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domingo, marzo 18, 2012

El misterioso Margolis, personaje clave*


Tomado de la revista Proceso, Naranjo.


Homero Campa y Jorge Carrasco

Es un presunto exagente del Mossad y en México participa como accionista en una impresionante cantidad de empresas que se dedican a cosas tan dispares como la belleza, la educación, la ferretería o la seguridad. Se codea con Isabel Miranda de Wallace y con la comunidad judía de Polanco… y tiene relación con casi todos los implicados del caso Cassez: con la propia francesa y su hermano, con Israel Vallarta, con agentes de la AFI y hasta con una de las presuntas víctimas de la banda Los Zodiaco… Se llama Eduardo Cuauhtémoc Margolis y varios testimonios apuntan a posibles actividades ilícitas de este hombre al que tachan de poderoso, prepotente y vengativo… En la maraña en que se ha convertido el caso Florence Cassez destaca un personaje: Eduardo Cuauhtémoc Margolis Sobol, empresario judío de 57 años y presunto exmiembro de los servicios de inteligencia de Israel (el Mossad).

Margolis habría tenido vínculos –directos o indirectos– con las partes implicadas en este caso: con Florence Cassez, de cuyo hermano, Sebastien, fue socio; con Israel Vallarta, exnovio de Florence y presunto jefe de la banda de secuestradores Los Zodiaco; con Cristina Valladares, una de las víctimas de secuestro, y con funcionarios de la Agencia Federal de Investigación (AFI), cuyo titular en 2005 era Genaro García Luna, actual secretario federal de Seguridad Pública.

Sebastien Cassez fue socio de Margolis en las empresas Radiancy de México y Sauna Italia de México, dedicadas a la venta de productos y equipos de belleza.

Sebastien contó a Anne Marie Mergier, corresponsal de este semanario en Francia (Proceso 1647), que Radiancy era parte de un grupo empresarial que se dedicaba a otras actividades: venta de ropa, restaurantes, blindaje de autos, servicios educativos, guardias de seguridad y negociaciones para la liberación de secuestrados. Sus servicios los ofrecía fundamentalmente a la comunidad judía de Polanco.

Explicó: “Margolis contaba con un equipo súper profesional que se desempeñaba como intermediario para resolver secuestros. Una fuente fidedigna que sería peligroso identificar descubrió que Margolis era en realidad una especie de jefe de seguridad de la comunidad judía de México. Según informaciones que recabó mi fuente, fue miembro del Mossad, órgano de inteligencia israelí. Eso no es raro. En todas partes del mundo hay exagentes de servicios secretos que montan empresas de seguridad.

“Lo que me preocupó mucho más fue saber que Margolis tenía excelentes contactos con la AFI. Su equipo de rescate de secuestrados trabajaba con agentes de ese organismo. La misma fuente me explicó también que Margolis importaba armas y municiones para la Armada de México.”

De hecho cuando Florence llegó a México en marzo de 2003 trabajó en Radiancy y ahí conoció a Margolis. En su libro, A la sombra de mi vida, ella cuenta: “Entre más conocía a Margolis más le temía (…) Tenía relaciones ambiguas con la policía y no lo callaba, un tufo de corrupción flotaba en todo esto y en sus actividades, de las que hablaba abiertamente cada vez más: guardaespaldas para ciertos personajes, blindaje de autos y un despacho privado que se dedicaba, justamente, ¡a la resolución de secuestros!”.

Más aún, dice que se ufanaba de sus relaciones con la policía, por lo que ella y su hermano “ni siquiera nos sorprendimos cuando oímos que podían secuestrar gente para que su negocio funcionara… Margolis reía sin que Sebastien ni yo supiéramos si era por lo increíble de lo que contaba o porque se sentía intocable. Mucha gente malencarada lo rondaba y eso le daba un aire de suficiencia que él alimentaba jactándose, dado el caso, de gozar de los favores de los hombres del poder”.

