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jueves, marzo 27, 2008

Mentira mediática mientras reforma es planteada a los empresarios






Tomados de La Jornada, El Fisgón, Hernández y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.


La mentada propuesta de reforma energética no llega al Congreso de la Unión, pero sí a diversas empresas extranjeras y a grupos financieros en México, claro todos extranjeros. Y no es casualidad que mientras oficialmente no hay nada escrito –los merolicos de los medios de comunicación que apoyan al gobierno usurpador del pelele Felipe Calderón Hinojosa, lo subrayan cada cinco minutos- en los círculos empresariales y financieros el proyecto es harto conocido.

En días pasados las filtraciones del espurio Calderón Hinojosa al periódico El Universal ofrecieron el panorama de las empresas extranjeras a las que se les ofrece el “tesoro de aguas profundas”, con estimaciones de cuánto ganarán por “ayudar” al sufrido México a rescatar su “tesoro” escondido en la profundidades del mar. También de cuánto obtendrán por refinar ese preciado “tesoro”.

El estadunidense Citigroup que controla a Banamex también cuenta con la privilegiada información –que ni en pueblo de México ni los legisladores, al menos de forma oficial, tienen- donde se afirma que las empresas extranjeras están invitadas a refinar el petróleo mexicano y hacerse de jugosas ganancias. Para los estadunidenses los obstáculos no los representa Andrés Manuel López Obrador y la resistencia civil pacífica aglutinada en la Convención Nacional Democrática, sino en el PRI. Por su oposición –al menos de careta- de no aprobar el capital privado en esta área, sí en exploración y extracción pero no en refinación. Sus negocios han de tener.

Las declaraciones del panista Santiago Creel –ex secretario de Gobernación del traidor y corrupto Vicente Fox Quesada- en el sentido de que conseguirán los votos necesarios para aprobar la venta de Pemex, son elocuentes. No necesitan de nadie más que del PRI.

Los datos ofrecidos por Banamex echan por tierra a los jilgueros del oportunismo mediático, quienes durante meses han repetido la misma tonada impuesta desde el gobierno usurpador: No se privatizará el petróleo, López Obrador está loco, es un demagogo y mentiroso.

Poco tiempo les queda, pero a medida que se acerca la fecha fatal, la reforma de marras va saliendo a la luz, no por los cauces constitucionales, no por las vías legales, no por las vías institucionales, sino a través de los grandes emporios financieros y los poderes fácticos.

La estrategia del desgobierno pirata es la misma utilizada por el vulgar ladrón llamado Vicente Fox Quesada, repetir la mentira hasta el cansancio. No pasó su sexenio como el del cambio, no pasó el fraude del pelele Calderón Hinojosa y no pasará la privatización de Pemex.



Los siguientes materiales fueron tomados de la revista Proceso.



http://www.proceso.com.mx/






Las grandes petroleras al acecho

J. Jesús Esquivel

Nunca como ahora las trasnacionales petroleras habían coincidido con tanta exactitud con los gobiernos estadunidense y mexicano en sus esfuerzos para lograr la total apertura de Pemex al capital extranjero. Gigantes energéticos como Exxon Mobil –la compañía más importante de Estados Unidos en su tipo–, Transocean Inc, BPLC, Royal Dutch Shell PLC, Chevron/Texaco, Devon y Anadarko Petroleum, entre las de mayor peso, anunciaron ya que cuentan con miles de millones de dólares para desarrollar proyectos de exploración y explotación de yacimientos petroleros en aguas profundas de numerosos países, incluido México, que tras 70 años de haber decretado la nacionalización de la industria petrolera, se halla a unos cuantos pasos de perder su soberanía en materia de explotación y usufructo del energético.

WASHINGTON.- “Pemex requiere urgentemente de capital privado (nacional o extranjero) para modernizar y fortalecer su capacidad de producción, exploración, explotación y exportación”, dice el reporte titulado La industria petrolera: Fusiones, cambios estructurales y el combate a los monopolios, de la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos (FTC).

