averiguaciones previas PGR/SIEDO/UEIDCS/147/2007 y PGR/SIEDO/UEIDCS/082/2009.
Y aun cuando ese proyecto nunca fue abandonado por el cártel del Golfo –la segunda organización más poderosa después de la de Sinaloa–, en enero pasado la Drug Enforcement Administration (DEA) confirmó que Los Zetas se habían convertido en un nuevo cártel, bien estructurado y con amplio dominio tanto en el Pacífico como en el Golfo de México.
Los informes de inteligencia de la DEA indican que la separación de Los Zetas se debió a sus diferencias con la cúpula del cártel del Golfo por el acercamiento de éste al grupo rival de Sinaloa, así como por sus alianzas con La Familia michoacana y con los jefes del cártel del Milenio, los hermanos Valencia Cornelio, cuyo asiento es el estado de Michoacán.
Hill Glaspy, responsable de la DEA en McAllen, Texas, se refirió al convenio de los capos del Golfo y de Sinaloa en estos términos: “Está bien documentado que el cártel del Golfo ha formado alianzas con el cártel de Sinaloa y La Familia michoacana para emprender una guerra contra Los Zetas”.
Los Zetas rompieron con la cúpula del cártel del Golfo el 8 de enero último, lo que confirma la tesis de la DEA: que los vínculos entre ambas organizaciones criminales estaban sustentados en débiles acuerdos, declaró Glaspy.
Tres meses después del anuncio de la DEA, el 13 de abril, Ramón Pequeño García, jefe de la División Antidrogas de la Secretaría de Seguridad Pública federal (SSP), confirmó que los cárteles del Golfo y La Familia habían reanudado una vieja alianza. El colaborador de Genaro García Luna no se refirió en ningún momento a la organización de Sinaloa como principal socio del cártel que dirige El Coss.
Un funcionario de la SSP, quien solicitó el anonimato, comenta que la alianza estratégica de la organización del Coss es con la tríada de La Familia, el cártel del Milenio y el de Sinaloa; eso significa, añadió, que “estos grupos sumarán fuerzas para contrarrestar a Los Zetas”.
Esta nueva sociedad motivó que Los Zetas abandonaran Tamaulipas, su histórica base de operaciones, y se afincaran en Nuevo León. Hoy, en ese territorio se agudizaron las ejecuciones debido a las disputas de Ezequiel Cárdenas Guillén, Tony Tormenta, hermano de Osiel Cárdenas, y El Coss, jefes emblemáticos del cártel del Golfo, con Heriberto Lazcano, El Lazca, jefe de Los Zetas, y su lugarteniente Miguel Ángel Treviño Morales, El Z-40.
La separación
La investigación de la Procuraduría General de la República sobre el cártel del Golfo –PGR/SIEDO/UEIDCS/082/2009– asienta que en 2005 Los Zetas adquirieron armas de alto poder como ningún otro grupo lo había hecho. Por esas fechas, añade el documento, dicha organización buscaba su independencia, al tiempo que enfrentaba a sus rivales, incluyendo a los miembros del cártel del Golfo.
Como parte de su estrategia, Los Zetas incorporaron a elementos del Ejército, muchos de ellos desempleados o desertores, y reclutaron en Guatemala a exintegrantes de las tropas de élite de las fuerzas armadas de ese país centroamericano, los ex Kaibiles, como consta en documentos obtenidos por Proceso.
Con vistas a convertirse en el noveno cártel que opera en el territorio nacional (los otros son: el de Tijuana, el de Colima, el de Juárez, el de Sinaloa, el de los hermanos Arellano Félix, el del Golfo, el de Pedro Díaz Parada –cuyo ámbito de influencia está en Oaxaca– y el del Milenio), Los Zetas diversificaron su abanico criminal y ahora obtienen millonarias ganancias no sólo por el trasiego de drogas, sino también por las extorsiones, pues convirtieron el secuestro en gran industria.
Hoy controlan, asimismo, el mercado de la piratería y el tráfico de personas, y cobran “derecho de piso” a comerciantes y a dueños de bares, cantinas y prostíbulos en varias regiones del país.
