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domingo, marzo 15, 2009

Optimistas y catastrofistas*


Tomado de La Jornada, Hernández.


Antonio Gershenson

¿Quiénes son aquí los optimistas? Los que en vez de contribuir a resolver los problemas los minimizan y dicen que todo va bien. En los hechos, contribuyen a que vaya peor. ¿Y los catastrofistas?, todos los demás, según quienes emplean esta expresión. De lo que comentaremos ahora incluye al Fondo Monetario Internacional (FMI), al Inegi y a muchos otros.

Según el FMI, la producción mundial va a disminuir este año. El Banco Mundial estima la baja global entre 1 y 2 por ciento. Éste sería un promedio que también incluye a países que van a crecer, como China. Por tanto, otros países van a disminuir su producción en mayor proporción que el promedio mundial. En México, las fuentes no oficiales ya andan hablando hasta de 4 por ciento de reducción en el producto interno bruto (PIB).

Se reduce la venta de coches nuevos en enero y febrero 28.6 por ciento. La producción baja 44.4 por ciento y la exportación 50.2 por ciento. En Estados Unidos también sigue declinando, y ese país es el principal destino de nuestras exportaciones.

El número de desempleados ya es de casi 2 millones, oficialmente, y el subempleo o empleo informal, de 11.7 millones. También en Estados Unidos cada mes aumenta el número de desempleados un poco más que antes. En febrero aumentó en 651 mil nuevos desempleados.

En Estados Unidos se estima que, pese a inversiones muy superiores a las que se anuncian aquí, este año seguirá siendo de crisis. Incluso en China, donde se está invirtiendo en grandes obras desde noviembre pasado, hay problemas. La mayoría de las inversiones, basadas en la idea de incrementar el mercado interno para compensar la baja en las exportaciones a países que están en plena crisis, se hacen en el interior del país. Pero en la franja costera hay 20 millones de desempleados por el cierre total o parcial de plantas dedicadas a la exportación.

Entonces se lanza un segundo empujón, una nueva inversión basada en buena medida en el gasto social, para tratar de atenuar el efecto. El país puede crecer, se estima, en 8 por ciento, pero ese número de desempleados no es poca cosa. El gobierno cuenta con crear 9 millones de puestos de trabajo en las zonas urbanas durante este año. En buena medida, se busca que los desempleados de las zonas costeras, que antes fueron campesinos, vuelvan a poder vivir en sus lugares de origen, con inversiones gigantescas en el campo. No es cosa que se resuelva en 2009. El programa chino, en general, busca la solución en dos años, pero el gobierno aclara que si es necesario habría nuevas inversiones.
Devaluación del peso. Según el Inegi, y usando el tipo de cambio bancario para venta, el promedio mensual en julio de 2008 fue de 10.13 pesos por dólar. En febrero de 2009, siete meses después, ese promedio ya era de 15.20 pesos por dólar. El aumento es de 50 por ciento. Esto implica que los costos de bienes importados subieron en ese porcentaje y que eso repercutió en los bienes que dependen de importaciones, por ejemplo, el gas importado.

Vamos a ver ahora cómo empeora las cosas el gobierno, además de la devaluación y la política económica en general. Una de las principales formas es con medidas totalmente insuficientes para recuperar la economía. Esto no sólo prolonga la crisis, sino que agudiza sus efectos. Sigue aumentando el número de desempleados, y hay funcionarios que sólo regatean el número de los nuevos desempleados en los meses siguientes, claro, con su enfoque optimista.

Por si fuera poco, el gobierno sigue aumentando el precio del diesel. Ya hemos visto que esto afecta a la pesca, al riego, al transporte pesado, a la maquinaria agrícola y en general al transporte de lo que consumimos, subiendo sus precios. Se mantienen caros la gasolina y el gas.

Además de lo anterior, se inicia una nueva etapa de aumentos anárquicos en las tarifas eléctricas. Esto ya había sido anunciado por un dirigente del Sindicato Mexicano de Electricistas; ahora empiezan a llegar los recibos a las viviendas. Puede que el aumento sea al doble, o a cuatro veces más, o lo que sea. Lo curioso es que los errores nunca son en favor del consumidor.

El balance es que en México tal vez la realidad corresponda a una especie de doble pesimismo. Por un lado, la crisis no se resuelve este año en ningún país de los que pueden tener que ver con nuestro contexto exterior. Por otro, mientras en otros países hay procesos de recuperación, aunque no resuelvan los problemas este año, nosotros en la práctica no las tenemos, sino que el gobierno federal sigue una política que empeora aún más la situación de sectores enormes de nuestra población.

gershen@servidor.unam.mx

*Tomado de La Jornada.