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lunes, abril 02, 2012

Ante la pederastia, el Papa del desdén*





Tomados de La Jornada, Hernández y Helguera y El Universal, Helioflores y Naranjo.


Rodrigo Vera

El desdén de Benedicto XVI por las víctimas de la violencia y de curas abusadores sexuales en su reciente visita a México contrasta con la atención especial que les ha dado en otros países. Bloqueos de la jerarquía católica y mentiras de la Presidencia de la República revelan el temor de la Iglesia y del gobierno calderonista para afrontar los problemas sociales del país. “¡El Papa nos dio el portazo!… Para la Iglesia (…) somos víctimas de tercera”, dicen los afectados.

El joven Joaquín Aguilar, líder de un grupo de víctimas de sacerdotes pederastas a quienes el Papa Benedicto XVI no quiso recibir en su pasada visita a Guanajuato, exclama decepcionado:

“¡Ni hablar! ¡El Papa nos dio el portazo! No quiso recibirnos como lo está haciendo con las víctimas de otros países. Para la Iglesia, simple y sencillamente las víctimas mexicanas somos víctimas de tercera. ¡No existimos!”

El 16 de marzo –siete días antes de que llegara el pontífice–, Joaquín acudió a la sede de la nunciatura apostólica en México y, a nombre del grupo, entregó formalmente la solicitud de audiencia con Joseph Ratzinger.

Su intención era informarle que la grave situación de la pederastia sacerdotal en México se debe, principalmente, al encubrimiento y a la complicidad de la misma cúpula eclesiástica.

Las víctimas tenían la seguridad de que, aunque fuera por pocos minutos, el Papa las escucharía, como lo está haciendo en otros países y con mayor razón por estar en México, de donde es originario Marcial Maciel, considerado a nivel mundial como el clérigo abusador más emblemático.

Pero la nunciatura apostólica ni siquiera se tomó la molestia de dar respuesta a su solicitud. Jamás les contestó la carta ni tampoco les resolvió nada telefónicamente.

Relata Joaquín:

“La Iglesia nos ignoró completamente. En nuestra solicitud de audiencia pusimos nuestros números telefónicos. La nunciatura prometió que nos contestaría. Pasaban los días y no recibíamos ninguna respuesta. Telefoneábamos a la nunciatura y ahí nos decían: ‘Esperen un poco más, después nos comunicamos con ustedes’… y así nos trajeron.”

–Sin embargo, el nuncio apostólico, Christophe Pierre, estuvo adelantando a la prensa que el Papa no los recibiría…

–Sí, es cierto. Pero esas declaraciones del nuncio estaban dirigidas a los medios. Mientras tanto, a nosotros la nunciatura nos decía que esperáramos. Teníamos la idea de que recibiríamos una respuesta formal, como formal fue nuestra petición. Y claro, suponíamos que el Papa finalmente nos recibiría fuera de agenda, como suele hacerlo en otros países.

“Incluso viajamos a Guanajuato con la esperanza de que a última hora nos confirmarían la audiencia; así ya no teníamos que trasladarnos con prisas. Mientras esperábamos una repuesta, yo incluso di una conferencia de prensa en la ciudad de León, el sábado 24. Pero finalmente ni recibimos contestación a nuestra solicitud ni el Papa nos recibió. La Iglesia mantuvo un desdén total hacia nosotros. Nos ignoró.

“Y para colmo, monseñor Carlos Aguiar Retes, el presidente del episcopado, todavía llegó a declarar desdeñosamente que la jerarquía eclesiástica no sabe quiénes son las víctimas, que ni siquiera tenemos rostro. ¡No puede ser! Si las víctimas de Marcial Maciel, junto conmigo, llevamos años dando la cara y pidiendo justicia.”

Joaquín alude a las declaraciones que Aguiar Retes hizo el 22 de marzo, cuando dijo:

“Nosotros no podemos asumir el liderazgo de algo que no conocemos. Mientras las víctimas no aparecen, no se conocen sus rostros, no sabemos quiénes son”, dijo el presidente del episcopado.



Bloqueo y doble moral



Asegura Joaquín Aguilar que la cúpula eclesiástica mexicana tuvo mucho que ver en el bloqueo que sufrieron las víctimas para que no hablaran con el Papa.