De acuerdo con documentos del Registro Público de la Propiedad, Margolis es accionista de Epel, S.A. de C.V., constituida en abril de 2003, cuyo objeto social es “la prestación de servicios y compra-venta de equipos de seguridad y el blindaje de automotores, así como la asesoría en todo lo relacionado con la seguridad”. En marzo de 2010 constituyó otra empresa con el mismo giro: Blindajes Epel Monterrey, S.A. de C.V., que ofrece sus servicios en México y Monterrey, ciudad de la que es originaria su familia materna (aunque su abuela nació en Ucrania).

El nombre de Epel proviene de las primeras letras del primer apellido de sus socios en estas empresas: los hermanos Luis y Dan Epelstein Rapaport. De hecho, éstos y Margolis son accionistas de CV Directo de México, dedicada a la venta de productos por televisión. CV Directo es uno de los principales clientes de Televisa en este rubro.

Los periodistas franceses Alain Devalpo y Anne Vigna escriben en su libro Penas mexicanas (Ediciones First, 2009) que Margolis es “un gran cliente de Televisa debido a su empresa de telecompras. Tiene garantizado su ingreso a la televisora y se beneficia de sus contactos de alto nivel en la esfera política y en las corporaciones policiacas (…) Es conocido por los directivos de la AFI y se mueve en la SIEDO (Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada) como en su casa”.

Agregan que Margolis y sus socios, “mejor equipados que la policía, sirven de intermediarios en las negociaciones con los secuestradores y no dudan en intervenir cuando la liberación es posible”. Y señalan que estos empresarios contactaron a Alejandro Martí para obtener la liberación de su hijo Fernando, y participaron en las negociaciones para liberar a una familia de españoles secuestrada en 2004.

Al parecer el negocio de la seguridad es tan redituable para Margolis que en abril de 2009 amplió la razón social de otra de sus empresas: Industrias Margoli de México, S.A. Originalmente estaba enfocada al ramo de la pintura, ferretería y materiales para la construcción. A partir de esa fecha también se dedica a “la impartición de cursos, talleres, exposiciones, pláticas y todo tipo de asesoría que se relacione con todas las áreas administrativas, técnicas y de seguridad en general, tanto a empresas como a personas físicas, ya sean nacionales o extranjeras”.

Margolis es además accionista en compañías dedicadas a diferentes rubros: Nuevo Colegio de Ciencias y Humanidades y Formación y Desarrollo Integral (educación), Industrias Hidrómetro Mexicana (ferretería y elementos hidráulicos), Suave y Fácil (productos y equipo de belleza), Sistemas Vioi (equipos electrónicos de audio, video y computación), Representaciones y Servicios al Mayoreo (refacciones y accesorios para automóviles, ferretería y maquinaria), Inmobiliaria Margoli y Linsal (bienes raíces), Exacto Punto y Coma y Comercializadora Restaurantera Neuchatel (gastronomía).

De sus relaciones con personajes políticos llama la atención una de ellas: su amistad con Isabel Miranda de Wallace, virtual candidata del PAN a la jefatura del Gobierno de la Ciudad de México, quien la semana pasada acudió a la Suprema Corte de Justicia de la Nación junto con las víctimas de los secuestros presuntamente cometidos por Cassez para pedir que los magistrados no fallen a favor del amparo que solicitó la francesa.



El rompimiento



En la entrevista con Proceso, Sebastien Cassez dijo que a principios de 2004 empezó a tener problemas con Margolis en la empresa Radiancy. Sostuvo que aquél le debía 155 mil dólares. Le anunció que se iba y pidió que le pagara ese adeudo. Margolis se rehusó y comenzó a presionarlo para que cediera la cantidad que tenía invertida en la empresa sin recibir ningún pago. Como Sebastien se negó, arreciaron los problemas. La esposa de éste recibió amenazas de muerte contra ella y sus hijos. Luego llovieron demandas contra la empresa Systemes de Sante et de Beaute, S.A. de C.V., que Sebastien acababa de crear. Durante dos años estuvo metido en batallas judiciales.

