Muchas sospechas*
Tomados de La Jornada, El Fisgón, Hernández y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.
RICARDO RAVELO
A lo largo de su carrera política y empresarial a Jorge Hank Rhon se le ha acusado de todo: de lavado de dinero, de traficar con animales exóticos, de usar sus influencias para operar casas de apuestas, y hasta de estar implicado en las ejecuciones de Héctor Félix y de Francisco Ortiz, ambos del semanario Zeta de Tijuana… Sólo le faltaba que Estados Unidos le impidiera entrar en su territorio… y eso sucedió ya el 10 de enero pasado.
Entonces, un empleado de la garita Tijuana-San Isidro observó que el exalcalde tenía un “cúmulo de datos sospechosos” en el vecino país. Y le quitó su visa.
Hombre de excesos, dueño de una fortuna descomunal y proclive a los escándalos por su comportamiento excéntrico y fanfarrón, Jorge Hank Rhon está otra vez en líos: el 10 de enero pasado le fue cancelada su visa láser cuando un agente de la garita Tijuana-San Isidro le negó el paso.
La razón: presuntas conductas ilícitas cometidas por el hijo del profesor Carlos Hank González en Estados Unidos, sustentadas todas en reportes policiacos.
Ese día, Jorge Hank y su escolta hacían fila para la revisión aduanal. El exalcalde de Tijuana bajó de su automóvil en espera de que le tocara su turno. Faltaban unos cuantos vehículos cuando subió de nuevo al suyo. Entonces preparó sus documentos y los de su esposa. Los entregó a un agente de migración para que los deslizara en la banda magnética, según el trámite habitual.
Apenas introducida la visa, la pantalla se saturó con los antecedentes del empresario y político que perdiera los comicios estatales en agosto de 2007; algunos eran incluso de índole penal. El cúmulo de datos sospechosos, que pueden estar relacionados con una investigación criminal en proceso, desconcertó al agente.
Según una fuente consultada por el semanario Zeta, que aportó los pormenores de este hecho, el oficial comenzó a mover la cabeza al tiempo que balbuceaba: “Muchas sospechas, muchas sospechas…”. Y de inmediato canceló la visa.
Con el rostro descompuesto, Jorge Hank no tuvo más remedio que regresar a su casa de Tijuana. Su esposa, impactada por el inesperado suceso, rompió en llanto.
Pero el hijo del profesor Hank González parece estar acostumbrado a vivir en medio de escándalos. Afincado en esa ciudad fronteriza desde hace 24 años, poco le ha preocupado que lo relacionen con crímenes, lavado de dinero, excesos y hasta con el tráfico de drogas y de animales exóticos en peligro de extinción.
En enero de 2007, cuando era alcalde de Tijuana, declaró a este semanario que los señalamientos en su contra no le quitaban el sueño. Desafiante, espetó: “No me han probado nada. Nada más falta que me investiguen el tipo de sangre”.
Y añadió: “Esas acusaciones son producto de mi forma de ser y de mi gusto por los animales…” (Proceso 1575).
A pesar de que siempre ha negado tener problemas legales en Estados Unidos, él y sus familiares fueron investigados por presuntas actividades ligadas al lavado de dinero.
Julio Scherer García, fundador de Proceso, es quien mejor ha retratado el alma atribulada de Hank Rhon. En su libro La terca memoria (Grijalbo, 2008), por ejemplo, el periodista reproduce una entrevista con Adela Navarro, editora del semanario Zeta –el que más ha investigado a Hank Rhon–, quien le declara que el político y empresario se ufana de haber salido limpio de la investigación conocida como White Tiger (Tigre Blanco).
–Señora, Hank Rhon sostiene que no tiene problema alguno con el gobierno de Estados Unidos. Cita que de la investigación conocida como White Tiger salió limpio.
