Allanamiento ominoso*
Tomados de La Jornada, Helhuera, Hernández y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.
Arturo Rodríguez García
Hacia las tres de la mañana del viernes 3 un comando irrumpió en el domicilio de la teniente de fragata y odontóloga Elvia Emilia Eguileta Arias, integrante del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad y quien ha denunciado los excesos del fuero de guerra.
En su casa, en la colonia Unidad Nacional, de Tampico, Tamaulipas, sólo estaba su hija, Emely Castillo Eguileta, estudiante de medicina. A 500 kilómetros de ahí la teniente pasa los días y las noches en una unidad de la Policía Militar en la Ciudad de México.
El grupo de hombres que no se identificaron había brincado la barda de la vivienda y tomó posiciones en la azotea después de inmovilizar a la mascota de la familia, un dóberman. Con habilidad, bajaron del techo y derribaron con estruendo una puerta de servicio. La joven Emely, aterrorizada, no quería salir de su habitación y escuchaba cómo el comando destrozaba el menaje de la casa.
De pronto uno de los invasores entró a su recámara. Emily gritó lo más fuerte que pudo cuando vio entrar al hombre alto, fornido, con corte de cabello tipo militar que caminó en silencio por la habitación. Con paso seguro se aproximó a un buró, tomó un teléfono celular y salió, dando la orden de retirada a sus acompañantes.
“Gracias a Dios no tocaron a mi hija. Estoy segura de que fueron del Estado Mayor Presidencial (EMP). Se lo dije antes y con mayor razón ahora: hago responsable al presidente Felipe Calderón, como comandante en jefe, así como a los secretarios de Marina y de Defensa, de lo que pasó, de lo que pueda pasarme a mí, a mi familia y a mis compañeros de agrupamiento, porque esto fue una reacción por la entrevista con Proceso”, dice la teniente.
En su edición 1838, con fecha 21 de enero, Proceso publicó los testimonios de militares y marinos del Agrupamiento de Militares Procesados Libres Bajo Caución (AMPLBC), que se consideran víctimas del fuero de guerra, entre ellos, la teniente Eguileta.
En entrevista con este semanario, la teniente describió las acusaciones absurdas bajo las cuales se le sometió a Consejo de Honor, entre las que destacaba la de “haber visto los calcetines de un superior”.
Más allá de sus casos, la teniente y sus compañeros expusieron las razones de fondo de su inconformidad: un fuero de guerra que convierte a la Secretaría de la Defensa Nacional en legislador, juez y parte. A decir de los entrevistados, las violaciones a los derechos humanos en que incurren las fuerzas armadas y la integración de procesos contra mandos medios y soldados dejan impunes a los altos mandos.
Obligados a pasar lista cada mañana, sin ninguna otra asignación que una larga espera, decenas de militares y marinos pasan el día en las inmediaciones del Campo Militar Número Uno en condiciones inhumanas: sin comida, muchos de ellos durmiendo en el piso, sin cobijas, imposibilitados de conseguir un trabajo pues deben estar ahí al menos hasta media mañana.
Además, entre los señalamientos de la teniente Eguileta destaca su crítica a la incapacidad disciplinaria de la Secretaría de Marina, ya que casos como el de ella son procesados en la justicia militar.
Los integrantes del AMPLBC inconformes han denunciado las condiciones en que viven, el estancamiento de sus casos y la falta de transparencia en el manejo de los recursos que se les descuentan de su salario, que queda reducido al 10% de lo que ganan, por lo que consideran la justicia militar un gran negocio de los mandos.
Espionaje y falso diálogo
En entrevista con Proceso, la noche del viernes 3, la teniente Eguileta recuerda diferentes hechos ocurridos a lo largo de la semana que pudieran estar poniendo en riesgo a los integrantes del AMPLBC que han manifestado su inconformidad y se han adherido al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad.
Por ejemplo, la noche del lunes 30 de enero, en el Teatro de la Ciudad de México, el colectivo de artistas El Grito más Fuerte presentó su video Ponte en los zapatos del otro, en el que actores reconocidos asumen la personalidad de las víctimas de la violencia y cuentan su historia.
Ahí estaban los integrantes del AMPLBC, cuyos testimonios habían sido publicados por este semanario. La teniente Eguileta, el teniente de corbeta Iván Gómez y el sargento segundo de materiales del Ejército Manuel Contreras conversaban con el activista Pietro Ameglio cuando notaron que “dos tenientes nos estaban tomando fotografías. Los vimos y los saludamos para que se dieran cuenta de que los habíamos visto. Eran del EMP”, narra.
Un día después, el martes 31 de enero, se presentó en la unidad habitacional de la Policía Militar, donde vive temporalmente la teniente Eguileta, un coronel de apellido Ruiz quien dijo ser enviado del general José Candelario Jaime Contreras López, comandante de la I Zona Militar. Los invitó a desayunar para el día siguiente.
La cita fue en el comedor de un batallón, a donde Ruiz había invitado también a un mayor y un capitán, que no se presentaron. Se mostró interesado en saber si la información publicada por este semanario era fidedigna o había sido una invención del reportero.
“Nos preguntó directamente si estábamos conscientes de lo que habíamos dicho y que si era verdad que lo habíamos dicho. Dijimos que nos habían entrevistado en la Cámara de Diputados y que habíamos externado todo eso a raíz de que llevamos un año con escritos al presidente, a los secretarios y a diferentes órganos y nadie nos mandaba llamar ni fuimos escuchados”, dice la teniente.
Después de pedirles más pormenores del encuentro, especialmente si Proceso había ingresado a la zona militar, el desayuno terminó con la misma cortesía que tuvo el coronel desde la invitación.
Las respuestas a sus escritos nunca llegaron, salvo por la incursión al domicilio de la teniente Eguileta en Tampico, que atribuye al EMP.
“Fue el mismo tipo de operativo de hace dos años, cuando me acababan de detener de manera arbitraria e irregular, y el EMP ingresó a mi casa llevándose computadoras y otros aparatos.”
–¿Por qué dice que fue el EMP?
–Porque así operan ellos. Sabemos cómo se conducen todas las unidades y estoy segura de que fueron ellos. Revuelven todo, se llevan cosas así como el celular, pero no roban… van a buscar información pero saben que ahí no hay nada, y yo temo que en una de esas me quieran sembrar algo.
“Es nada más para intimidar… un primer aviso”, añade.
Desde principios de 2010 la teniente vive en una unidad de la Policía Militar. Se le han negado todos los permisos para regresar a su casa, pero ahora advierte que se mantendrá en el Campo Militar pues considera que ahí estará segura.
La incursión en el domicilio de la teniente Eguileta se suma a la lista de agresiones contra integrantes del movimiento surgido en torno al poeta Javier Sicilia.
En las últimas semanas de 2011 fueron asesinados Nepomuceno Moreno, Julia Marichal y Trinidad de la Cruz, además de que Norma Andrade sufrió un atentado en Ciudad Juárez (la misma activista padeció otro, en la Ciudad de México, el viernes 3). Ellos, como la teniente Eguileta, habían desplegado su activismo como víctimas de la violencia y la impunidad.
La petición de Eguileta ahora es que el Estado garantice la seguridad de los integrantes del Agrupamiento y sus familias, así como entrevistarse con Felipe Calderón… y su desconfianza en el aparato militar la llevó a sacar a su hija del país horas después del allanamiento.
*Tomado de la revista Proceso.
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