El informe de 303 páginas, donde fácilmente se reconocen las posiciones del gobierno mexicano actual sobre la necesidad de abrir más ampliamente Petróleos Mexicanos, fue presentado desde agosto de 2004 por el Departamento de Economía de la FTC, dependencia que se encarga de vigilar toda clase de transacciones de las empresas estadunidenses en su país y en el extranjero.

En el documento se aborda el tema desde un punto de vista casi empresarial, con interés de invertir en México:

“Desde la década de los noventa las únicas industrias petroleras que han tenido éxito son las que permitieron la privatización y no limitaron este ingrediente esencial a las actividades de exploración y producción de petróleo crudo… Las que siguen aferradas al nacionalismo están enfrentado una caída notable en su capacidad de producción energética y una contracción en sus reservas petroleras”, destaca el informe de la FTC en los capítulos sobre privatización que hacen referencia a la paraestatal mexicana.

Otra investigación, realizada por el Consejo Estratégico de Energía Global de la misma FTC –Las actuales implicaciones de la situación energética en el mundo para los proveedores de energía de Estados Unidos, publicado el 12 de abril de 2007–, apunta que las empresas petroleras de México, Venezuela y varias naciones del Medio Oriente, que tienden a privilegiar políticas nacionalistas por encima de las necesidades de inversión, “corren el riesgo de convertirse en obstáculos” para las investigaciones y el desarrollo de mejores proyectos de producción y aprovechamiento de energéticos.

El reporte incluye una advertencia para industrias “nacionalistas” como Pemex: “Hay que tomar en cuenta un hecho inminente que depara el futuro. La demanda de energía en China eliminará el superávit que ahora existe en la capacidad mundial de la industria de la refinación de petróleo. Los países o industrias que no se modernicen sufrirán las costosas consecuencias por no haberse actualizado para enfrentar esta perspectiva global.”

Un cuadro estadístico, que acompaña al reporte del Departamento de Economía de la FTC, muestra el deterioro de las reservas petroleras de México entre 1990 y 2002:

“En 1990 Pemex contaba con una reserva petrolera de 51 mil 298 millones de barriles, o sea 5.1% de la reserva mundial. En 1995 la reserva mexicana bajó a 48 mil 796 millones de barriles, o 4.8% de la reserva mundial; en 2000 se desplomó a 28 mil 260 millones de barriles, o 2.7% de la reservas globales, y en 2002 las reservas petroleras de Pemex fueron de 17 mil 196 millones de barriles de crudo, que equivalían a 1.4% de la reserva del planeta.”

Las dos investigaciones sobre las alternativas que tiene Pemex para no quedarse atorada en la problemática petrolera mundial, que la FTC facilitó a Proceso, coinciden con las advertencias indirectas que han lanzado empresas petroleras estadunidenses para que el gobierno de Felipe Calderón las tome en cuenta en sus planes de “hacer acompañar” a Pemex de capital privado y extranjero, como dijo el director de la paraestatal, Jesús Reyes Heroles, en el 70 aniversario de la expropiación petrolera.

Por mencionar un caso, Exxon Mobil, la empresa energética más importante de Estados Unidos, anunció a principios de este mes que invertirá 125 mil millones de dólares para la exploración de mantos petroleros y de gas natural “en países políticamente estables y que no se oponen a la privatización de su sector o sectores energéticos”.

Los “países políticamente estables” que menciona Exxon Mobil en los planes que publica en su página de internet son Alemania, Nueva Zelanda y Groenlandia.

Sed de petróleo

La nueva modalidad que las empresas petroleras o energéticas de Estados Unidos y de Europa promueven a todo vapor para enfrentar la acelerada caída en la producción petrolera mundial es la extracción de petróleo y gas natural en aguas profundas.

Este tipo de producción implica el uso de tecnología y equipo que, a decir del gobierno mexicano, una empresa como Pemex no podría costear sin la participación de capital privado nacional o extranjero. El tema forma parte del debate sobre la reforma energética que la administración de Felipe Calderón y el Partido Acción Nacional impulsan actualmente en el Congreso de la Unión.