–Hank Rhon dice parcialmente la verdad: White Tiger es una pesquisa congelada, pero eso no significa que el caso esté cerrado. Oculta el expresidente municipal, en cambio, la humillación a que lo someten nuestros vecinos. (…) Hank Rhon –explica– posee cuarenta automóviles a su estilo. Todos son de lujo, doscientos cuarenta mil o 500 mil dólares, cada uno con placas de los Estados Unidos…
Existen en la ciudad veinticuatro garitas para cruzar la “línea”. El gobierno de los Estados Unidos ideó un acceso que llamó “Sentri”, un paso VIP. Si usted se presenta en las oficinas correspondientes de aquel lado, muestra sus estados de cuenta, declaración de impuestos, comprobantes de residencia impecable, documentos transparentes, el FBI, que lo investigó hasta la minucia, autoriza para usted una tarjeta y lo registra en “Sentri”. (…)
A Hank Rhon el FBI lo investigó y le negó la tarjeta. Pienso que para su personalidad egocéntrica, aspirante a los más altos puestos de la política –el tiempo es mío, ha dicho más de una vez– no puede existir humillación comparable al rechazo del FBI. Hank Rhon, sus coches, sus guaruras, sus placas de los Estados Unidos, todo él ha de someterse y transitar por una de las veintitrés líneas por las que todos cruzamos para ir a los Estados Unidos y regresar a nuestro trabajo y al brazo que siempre nos aguarda.
Pero es la excentricidad lo que caracteriza a Hank Rhon. Él ha admitido que tiene una fortuna superior a los 2 mil 500 millones de dólares, que dispone de 300 pares de botas; incluso suele hacer alarde de su virilidad, pues ha procreado 22 hijos.
En La terca memoria Scherer García diseccionó el entorno familiar y personal del controvertido hijo del profesor Hank González:
Jorge Hank Rhon prepara su bebida favorita: Herradura reposado con una víbora de cascabel, una cobra, un pene de león, un pene de toro y a veces cabellos finos de osos grises del Canadá. En el vaso pueden quedar residuos de esos animales que, a trasluz, se miran como minúsculos pedazos de tripas bañadas en un líquido amarillento.
Scherer García viajó a Tijuana para conocer al personaje “de ilustre apellido”. Relata: Inmensamente rico, poderosamente instalado en la industria del PRI y en la industria del juego, heredero de la historia de su padre, Jorge Hank da de qué hablar como un personaje sin parecido visible. Es quien es, fruto de sus ideas, pasiones, ansias de poder, notoriedad y una vida envuelta en el crimen. Es punto obligado para hablar de la nube tóxica que enferma a buena parte de la población de Tijuana.
Apenas el 19 de febrero pasado, Frontera publicó en su primera plana una foto con un garrafón, nunca vacío, del tequila y sus componentes. La nota, firmada por los reporteros Jorge Morales y Ana Cecilia Ramírez, incluye un diálogo que inicia el priista multimillonario en dólares.
Scherer García lo reproduce intacto:
–Ven, tocayo, te voy a contar el secreto de mi virilidad.
–¿Cómo funciona? –pregunta el periodista.
–El tequila absorbe el poder de estos animales.
–¿Y se acaba el botellón?
–Cuando lo bajo, me lo van llenando.
Convencido de la fuerza sexual de la bebida, lo ofrece a sus incondicionales, a sus empleados y cómplices. También invita a las señoras a que mojen sus labios y nutran su cuerpo con el hallazgo que lo enorgullece.
La investigación
En 1997, la familia Hank Rhon fue sometida a una exhaustiva investigación en Estados Unidos denominada Tigre Blanco. A sus integrantes se les implicó en presuntas operaciones de lavado de dinero, crimen organizado y sobornos. Las autoridades que “ficharon” a los Hank eran del Departamento de Aduanas, la agencia antidrogas de Estados Unidos, el IRS (una oficina de impuestos), la Oficina Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés), así como funcionarios de California y del condado de San Diego.
La indagatoria tenía un origen: una vez Jorge Hank introdujo al país un tigre siberiano y se le hizo fácil transportarlo en su vehículo sin permiso. Jesús Blancornelas, fundador del semanario Zeta, escribió en aquella época que la policía lo detuvo y le decomisó el animalito. “Jorge le llamaba Negra. Pero el entonces cachorro fue enviado al zoológico. Desde entonces le llaman Blanca…”.
La investigación Tigre Blanco puso al descubierto los presuntos negocios sucios de los Hank en Estados Unidos. Buena parte de esas operaciones presuntamente estaban encubiertas por The Laredo National Bank, con sede en Texas, de las que los Hank se deshicieron a raíz de los escándalos en que se vieron envueltos.