En marzo de 2009, luego de que la Policía Federal (PF) desarticuló una célula de Los Zetas en Pachuca, Hidalgo, dedicada al secuestro, se comprobó que en las actividades delictivas de ese grupo armado participan incluso mujeres y niños.
Proceso pidió al Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI) (solicitud 0002200084508) datos para conocer el número de miembros del cártel de Los Zetas y cuáles de ellos provienen del Ejército. Y aunque respondió que no podía atender la petición por considerar que era materia de seguridad nacional, el instituto aportó elementos que permiten entender la evolución de esa organización.
Para el IFAI, el rescate de criminales en los penales de Michoacán, Tamaulipas y Chihuahua, así como el ataque reciente a comandancias de las policías estatal y federal en Coahuila, Tabasco y Sonora deja en claro que “Los Zetas cuentan con la información, logística e infraestructura, independientemente del armamento de alto poder y tecnología de punta de que disponen, para organizar operativos de rescate y ataques de esa magnitud”.
Los Zetas enfrentan a los cuerpos de seguridad sin temor, e incluso han roto los cercos de seguridad en varias ocasiones y han ejecutado “a más de un elemento de seguridad”, dice el IFAI. A esto hay que agregar que los sicarios obtienen información de los expedientes relacionados con el cártel del Golfo, por lo que conocen los nombres de los funcionarios que participan en esas pesquisas.
Y, en alusión a Los Zetas, entre otros, añade el IFAI: “Debemos reconocer que los grupos de delincuencia organizada se encuentran mejor coordinados que en el pasado y que su poder trasciende hasta las más altas esferas del gobierno…”.
La averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/242/2008 indica que Heriberto Lazcano nunca ha dejado de reclutar personal militar y civil para el cártel de Los Zetas. Para el testigo Karem, citado en el documento, El Lazca es todo un capo:
A Lazcano se le vio hace poco tiempo por el rumbo de Ramos Arizpe, Coahuila, muy cerca de Saltillo, donde tiene varios caballos pura sangre que le costaron, cada uno, varios miles de dólares. Le gustan las carreras de caballos. Los asistentes a una carrera que se celebró en esa región fueron testigos de la muerte de uno de sus caballos preferidos, porque le habían dado de tragar mucha cocaína.
Desde que Lazcano se convirtió en el jefe de Los Zetas cambiaron las reglas y las estrategias de operación, según se desprende de la declaración rendida por Mateo Díaz López, El Comandante Mateo, contenida en la indagatoria PGR/SIEDO/UEIDCS/122/2006.
Díaz López declaró que tras la captura de Osiel, El Lazca comenzó a reclutar a desertores del ejército de Guatemala (ex Kaibiles) para capitalizar los secuestros, los homicidios y las extorsiones:
(Luego de) la detención de Osiel hubo muchos problemas dentro de la organización, ya que sus principales líderes, como Eduardo Costilla y Gregorio Sauceda, se desorientaron y querían esconderse, por lo que Lazcano, con clave Z-30, retomó la organización y los calmó.
Para poder sostener una organización con diversos giros, Lazcano generó una nueva estructura, dividida en células regionales especializadas por delitos, denominadas “estacas”, que son grupos de siete personas que operan a nivel municipal; se crearon los halcones o vigías, y se contrataron auditores a todos los miembros de la organización.
También cambiaron las reglas, y así Los Zetas comenzaron a consolidarse como cártel, según El Comandante Mateo:
El número Nextel de Lazcano lo grabé con las letras Md, pero cada vez que detienen a algún miembro de la organización, todos tiramos los teléfonos a la basura y compramos nuevos teléfonos y radios. Junto con la coerción también había incentivos.
Las reuniones de fin de año las realizó (El Lazca) para que todos los que trabajaban para la organización de Los Zetas se conocieran entre ellos; en esas reuniones se pagaban sus aguinaldos, participaban en rifas de casas y automóviles. En ese tipo de reuniones era cuando Heriberto Lazcano designaba al personal que se iba a ir con ellos a las diferentes plazas que tenían a su mando, entre ellas México, D.F., la cual está a cargo de El Rex.