“A la Conferencia del Episcopado no le convenía que tuviéramos la audiencia con el Papa, porque ya sabía que íbamos a denunciar su encubrimiento hacia sus curas pederastas. Y nos bloqueó. Incluso supe que el mismo secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, preguntó al episcopado por qué no había promovido un encuentro con las víctimas mexicanas.”

–¿Cuántas víctimas pensaban reunirse con el Papa?

–Éramos seis en total: el joven Jesús Romero, yo y otros cuatro jóvenes más, de los que no puedo decir sus nombres porque prefieren mantener el anonimato, por su seguridad y la de sus familias.

–Quizás el Papa no los recibió porque no tuvo tiempo, por lo apretado de su agenda…

–Mire, el Papa está recibiendo a las víctimas de otros países generalmente fuera de su agenda formal, en audiencias de 20 o 30 minutos. Y no se puede pretextar que en Guanajuato no tuvo tiempo, ya que la noche del domingo 25 salió de la residencia donde pernoctaba a ponerse un sombrero de charro y a escuchar a los mariachis que le llevaban serenata. Ese acto folclórico lo realizó fuera de su agenda oficial.

–¿Esto quiere decir que tampoco el Papa quiso recibirlos?

–Al parecer así fue, pues las últimas decisiones las toma él, en su calidad de máximo líder de la Iglesia. Supongo que su interés estaba centrado en negociar los cambios constitucionales con los que el clero tendrá mayores privilegios, como la reforma al artículo 24, que acaba de darse. Las víctimas no le importamos.

Joaquín Aguilar está todavía más sorprendido porque Ratzinger ni siquiera mencionó el tema de la pederastia sacerdotal en ninguno de sus discursos pronunciados del 23 al 26 de marzo, periodo en el que estuvo en Guanajuato.

“El Papa tuvo un encuentro con los niños de México el día 24, en la Plaza de la Paz de la ciudad de Guanajuato. Teníamos la idea de que ahí pediría perdón por los abusos sexuales de sus sacerdotes en contra de la niñez. Era la ocasión apropiada. Pero esquivó el tema. No habló ni de las víctimas de Marcial Maciel.”

Comenta Joaquín Aguilar que “la doble moral de la Iglesia” se hizo más evidente con la participación en las ceremonias papales de algunos prelados mexicanos que han encubierto a sacerdotes pederastas. Y menciona particularmente a Aguiar Retes; al cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, y al propio José Guadalupe Martín Rábago, arzobispo de León y principal anfitrión de la visita papal.

El cardenal Rivera Carrera, ejemplifica, protegió durante años a su párroco Nicolás Aguilar, quien “violó a unos 100 menores de edad y aún sigue impune. Se dice que actualmente trabaja en un albergue de la Iglesia en el estado de Puebla, donde atiende a jóvenes migrantes centroamericanos”.

El padre Nicolás fue quien abusó de Joaquín cuando éste era niño y fungía como su monaguillo. Desde 2006 Joaquín tiene demandado al cardenal Rivera Carrera ante una corte federal de Estados Unidos, por haber encubierto a su párroco. El litigio continúa.

A su vez, el arzobispo de León, Martín Rábago, protegió a su cura pederasta José Luis de María y Campos, quien abusó de tres acólitos menores de edad que trabajaban en la parroquia de María Auxiliadora, en la ciudad de León. Los familiares de las víctimas interpusieron denuncias ante las autoridades judiciales (Proceso 1481).

Y Aguiar Retes, siendo obispo de Texcoco, dio asilo al sacerdote nicaragüense Zenón Corrales Cabrera, quien venía huyendo de las autoridades judiciales de su país por haber abusado sexualmente de varias niñas.

Ante las denuncias penales contra el padre Zenón, así como de las protestas de varias organizaciones nicaragüenses de derechos humanos –que lo consideraban “el más peligroso pederasta de Nicaragua”–, la diócesis de Matagalpa “desapareció” a su párroco en 1999, enviándolo a Texcoco, donde el obispo Aguiar Retes le dio la parroquia del poblado de Otumba, en el Estado de México, con el argumento de que eran “falsas” las acusaciones contra el padre Zenón (Proceso 1389 y 1390).

Joaquín Aguilar, quien de víctima pasó a ser dirigente en México de la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales de Sacerdotes (SNAP, por sus siglas en inglés), acota:

“Menciono estos tres casos por tratarse de obispos que acapararon reflectores en la reciente visita papal, pero es muy común que cada obispo proteja en su respectiva diócesis a clérigos pederastas. En ese sentido, el episcopado mexicano opera como una peligrosa red de delincuentes que se protegen unos a otros. Esto es lo que queríamos decirle al Papa y no nos dejaron.”