Ya radicado en Tijuana, Jorge Hank se convirtió en una pesadilla para su padre, el profesor Carlos Hank González, secretario de Agricultura y de Turismo en distintos sexenios. En mayo de 1995 fue encarcelado horas después de bajar de un Boeing 727 de Japan Airlines, procedente de Japón.
En aquella ocasión Jorge recogió sus 12 maletas de las bandas de equipaje en la sala internacional. Luego se dirigió a Migración, donde un agente le ordenó: “Presione el botón”. Y enseguida se prendió la luz roja.
Jorge trató de convencer al agente aduanal de que traía “puras baratijas”. Al abrir las maletas, los agentes descubrieron colmillos de marfil, chalecos con perlas, esculturas y prendas con piedras preciosas incrustadas, globos terráqueos esmaltados, abrigos de ocelote, un águila con chapa de oro, caracoles plateados, una antigua silla de montar china, abanicos de madera de sándalo, pulseras, bastones… (Proceso 969.)
Pero él vociferaba: “¡Es pura bisutería!”. Incluso aseguró que el valor de sus pertenencias ascendía a mil dólares. El avalúo de la Secretaría de Hacienda determinó que los objetos transportados por él desde Japón, Singapur y China ascendían a 46 mil 500 dólares.
En 1988 fue señalado como presunto autor intelectual del asesinato del periodista del semanario Zeta Héctor Félix Miranda, El Gato Félix, ocurrido en abril de ese año. Dos años después, el 1 de mayo de 1990, fue capturado Antonio Vera Palestina, guarura de Jorge, señalado como el autor material del asesinato de Félix Miranda. Las evidencias volvieron a implicar a Jorge Hank en el homicidio del periodista.
Lo mismo sucedió 14 años después, cuando, el 22 de junio de 2004, fue ejecutado José Francisco Ortiz Franco, editor de Zeta. Y aunque las indagatorias de este caso mostraron evidencias de que los autores materiales del crimen estaban relacionados con el cártel de Tijuana, Jorge Hank volvió a ser objeto de sospechas.
El exalcalde de Tijuana es fiel retrato de su padre: sabe combinar los negocios con la política. Además de ser dueño del hipódromo Agua Caliente, obtuvo de Gobernación decenas de concesiones para instalar casas de apuestas cuando Emilio Chuayffet estuvo al frente de esa secretaría. Esos favores le permitieron abrir centros de apuestas, denominados Caliente, en varias entidades y en 12 países.
En México, algunos de esos negocios de Jorge, como los de Reynosa, Tamaulipas, han sido escenario de escándalos protagonizados por integrantes del cártel del Golfo. Durante 2007, por ejemplo, hubo varias balaceras propiciadas por miembros de esa organización. Los presuntos sicarios llegaban por la noche, amagaban al personal y se llevaban el dinero. El propio Jorge Hank admitió que los ataques fueron perpetrados por el narcotráfico. Las escenas se repitieron en los centros de apuestas de Veracruz y Saltillo.
No obstante su mala fama, Jorge Hank incursionó en la política y ganó la alcaldía de Tijuana en 2004, que encabezó durante poco más de dos años. Al poner en marcha el segundo operativo conjunto contra el narcotráfico a principios de 2007 –el primero se aplicó en Michoacán en enero de ese año–, la policía de Tijuana fue desarmada por efectivos del Ejército.
Esa corporación fue señalada como protectora del cártel de Tijuana, representado por la familia Arellano Félix, debido a que varios de los uniformados trabajaban para esa organización criminal como gatilleros y secuestradores. Así mismo, la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), al frente de la cual estaba José Luis Santiago Vasconcelos, veía a Hank Rhon como “un obstáculo” para las investigaciones criminales en Tijuana.
Pese a sus yerros como presidente municipal, Hank contendió como candidato del PRI a la gubernatura de Baja California en los comicios de 2007. Su proyecto político resultó un fiasco. El 22 de junio de ese año, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) le anuló su candidatura cuando estaba en plena campaña, la cual reanudó tras obtener un fallo a su favor.
Finalmente, el hijo del profesor Hank González perdió la contienda ante el panista José Guadalupe Osuna Millán. La víspera de los comicios, Jorge todavía se ufanaba: “Vamos a ganar tres a uno”.
Los traspiés políticos de Jorge también afectaron a Carlos Hank Rhon, su hermano mayor, quien en 2004 no pudo ser candidato del PRI a la gubernatura del Estado de México, pese al apoyo del entonces dirigente nacional del PRI, Roberto Madrazo.