Lo mismo sucedió con la forma de operar del cártel de Los Zetas, según la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/014 /2007, que contiene las declaraciones ministeriales de los testigos protegidos identificados como Rufino, Rafael, Gabriel y Geraldin, las cuales permiten conocer que se hace al interior de la organización.
Ellos dijeron que el jefe máximo es Heriberto Lazcano, en una estructura que detallan así:
En el nivel más bajo están quienes son denominados como Halcones, que son los “ojos de la ciudad” o vigilantes; en el siguiente nivel están los encargados de las tiendas o puntos (venta de droga), los de la productividad.
Les siguen los L o Cobras –ayudantes o encargados de dar seguridad a Los Zetas–, quienes andan equipados con un arma larga y una corta. El siguiente nivel, declararon los testigos, es el de Los Zetas Nuevos, exmilitares guatemaltecos que tuvieron entrenamiento especial y que siempre portan las mejores armas largas y cortas, además de granadas, chalecos antibalas y cascos.
Rufino comentó: Son los encargados de entrar a las casas, de revisarlas y de llevar el mando en los operativos. También se encargan de ejecutar a la gente porque suponen que eso les da más fuerza y hace honor a su categoría de nuevos zetas.
Además, según los testimonios, hay reglas establecidas. En caso de presentarse un enfrentamiento, los L o Cobras, por ejemplo, tienen orden de disparar sólo si lo ordenan Los Zetas Nuevos; en el caso de detenciones o levantones, los L son los encargados de esposar a los sujetos y de subirlos a los vehículos, mientras Los Zetas Nuevos dirigen el operativo.
Junto con los ex Kaibiles guatemaltecos, en ese nivel se encuentran algunos miembros del desaparecido Gafes, los más antiguos en esa organización, comentaron los testigos, y aclararon que si bien los Cobras o L son considerados “gente de confianza”, carecen de formación militar, por lo que sólo pueden llegar a ser comandantes. Es el caso de Miguel Treviño, El 40, quien opera en los estados de Nuevo León y Coahuila.
A esta categoría pertenecen también El Comandante Mateo, El Mamito, El Hummer, El Rex, El Caprice, El Tatanka y El Cholo, entre otros. Varios de estos zetas originales están presos o han muerto; los que aún viven se hacen llamar los licenciados, los maestros o los ingenieros, para evitar que se les identifique, declararon los testigos.
Los eslabones
Además de los diferentes niveles y categorías, el encargado (o comandante) de cada plaza cuenta con informantes, un contador y sus sicarios, quienes se encargan de la seguridad personal del comandante.
Por lo que atañe a los informantes, por lo general son personas con conocimientos del lugar donde operan y tiene relaciones con personas del entorno; además, están disponibles las 24 horas del día y dependen directamente del comandante de la plaza.
El contador, por su parte, es el responsable de las finanzas de la organización; es él quien paga los sueldos a los integrantes de la estructura, así como a los servidores públicos que están en contubernio con la organización. Al principal contador del cártel se le conoce como El Comandante Sol, según los testigos Rufino y Karem.
Las actividades criminales de Los Zetas se han diversificado, de acuerdo con el expediente PGR/SIEDO/UEIDCS/147/2009. Hoy, este cártel domina el tráfico de drogas en 20 estados del país y tiene una alianza con la organización de los hermanos Beltrán Leyva y con el cártel de Tijuana. Sus ingresos provienen también de los secuestros, así como del robo de combustibles de la paraestatal Petróleos Mexicanos, empresa en la que altos funcionarios les ayudan para que realicen sus hurtos.
La indagatoria indica que otra de sus actividades es: …el robo condensado a Pemex, la invasión de terrenos para instalar bombas de robo de gasolina, el robo de autotransportes y la cooptación de funcionarios que trabajan en las aduanas.
Y los testigos agregan:
También se utilizan panteones abandonados para desaparecer a las personas que son asesinadas. Una vez que están muertas las llevamos a uno de esos panteones y las metemos a las tumbas que tienen en las lápidas otros nombres, de esa manera nunca las encuentran.
*Tomados de la revista Proceso.
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