Ante el hostigamiento del que fue víctima por Margolis y de “sus protectores de altísimo nivel”, Sebastien acudió a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Pero dijo que no pudieron ayudarlo porque su problema se debía a un litigio entre particulares.

Como las agresiones seguían solicitó el apoyo de “gente muy importante” que le ayudó a defenderse y evitó que Margolis lo siguiera atacando de manera directa. “Éste buscó otra forma de golpearme. Se enteró de que mi hermana frecuentaba a un delincuente –ella no sabía a qué se dedicaba– y no desaprovechó esa oportunidad para hacerme daño”, afirmó.

Florence describe en su libro la manera en que los agentes de la AFI la detuvieron el 8 de diciembre de 2005 y cómo al día siguiente se realizó “el montaje” para presentarla en televisión como integrante de Los Zodiaco.

Recuerda que una vez que los agentes la llevaron al rancho Las Chinitas –donde supuestamente se encontraban los secuestrados– “un sujeto de traje y abrigo negros, que luego me entero que se llama Luis Cárdenas Palomino, me muestra una tarjeta con mi nombre y el logo SSB (las siglas de la empresa de material médico que tenían mi hermano Sebastien y Eduardo Margolis) que seguramente sacaron de mi departamento, y me dice: ‘¡Con esto Margolis te va a chingar!’”.

Cárdenas Palomino es uno de los principales colaboradores de García Luna, primero en la AFI como director de Investigación Policial y actualmente como jefe de la División Regional de la Policía Federal.

Por su parte, Israel Vallarta relató en su declaración preparatoria ante la SIEDO su supuesta relación con Margolis (Proceso 1692).

Dijo que a mediados de 2002 llamó por teléfono a su “amigo” Sebastien. Éste le comentó que “estaba iniciando un negocio” y que quería platicárselo. Añadió que justamente se encontraba con uno de sus socios y lo invitó a unirse con ellos en el lugar en que se encontraban: el restaurante Kleins de Polanco. El socio era Margolis. Vallarta no aclaró qué clase de negocio le propuso Sebastien. Sólo refirió que después de comer y platicar se despidió de Margolis e intercambiaron sus números telefónicos.

Agregó que a partir de ahí siguió viendo a Margolis, al margen de Sebastien. Lo invitó varias veces al rancho Las Chinitas e, incluso, en una ocasión “tuvimos relaciones íntimas él y yo”. Aseguró que el judío le tenía “tanta confianza” que le regaló un auto Passat que estaba a nombre de su empresa y un radio nextel para que ambos estuvieran en comunicación.

Vallarta sostuvo que Margolis le platicaba de sus negocios, sobre todo los de su empresa de seguridad y mediación para liberar secuestrados, pero que empezó a contarle que “tenía información de personas secuestrables”.

Israel afirmó: “Me di cuenta de que era una persona muy peligrosa”. Comentó luego que éste le advirtió: “No intentes pasarte de listo. Cuidado con tu boca”. Según su versión se alejó de él y después se enteró de que había tenido problemas con Sebastien y que incluso había amenazado con hacerles daño a su esposa e hijos. Después empezó el noviazgo con Florence.

En su declaración Israel afirmó que Margolis es el único que tiene el poder y el dinero para involucrarlo en las acusaciones de secuestro que actualmente enfrenta. Insistió en su inocencia y pidió protección para él y su familia.

En la misma declaración describió que en la mañana del 10 de diciembre de 2005, un día después de realizado el montaje de rescate para la televisión, “una persona vestida de civil, de color beige, ingresó en la galera en la que me encontraba (en las instalaciones de la SIEDO), me levantó, me golpeó con puños y pies y me dijo: ‘Te manda los buenos días tu judío favorito. Que ya sabes: que si hablas te mueres tú y toda tu familia’, quedándome claro a quién se refería”.