Un pequeño incidente
En 2008, un escándalo callejero puso de manifiesto el estrecho vínculo entre Jorge Hank Rhon y Antonio Vera Palestina, quien fungió como su jefe de seguridad hasta que fue aprehendido en mayo de 1990. El lugar de Antonio lo ocupó años después su hijo Jorge Vera Ayala, quien en marzo de ese año tuvo una discusión con un policía ministerial en Tijuana.
El desaguisado ocurrió el 19 de marzo de 2008 en un estacionamiento público de la colonia Marrón, en ese municipio fronterizo.
Rodeado de sus subalternos, el jefe de escoltas de Jorge Hank llegó a ese sitio y, al disputar un lugar para estacionar su camioneta, se hizo de palabras con el agente.
El tono de los insultos mutuos fue subiendo. Vera Ayala alcanzó el clímax: sacó su pistola y disparó a una de las llantas del vehículo del policía, quien de inmediato pidió refuerzos por radio. Minutos después llegaron decenas de agentes, detuvieron a Vera Ayala y lo llevaron a los separos de la Unidad Orgánica contra Homicidios Dolosos de la Subprocuraduría de Justicia de Baja California.
Al ser presentado en calidad de detenido, en las oficinas del Ministerio Público ya se encontraba Félix Moreno, enviado por el patrón de Vera Ayala, dispuesto a resolver el problema. El abogado tenía experiencia en estas lides: había sido director de la Unidad de Inteligencia de la Secretaría de Seguridad Pública cuando Jorge Hank fue alcalde de Tijuana. Así, lo que parecía un caso grave por el hecho de haber disparado un arma de fuego en un acto de agresión, fue minimizado y trastocado en las actas.
El hijo de Antonio Vera Palestina, quien purga una condena de 27 años por el crimen de El Gato Félix, declaró simplemente que se había alterado. Tras practicarle una prueba, la Agencia del Ministerio Público dictaminó que Vera Ayala no había disparado su arma.
Cumplido el trámite, en menos de una hora el pistolero de Hank se retiró tranquilamente de las oficinas ministeriales en compañía de Jerónimo, su hermano gemelo.
A lo largo de su carrera política y empresarial a Jorge Hank Rhon se le ha acusado de todo: de lavado de dinero, de traficar con animales exóticos, de usar sus influencias para operar casas de apuestas, y hasta de estar implicado en las ejecuciones de Héctor Félix y de Francisco Ortiz, ambos del semanario Zeta de Tijuana… Sólo le faltaba que Estados Unidos le impidiera entrar en su territorio… y eso sucedió ya el 10 de enero pasado.
Entonces, un empleado de la garita Tijuana-San Isidro observó que el exalcalde tenía un “cúmulo de datos sospechosos” en el vecino país. Y le quitó su visa.
Hombre de excesos, dueño de una fortuna descomunal y proclive a los escándalos por su comportamiento excéntrico y fanfarrón, Jorge Hank Rhon está otra vez en líos: el 10 de enero pasado le fue cancelada su visa láser cuando un agente de la garita Tijuana-San Isidro le negó el paso.
La razón: presuntas conductas ilícitas cometidas por el hijo del profesor Carlos Hank González en Estados Unidos, sustentadas todas en reportes policiacos.
Ese día, Jorge Hank y su escolta hacían fila para la revisión aduanal. El exalcalde de Tijuana bajó de su automóvil en espera de que le tocara su turno. Faltaban unos cuantos vehículos cuando subió de nuevo al suyo. Entonces preparó sus documentos y los de su esposa. Los entregó a un agente de migración para que los deslizara en la banda magnética, según el trámite habitual.
Apenas introducida la visa, la pantalla se saturó con los antecedentes del empresario y político que perdiera los comicios estatales en agosto de 2007; algunos eran incluso de índole penal. El cúmulo de datos sospechosos, que pueden estar relacionados con una investigación criminal en proceso, desconcertó al agente.
Según una fuente consultada por el semanario Zeta, que aportó los pormenores de este hecho, el oficial comenzó a mover la cabeza al tiempo que balbuceaba: “Muchas sospechas, muchas sospechas…”. Y de inmediato canceló la visa.