Esta posibilidad de apertura a la inversión extranjera atrajo la atención de empresas como Transocean Inc., compañía estadunidense fundada en 1919 en Louisiana, que ya extrae petróleo de aguas profundas en el Golfo de México y en las costas cercanas a Nueva Orleáns.

Con 140 unidades móviles de perforación, ocho equipos de exploración y perforación de alta mar, la grúa más grande del mundo (equipada con 68 unidades de perforación) y una flota de 68 naves perforadoras con equipo semisumergible, Transocean es la mayor empresa de perforación marina en el mundo y afirma que cuenta con la tecnología necesaria para perforar mantos petrolíferos en aguas profundas de México, Mauritania y Malasia.

Tiene sus oficinas centrales en Houston, Texas, emplea a 20 mil personas en varios países y cuenta con clientes en Canadá, Brasil, Gran Bretaña, Noruega, Arabia Saudita, India y Australia, además de otros países de Asia y África.

Frente a las posibilidades de “acompañamiento” o “asociación” anunciadas por la dirección de Pemex para eventualmente abrir la exploración y explotación de recursos petroleros en aguas profundas, Transocean informa en su página de internet que cuenta con equipo y tecnología de perforación en aguas profundas con un alcance de 3.2 kilómetros, es decir, el que requiere México para esa modalidad de extracción.

A raíz de la promoción que está haciendo Transocean, y luego de que Exxon Mobil diera a conocer el monto de su presupuesto para inversiones en “países políticamente estables”, otras trasnacionales, como BPLC, Royal Dutch Shell PLC, Chevron/Texaco, Devon y Anadarko Petroleum, anunciaron que también cuentan con miles de millones de dólares para desarrollar proyectos de exploración y explotación de yacimientos petroleros en aguas profundas.

De hecho varias de estas empresas, como Devon y Anadarko Petroleum, ya perforan mantos petrolíferos en aguas de Brasil, Nigeria y Angola, y al igual que Transocean ambas trasnacionales aseguran tener la capacidad económica y tecnológica para explorar en las costas del sur de China, India, Paquistán, Mauritania, Egipto, Malasia y México.

Además, Exxon Mobil y Transocean, entre otras empresas estadunidenses, trabajan actualmente en la extracción de petróleo en aguas profundas de África Occidental.

La producción actual con este método de explotación de mantos petrolíferos es de 2 millones de barriles de crudo diarios, y según las trasnacionales existe la posibilidad de alcanzar 10 millones de barriles al día para el año 2015.

Calculan también que abrir un pozo petrolero de aguas profundas le costará a México de 50 a 100 millones de dólares.

Interés crucial

El reporte elaborado por el Departamento de Economía de la FTC destaca un hecho que el gobierno de Felipe Calderón debe considerar en sus planes de inyectar capital privado en Pemex: “La mitad de los 274 mil 200 barriles de petróleo refinado que Pemex produce al año, se debe a la asociación de 50-50 que tiene con Shell”.

Además, ejemplifica lo que un país puede lograr si permite la participación de capital privado en el sector energético:

“La asociación entre Petróleos de Venezuela (Pdvsa) y Citgo (con sus filiales) da como resultado una refinación anual de mil millones 158 mil 533 barriles de petróleo y reditúa ganancias calculadas en unos 49 mil 900 millones de dólares”, indica el reporte La industria petrolera; fusiones, cambios estructurales y el combate a los monopolios.

El mismo documento hace hincapié en otro problema al que se enfrenta la paraestatal mexicana dentro de su limitada apertura a la inversión extranjera:

“Por tener el control de 50% de la refinación de petróleo mexicano, los intereses de Shell en Pemex le permiten controlar el precio y tomar las decisiones de la producción del petróleo ya refinado. Pemex, además, no es dueña de ningún otro activo de refinación en Estados Unidos y por ello no tiene ningún papel significativo en la venta de la producción del petróleo refinado mexicano.”