Más abusos documentados



–¿Es difícil calcular el número de sacerdotes mexicanos que cometen estos delitos? –se le pregunta a Joaquín Aguilar.

–Sí –responde– , es muy difícil, ya que en la mayoría de los casos las víctimas prefieren no denunciar por temor a represalias de la Iglesia y porque saben que las mismas autoridades judiciales del país protegen a los clérigos. Yo, por ejemplo, llevo 18 años tratando de que se castigue al padre Nicolás, que abusó de mí, y no he conseguido nada. Pero tan sólo en los cinco años que llevo al frente de SNAP-México he podido documentar 139 casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes mexicanos contra menores de edad, sin contar a las víctimas de Marcial Maciel y a las del padre Nicolás, que son muchísimas.

–¿Y cuántos sacerdotes pederastas logró detectar?

–Hace unos cuatro años elaboramos una lista de sacerdotes pederastas. Logramos detectar a unos 50 que siguen oficiando impunemente. Empiezan por corromper a sus víctimas; dándoles dinero, comprándoles ropa o exhibiéndoles películas pornográficas. Luego viene el abuso. Ya no hemos actualizado esa lista.

Indica que es muy común que las autoridades judiciales “reconfiguren” los delitos de los curas abusadores para que no vayan a prisión, como sucedió –dice– con Rafael Muñiz López, alias Lobo Siberiano, párroco del templo de San Pedro Apóstol, en Xalapa, Veracruz.

Al rastrear una red de pornografía infantil que operaba en el país, la Policía Cibernética de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal descubrió que el principal proveedor y distribuidor era el Lobo Siberiano, contra quien se ejerció acción penal por “pornografía infantil” y “delincuencia organizada”, en junio de 2009. Pero el sacerdote interpuso un amparo y quedó libre.

Igual sucedió con el religioso salesiano Juan Manzo Cárdenas, quien a principios de los noventa abusó de 50 menores de edad en la Ciudad del Niño Don Bosco, una escuela-orfanato que los salesianos tienen en León, Guanajuato.

Pese a que en agosto de 1994 el religioso ya se había declarado culpable ante el Ministerio Público, el entonces rector mundial de la orden de los salesianos, el mexicano Pascual Chávez Villanueva, logró que las autoridades judiciales guanajuatenses lo dejaran libre. Luego trasladó al pederasta a otros lugares de México y el extranjero a seguir ejerciendo su ministerio, sin alertar a los fieles sobre sus antecedentes (Proceso 1637).

A quien los salesianos no han podido sacar de prisión es a su religioso José Carlos Contreras. Sigue preso porque, en octubre de 2007, violó y asesinó a la estudiante Shantal González, de 16 años de edad. El crimen ocurrió en el mismo colegio salesiano, donde la adolescente cursaba la preparatoria y el religioso impartía clases: el Instituto Carlos Gómez, de la ciudad de San Luis Potosí.

A diferencia de México, Benedicto XVI ha tenido encuentros en varios países con víctimas de sacerdotes pederastas y abusadores. Inclusive, algunas de esas reuniones han sido organizadas por obispos.

En abril de 2008 en Estados Unidos; en abril de 2010 en Malta; en septiembre de 2010 en el Reino Unido, y en septiembre de 2011 en Alemania –su país natal–, se reunió con decenas de víctimas, a las que escuchó y con las que “oró” y “lloró”…

Ahora, durante su visita del Papa a Guanajuato, la Presidencia de la República distribuyó un comunicado en el que aseguró que el pontífice se reunió con familiares de víctimas de la violencia en México.

El boletín circuló la noche del 24 de marzo, al terminar la reunión entre Ratzinger y el presidente Calderón realizada en la casa Rul. Ahí se señalaba que el pontífice estuvo con los deudos en ese mismo lugar por no más de 10 minutos, y les ofreció consuelo y bendiciones.

Pero Federico Lombardi, vocero de la santa sede, desmintió esa versión de la Presidencia: aclaró que a los deudos simplemente se les introdujo a la casa Rul, y el Papa los saludó al pasar. “No fue una reunión específica con un diálogo sobre el asunto. Algunas víctimas fueron presentadas al Papa, sólo fue eso”, aclaró el vocero.

*Tomado de la revista Proceso.