Con el rostro descompuesto, Jorge Hank no tuvo más remedio que regresar a su casa de Tijuana. Su esposa, impactada por el inesperado suceso, rompió en llanto.
Pero el hijo del profesor Hank González parece estar acostumbrado a vivir en medio de escándalos. Afincado en esa ciudad fronteriza desde hace 24 años, poco le ha preocupado que lo relacionen con crímenes, lavado de dinero, excesos y hasta con el tráfico de drogas y de animales exóticos en peligro de extinción.
En enero de 2007, cuando era alcalde de Tijuana, declaró a este semanario que los señalamientos en su contra no le quitaban el sueño. Desafiante, espetó: “No me han probado nada. Nada más falta que me investiguen el tipo de sangre”.
Y añadió: “Esas acusaciones son producto de mi forma de ser y de mi gusto por los animales…” (Proceso 1575).
A pesar de que siempre ha negado tener problemas legales en Estados Unidos, él y sus familiares fueron investigados por presuntas actividades ligadas al lavado de dinero.
Julio Scherer García, fundador de Proceso, es quien mejor ha retratado el alma atribulada de Hank Rhon. En su libro La terca memoria (Grijalbo, 2008), por ejemplo, el periodista reproduce una entrevista con Adela Navarro, editora del semanario Zeta –el que más ha investigado a Hank Rhon–, quien le declara que el político y empresario se ufana de haber salido limpio de la investigación conocida como White Tiger (Tigre Blanco).
–Señora, Hank Rhon sostiene que no tiene problema alguno con el gobierno de Estados Unidos. Cita que de la investigación conocida como White Tiger salió limpio.
–Hank Rhon dice parcialmente la verdad: White Tiger es una pesquisa congelada, pero eso no significa que el caso esté cerrado. Oculta el expresidente municipal, en cambio, la humillación a que lo someten nuestros vecinos. (…) Hank Rhon –explica– posee cuarenta automóviles a su estilo. Todos son de lujo, doscientos cuarenta mil o 500 mil dólares, cada uno con placas de los Estados Unidos…
Existen en la ciudad veinticuatro garitas para cruzar la “línea”. El gobierno de los Estados Unidos ideó un acceso que llamó “Sentri”, un paso VIP. Si usted se presenta en las oficinas correspondientes de aquel lado, muestra sus estados de cuenta, declaración de impuestos, comprobantes de residencia impecable, documentos transparentes, el FBI, que lo investigó hasta la minucia, autoriza para usted una tarjeta y lo registra en “Sentri”. (…)
A Hank Rhon el FBI lo investigó y le negó la tarjeta. Pienso que para su personalidad egocéntrica, aspirante a los más altos puestos de la política –el tiempo es mío, ha dicho más de una vez– no puede existir humillación comparable al rechazo del FBI. Hank Rhon, sus coches, sus guaruras, sus placas de los Estados Unidos, todo él ha de someterse y transitar por una de las veintitrés líneas por las que todos cruzamos para ir a los Estados Unidos y regresar a nuestro trabajo y al brazo que siempre nos aguarda.
Pero es la excentricidad lo que caracteriza a Hank Rhon. Él ha admitido que tiene una fortuna superior a los 2 mil 500 millones de dólares, que dispone de 300 pares de botas; incluso suele hacer alarde de su virilidad, pues ha procreado 22 hijos.
En La terca memoria Scherer García diseccionó el entorno familiar y personal del controvertido hijo del profesor Hank González:
Jorge Hank Rhon prepara su bebida favorita: Herradura reposado con una víbora de cascabel, una cobra, un pene de león, un pene de toro y a veces cabellos finos de osos grises del Canadá. En el vaso pueden quedar residuos de esos animales que, a trasluz, se miran como minúsculos pedazos de tripas bañadas en un líquido amarillento.
Scherer García viajó a Tijuana para conocer al personaje “de ilustre apellido”. Relata: Inmensamente rico, poderosamente instalado en la industria del PRI y en la industria del juego, heredero de la historia de su padre, Jorge Hank da de qué hablar como un personaje sin parecido visible. Es quien es, fruto de sus ideas, pasiones, ansias de poder, notoriedad y una vida envuelta en el crimen. Es punto obligado para hablar de la nube tóxica que enferma a buena parte de la población de Tijuana.