En reacción a la difusión de esas declaraciones Margolis envío una carta a este semanario, publicada el 10 de mayo de 2009 en el número 1697. Manifestó que “dichas imputaciones son falsas, toda vez que no conozco al Sr. Israel Vallarta, y en consecuencia, no he tenido ninguna relación de amistad o de negocio con dicha persona”. Y añadió: “No soy jefe de seguridad de ninguna comunidad, ya que me dedico a ejercer el comercio de manera lícita”.

En un documental titulado Florence Cassez, el último recurso –difundido el pasado 15 de noviembre por el Canal 5 de Francia–, un ciudadano francés que “lleva varias décadas viviendo en México” y “considerado el mejor especialista del caso Cassez” ofreció su testimonio de manera anónima. Ahí soltó un dato que vuelve más intrigante la historia: que Cristina Valladares, quien junto con su hijo Christian fue secuestrada por la banda Los Zodiaco, fue “ama de llaves, es decir, empleada de servicio del señor Margolis”.



Declaraciones judiciales



Cuando Alain Devalpo y Anne Vigna escriben en su libro Penas mexicanas que Margolis se mueve en la SIEDO “como en su casa”, anotan a continuación que éste se presentó en el edificio de esa institución en dos fechas clave: el 13 de septiembre de 2005, día de la primera declaración de la estudiante Valeria Cheja, cuyo secuestro y posterior liberación derivó en la detención de Vallarta; y el 9 de diciembre de 2005, día en que éste y Cassez fueron conducidos a dicho inmueble tras el montaje televisivo y cuando los secuestrados –Ezequiel Elizalde, Cristina Valladares y su hijo Christian– rindieron sus primeras declaraciones.

De acuerdo con el registro de entradas a las instalaciones de la SIEDO –incorporado al expediente–, Margolis se presentó ese 9 de diciembre a las 14:30 horas y salió de ahí a las 15:11 horas. Recibió el gafete de entrada 012 y dijo que visitaba al licenciado Jorge Rosas, coordinador de la Unidad Antisecuestros, en el segundo piso del inmueble.

El 11 de julio de 2006 Margolis fue citado a declarar como testigo ante Olga Sánchez Contreras, juez quinto de Distrito de Procesos Penales en el Distrito Federal. En la rejilla de prácticas del juzgado estaban también Israel Vallarta y Florence Cassez.

Ante las preguntas de Héctor Trujillo Martínez, abogado defensor de Vallarta, Margolis dijo no conocer a Israel pero sí a Florence, debido a que es hermana de su exsocio Sebastien. Aseguró que la había visto dos veces en su vida.

Cuando Trujillo le preguntó por qué había ingresado al inmueble de la SIEDO el 13 de septiembre de 2005 y luego el 9 de diciembre de ese mismo año, Margolis dijo primero que no se acordaba. Cuando se le mostraron las hojas de registro de ingresos, señaló: “Normalmente voy a la oficina que está frente al Monumento a la Revolución (sede de la SIEDO), que no sé si es esa subprocuraduría, a ofrecer mis carros blindados a los empleados o funcionarios”.

En su libro Florence recuerda esa audiencia en la rejilla de prácticas del juzgado: “Él (Margolis) está ahí, sentado tranquilamente en una silla del tribunal y un secretario de la juez le pregunta cortésmente sin intentar ir más allá de lo que él quiera decir. Tiene el tono y el porte distante, la expresión despectiva de quien no tiene nada que temer y que aparentemente está perdiendo su tiempo”.

Y añade: “Tiene una apariencia infinitamente respetable pero también arrastra un tufo infame de crimen y corrupción. Al igual que los afis, Margolis impone un respeto temeroso (…); sé que tiene mil razones para estar resentido con mi hermano porque las cosas entre ellos terminaron muy mal”.

*Tomado de la revista Proceso.