Con base en datos de Pemex sobre su capacidad de producción (que en 2004 era de 3.4 millones de barriles diarios y actualmente es de 2.8 millones), las trasnacionales prevén que si la paraestatal no se moderniza y abre las puertas al capital privado para diversificar sus métodos de exploración y explotación de crudo, para 2015 México dejará de exportar energéticos y se convertirá en importador neto.

Al respecto, el reporte del Departamento de Economía de la FTC señala que “con una privatización extensa, muchas entidades paraestales podrían ser más exitosas, abriendo sin límites sus fronteras a todo tipo de actividades relacionadas con el aprovechamiento de sus recursos petroleros”.

El documento del Consejo Estratégico en Energía Global de esta misma dependencia, ya mencionado, llega a conclusiones más políticas: resalta que si países petroleros que no pertenecen a la Organización de Países Exportadores de Petróleo –como es el caso de México– permitieran un mayor acceso al capital privado, “resurgirían como proveedores de petróleo seguro” para los intereses energéticos estadunidenses.

“La neoglobalización requiere de una nueva arquitectura petrolera y existe un número importante de esfuerzos multilaterales que se llevan a cabo con este propósito”, enfatiza el informe de 20 páginas del Consejo Estratégico de la FTC.

Los dos reportes de la FTC subrayan que si Pemex se abre al capital extranjero ofrecerá a Estados Unidos la posibilidad de atenuar su dependencia de las importaciones petroleras del Medio Oriente.

“Las respuestas de los mercados parecen por ahora ser la mejor opción, porque los programas que se han realizado para lograr una independencia energética (de Estados Unidos) lo único que han dado como resultado es un gasto de 50 mil millones de dólares durante los últimos 10 años”, dice el reporte elaborado por el Consejo Estratégico en Energía Global de la FTC.

Esos miles de millones desperdiciados son los que han gastado el gobierno y el Congreso de Estados Unidos para impulsar legislaciones que no se han aprobado o aplicado, instalar laboratorios y centros de investigación energética, y desarrollar programas de discusión y análisis sobre el impuesto energético y la búsqueda de fuentes alternas de energía sin la participación del sector privado.

“La energía es el asunto de mayor importancia para la seguridad nacional de Estados Unidos y su importancia supera cualquier interés político bipartidista. (…) Es prioridad nacional seguir apoyando los esfuerzos de inversión de las empresas privadas del país en proyectos petroleros y de gas natural en el extranjero. Hay países donde este objetivo debe ser crucial; México, Rusia y Venezuela son apenas un ejemplo de esta necesidad”, consigna el reporte del Consejo Estratégico.




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Los cochineros

josé gil olmos

México, D.F., 26 de marzo (apro).- La crisis del PRD sólo ha venido a confirmar que el sistema de partidos en México es el que vive una profunda y severa crisis, porque ni el PAN ni el PRI han demostrado ser tan diferentes en sus procesos electorales internos ni en sus programas de participación ciudadana.

Hoy que las críticas se han concentrado con justa razón en el PRD, manifestando que no tiene calidad para criticar al gobierno de Felipe Calderón ni al IFE por su papel en las pasadas elecciones, habría que recordar que en el PAN también se observaron acciones igualmente criticadas en el PRI como fue la imposición del presidente del partido.

Un cochinero no oculta a otro cochinero. Menos cuando los panistas y sus articulistas afines se quieren utilizar en la crítica al PRD para ocultar una actuación inmoral y sin ética como la de Juan Camilo Mouriño con los contratos de Pemex.

En los últimos meses, los tres principales partidos han pasado por sus respectivos procesos de selección interna en medio de serios cuestionamientos sobre la calidad de los mecanismos de elección de sus dirigentes que, cada uno de ellos, presume como el mejor ejemplo de las prácticas democráticas.

La más reciente elección, la del PRD, ha mostrado como este partido no solamente ha fracasado en su intento de superar los resabios del autoritarismo caudillista y las eternas peleas de las tribus de izquierda.