Apenas el 19 de febrero pasado, Frontera publicó en su primera plana una foto con un garrafón, nunca vacío, del tequila y sus componentes. La nota, firmada por los reporteros Jorge Morales y Ana Cecilia Ramírez, incluye un diálogo que inicia el priista multimillonario en dólares.
Scherer García lo reproduce intacto:
–Ven, tocayo, te voy a contar el secreto de mi virilidad.
–¿Cómo funciona? –pregunta el periodista.
–El tequila absorbe el poder de estos animales.
–¿Y se acaba el botellón?
–Cuando lo bajo, me lo van llenando.
Convencido de la fuerza sexual de la bebida, lo ofrece a sus incondicionales, a sus empleados y cómplices. También invita a las señoras a que mojen sus labios y nutran su cuerpo con el hallazgo que lo enorgullece.
La investigación
En 1997, la familia Hank Rhon fue sometida a una exhaustiva investigación en Estados Unidos denominada Tigre Blanco. A sus integrantes se les implicó en presuntas operaciones de lavado de dinero, crimen organizado y sobornos. Las autoridades que “ficharon” a los Hank eran del Departamento de Aduanas, la agencia antidrogas de Estados Unidos, el IRS (una oficina de impuestos), la Oficina Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés), así como funcionarios de California y del condado de San Diego.
La indagatoria tenía un origen: una vez Jorge Hank introdujo al país un tigre siberiano y se le hizo fácil transportarlo en su vehículo sin permiso. Jesús Blancornelas, fundador del semanario Zeta, escribió en aquella época que la policía lo detuvo y le decomisó el animalito. “Jorge le llamaba Negra. Pero el entonces cachorro fue enviado al zoológico. Desde entonces le llaman Blanca…”.
La investigación Tigre Blanco puso al descubierto los presuntos negocios sucios de los Hank en Estados Unidos. Buena parte de esas operaciones presuntamente estaban encubiertas por The Laredo National Bank, con sede en Texas, de las que los Hank se deshicieron a raíz de los escándalos en que se vieron envueltos.
Ya radicado en Tijuana, Jorge Hank se convirtió en una pesadilla para su padre, el profesor Carlos Hank González, secretario de Agricultura y de Turismo en distintos sexenios. En mayo de 1995 fue encarcelado horas después de bajar de un Boeing 727 de Japan Airlines, procedente de Japón.
En aquella ocasión Jorge recogió sus 12 maletas de las bandas de equipaje en la sala internacional. Luego se dirigió a Migración, donde un agente le ordenó: “Presione el botón”. Y enseguida se prendió la luz roja.
Jorge trató de convencer al agente aduanal de que traía “puras baratijas”. Al abrir las maletas, los agentes descubrieron colmillos de marfil, chalecos con perlas, esculturas y prendas con piedras preciosas incrustadas, globos terráqueos esmaltados, abrigos de ocelote, un águila con chapa de oro, caracoles plateados, una antigua silla de montar china, abanicos de madera de sándalo, pulseras, bastones… (Proceso 969.)
Pero él vociferaba: “¡Es pura bisutería!”. Incluso aseguró que el valor de sus pertenencias ascendía a mil dólares. El avalúo de la Secretaría de Hacienda determinó que los objetos transportados por él desde Japón, Singapur y China ascendían a 46 mil 500 dólares.
En 1988 fue señalado como presunto autor intelectual del asesinato del periodista del semanario Zeta Héctor Félix Miranda, El Gato Félix, ocurrido en abril de ese año. Dos años después, el 1 de mayo de 1990, fue capturado Antonio Vera Palestina, guarura de Jorge, señalado como el autor material del asesinato de Félix Miranda. Las evidencias volvieron a implicar a Jorge Hank en el homicidio del periodista.
Lo mismo sucedió 14 años después, cuando, el 22 de junio de 2004, fue ejecutado José Francisco Ortiz Franco, editor de Zeta. Y aunque las indagatorias de este caso mostraron evidencias de que los autores materiales del crimen estaban relacionados con el cártel de Tijuana, Jorge Hank volvió a ser objeto de sospechas.
El exalcalde de Tijuana es fiel retrato de su padre: sabe combinar los negocios con la política. Además de ser dueño del hipódromo Agua Caliente, obtuvo de Gobernación decenas de concesiones para instalar casas de apuestas cuando Emilio Chuayffet estuvo al frente de esa secretaría. Esos favores le permitieron abrir centros de apuestas, denominados Caliente, en varias entidades y en 12 países.
En México, algunos de esos negocios de Jorge, como los de Reynosa, Tamaulipas, han sido escenario de escándalos protagonizados por integrantes del cártel del Golfo. Durante 2007, por ejemplo, hubo varias balaceras propiciadas por miembros de esa organización. Los presuntos sicarios llegaban por la noche, amagaban al personal y se llevaban el dinero. El propio Jorge Hank admitió que los ataques fueron perpetrados por el narcotráfico. Las escenas se repitieron en los centros de apuestas de Veracruz y Saltillo.
No obstante su mala fama, Jorge Hank incursionó en la política y ganó la alcaldía de Tijuana en 2004, que encabezó durante poco más de dos años. Al poner en marcha el segundo operativo conjunto contra el narcotráfico a principios de 2007 –el primero se aplicó en Michoacán en enero de ese año–, la policía de Tijuana fue desarmada por efectivos del Ejército.
Esa corporación fue señalada como protectora del cártel de Tijuana, representado por la familia Arellano Félix, debido a que varios de los uniformados trabajaban para esa organización criminal como gatilleros y secuestradores. Así mismo, la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO), al frente de la cual estaba José Luis Santiago Vasconcelos, veía a Hank Rhon como “un obstáculo” para las investigaciones criminales en Tijuana.
Pese a sus yerros como presidente municipal, Hank contendió como candidato del PRI a la gubernatura de Baja California en los comicios de 2007. Su proyecto político resultó un fiasco. El 22 de junio de ese año, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) le anuló su candidatura cuando estaba en plena campaña, la cual reanudó tras obtener un fallo a su favor.
Finalmente, el hijo del profesor Hank González perdió la contienda ante el panista José Guadalupe Osuna Millán. La víspera de los comicios, Jorge todavía se ufanaba: “Vamos a ganar tres a uno”.
Los traspiés políticos de Jorge también afectaron a Carlos Hank Rhon, su hermano mayor, quien en 2004 no pudo ser candidato del PRI a la gubernatura del Estado de México, pese al apoyo del entonces dirigente nacional del PRI, Roberto Madrazo.
Un pequeño incidente
En 2008, un escándalo callejero puso de manifiesto el estrecho vínculo entre Jorge Hank Rhon y Antonio Vera Palestina, quien fungió como su jefe de seguridad hasta que fue aprehendido en mayo de 1990. El lugar de Antonio lo ocupó años después su hijo Jorge Vera Ayala, quien en marzo de ese año tuvo una discusión con un policía ministerial en Tijuana.
El desaguisado ocurrió el 19 de marzo de 2008 en un estacionamiento público de la colonia Marrón, en ese municipio fronterizo.
Rodeado de sus subalternos, el jefe de escoltas de Jorge Hank llegó a ese sitio y, al disputar un lugar para estacionar su camioneta, se hizo de palabras con el agente.
El tono de los insultos mutuos fue subiendo. Vera Ayala alcanzó el clímax: sacó su pistola y disparó a una de las llantas del vehículo del policía, quien de inmediato pidió refuerzos por radio. Minutos después llegaron decenas de agentes, detuvieron a Vera Ayala y lo llevaron a los separos de la Unidad Orgánica contra Homicidios Dolosos de la Subprocuraduría de Justicia de Baja California.
Al ser presentado en calidad de detenido, en las oficinas del Ministerio Público ya se encontraba Félix Moreno, enviado por el patrón de Vera Ayala, dispuesto a resolver el problema. El abogado tenía experiencia en estas lides: había sido director de la Unidad de Inteligencia de la Secretaría de Seguridad Pública cuando Jorge Hank fue alcalde de Tijuana. Así, lo que parecía un caso grave por el hecho de haber disparado un arma de fuego en un acto de agresión, fue minimizado y trastocado en las actas.
El hijo de Antonio Vera Palestina, quien purga una condena de 27 años por el crimen de El Gato Félix, declaró simplemente que se había alterado. Tras practicarle una prueba, la Agencia del Ministerio Público dictaminó que Vera Ayala no había disparado su arma.
Cumplido el trámite, en menos de una hora el pistolero de Hank se retiró tranquilamente de las oficinas ministeriales en compañía de Jerónimo, su hermano gemelo.
*Tomado de la revista Proceso.
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