También ha demostrado su incapacidad para no incurrir en los mismos vicios que tantas veces denunciaron y cuestionaron del viejo régimen priista: compra e inducción del voto, acarreo, ratón loco, carrusel, robo de urnas, votos falsificados, etc.

Al lo largo de la competencia de sus cinco candidatos, el PRD dio muestras de lo mal que están internamente, pues desde entonces hubo denuncias sobre las irregularidades que cometían los aspirantes más fuertes: Jesús Ortega y Alejandro Encinas.

Los nuevos intelectuales orgánicos, los que defienden ciegamente al gobierno calderonista y a su partido el PAN– igual que lo hacían otros intelectuales en tiempos del PRI--, no desaprovecharon la oportunidad y sacaron a relucir todos sus juicios para cuestionar la calidad ética y moral de los perredistas y, de paso también, la de Andrés Manuel López Obrador.

No hay forma de defender la elección interna del PRD y quien lo intente hacer cometería un grave error, pues no existe ningún elemento rescatable de todo el proceso de competencia.

Pero lo que no hay que olvidar es que lo que ahora vemos en el PRD también lo hemos presenciado en el PAN y en el PRI. No ha habido transparencia en los métodos de selección interna y las imposiciones de los intereses de grupo están claramente por encima de los intereses de sus militantes y simpatizantes.

En el caso del PAN fue evidente que se repitió el esquema del “partido del presidente” como era común verlo en los mejores tiempos del PRI. La elección de Germán Martínez fue la que ordenó desde Los Pinos Felipe Calderón, y antes de que se llevara a cabo la votación ya se había presionado a los delegados y consejeros para que su apoyo fuera a favor de “el candidato del presidente”.

No hubo quien enfrentara la candidatura del exsecretario de la Función Pública, pues se utilizó toda la maquinaria del gobierno para aplastar a los otros aspirantes. En tiempos del PRI como gobierno se decía que se había hecho valer “todo el aparato del Estado” a favor de un solo candidato. Ahora, en tiempos del PAN simplemente se quiere hacer ver esto como algo natural.

Con esta acción, el PAN se convirtió en lo que tanto cuestionó con el PRI, en el partido del gobierno y del presidente, pues no tiene vida propia, ya que todo su quehacer se ha centrado en defender las iniciativas de Felipe Calderón y a su equipo, principalmente al secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño.

El PRI, por su parte, no ha cambiado un ápice sus antiguas formas de vida interna. Mantiene vivas las prácticas de negociación en las cúpulas del partido, muy lejanas de la decisión de sus militantes.

La dirección de Beatriz Paredes es la que le conviene, por el momento, a los grupos encabezados por los gobernadores y los coordinadores parlamentarios, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa, quienes se han convertido en los principales polos de poder desde las cámaras de Diputados y Senadores.

Pero cuando llegue el momento, cuando se tenga que elegir la nueva dirección, veremos seguramente los enfrentamientos de los grupos que pelearán la candidatura presidencial (Enrique Peña Nieto, Manlio Fabio Beltrones y algún otro gobernador) usando las prácticas más tradicionales en el PRI.

La crisis en el PRD es, de esta manera, un reflejo fiel de los graves problemas por los que atraviesa el sistema de partidos en México. No es privativa del perredismo esta severa situación de desequilibrios internos, ni el uso de prácticas ilegales como las que tanto se han criticado ahora por parte de algunos intelectuales al servicio del gobierno calderonista.

Lo cierto es que ni uno solo de los institutos políticos satisface las necesidades de representación y de actividad política que pide la ciudadanía. Todos carecen de sistemas confiables de elección interna y todos tienen deudas políticas y de democracia pendientes que saldar.

Exigir que mejoren estos mecanismos de representación y de vida interna es lo que menos se puede pedir en estos tiempos de crisis. Es lo que menos puede exigirse, sobre todo si se toma en cuenta que, según datos del IFE, en los últimos 11 años el gasto público asignado a los partidos ha sido de más de 20 mil millones de pesos.